Jamppi, un jugador profesional de CS:GO de solo 18 años, ha demandado a Valve por un bann que considera del todo injusto. El jugador alega que esa sanción cortó su progresión y le impidió fichar por OG, algo que además le causó un daño económico al no poder incorporarse a un equipo que estaba dispuesto a pagar su salario.
En 2015, cuando tenía 14 años, Jamppi le habría comprado el juego a un amigo para que pudiera disputar con él una LAN del shooter táctico de Valve. Según declara el jugador terminó vendiéndole la cuenta para que fuera él quien la usara. La sorpresa llegó cuando esa cuenta recibió un VAC bann. Como es habitual para mantener la integridad competitiva, se sanciona a los jugadores responsables de dichas cuentas.
Las sanciones de Valve en estos casos son indefinidas e impiden a los profesionales disputar las máximas competiciones: los Majors. Esta suspensión implica cortar la carrera de los profesionales con potencial, pues ningún club que aspire a estar en este tipo de eventos fichará a un jugador que no pueda participar en una competición que supone una de las mayores fuentes de ingresos del calendario.
Hay más jugadores en esta situación. Otro de los baneados indefinidamente, Swag, ha decidido tirar la toalla y pasarse a Valorant en su futuro lanzamiento. Desde la comunidad hay consenso en que hay que sancionar a quien desvirtúa la competición, pero no sobre los banns indefinidos.