Aunque el rol de jungla es el que suele llevarse las culpas en las partidas de SoloQ, es fácil llegar a un consenso con los jugadores de League of Legends en que son los ADC quienes más quejas han realizado sobre su situación. Durante los más de diez años de vida del MOBA de Riot Games, este rol ha sido clave a la hora de realizar asedios y aplicar el daño sostenido en las peleas grupales. Sin embargo, no cabe duda de que han perdido vigencia a medida que el videojuego ha ido evolucionando.
Podemos convenir, por tanto, que los tiradores se basan en ser frágiles pero temibles. En el metajuego primigenio, ellos eran pieza angular: los tanques les defienden en las peleas grupales con su resistencia y esperable control de masas, los apoyos los asisten en fase de líneas y les hacen más poderosos en los momentos tardíos mientras que la posición de jungla ayuda a todos los compañeros y el inquilino del carril central acompaña al tirador en daño.
No es ninguna sorpresa que la receta tradicional para el éxito de los tiradores responde a una cocina tradicional muy alejada de los terrenos de experimentación gastroculinaria que vemos en la primera línea del League of Legends profesional. La deconstrucción de los roles y la fluidez con la que se mezclan obligaciones y responsabilidades a lo largo y ancho de la Grieta del Invocador ha dejado caducados a no pocos tiradores.
Un factor clave en esto son los nuevos campeones. Ashe, Varus o Tristana, arquetipos canónicos del ADC, tienen muchos años de vida. Aunque han sido actualizados puntualmente con los parches de balance, su esencia sigue respondiendo a ese League of Legends de escalado, farmeo y Filo Infinito de primer objeto; a esperar para pegarse. Esto implica que Varus con letalidad puede ser más viable que otros arquetipos del arquero.
Los nuevos campeones han nacido muchos años después, en un LoL moderno y con un equipo de desarrollo mucho más experimentado y capaz. De ahí que los nuevos personajes cuenten con más mecánicas, habilidades rompedoras y una movilidad creciente que pone en jaque al "torreteo" de los tiradores de hace unos cuantos años.
Y lo cierto es que el LoL ha evolucionado sobremanera desde entonces. Todas las posiciones han ido aceptando que el metajuego no es una piedra granítica en la que está grabado con martillo y cincel lo que han de jugar por los siglos de los siglos. El papel de las innovaciones en SoloQ y de equipos rompedores como G2 Esports ha difuminado quién hace qué; especialmente con la impronta de Luka "Perkz" Perkovic en el carril inferior. De hecho el propio Faker quien afirmó en la rueda de prensa posterior a las semifinales del Mid Season Invitational que razón por la que G2 Esports les venció no fue otra que la versatilidad y aposicionalidad de los europeos.
El contexto histórico es importante. En los Worlds de 2017 dominaron los ADC y los apoyos, gracias al enorme poder que tenía el Incensario Ardiente, un objeto que los supports usaban para desbloquear ese potencial anteriormente citado de los primeros mucho antes de lo habitual. Las peleas grupales eran emocionantes, pero todo lo que sucedía hasta que ambos ADC disponían de esta mejora era casi irrelevante. Riot Games presenció de primera mano como los tiradores no generan un metajuego vistoso.
Eso pudo motivar los nerfeos que unos meses después sufrieron estos personajes. El parche 8.11, lanzado el 31 de mayo, bajó las estadísticas base de los tiradores. Ese fue el primer clavo en su ataúd; pero el segundo llegaría con las placas de las torretas introducidas durante la pretemporada de 2019. Ahora hacía falta aún más presión en línea y eso es lo que podían aportar los magos (de lo que sabe bastante Perkz). Los tiradores basados en críticos, que necesitan varios objetos para escalar, estaban tocados de muerte.
Únicamente sobrevivieron los que tenían construcciones diferentes como Ezreal y su Manamune, Lucian con Hoja del Rey o Kai'Sa y su itemización híbrida. Como si del Concilio Vaticano II se tratase, se produjo un cisma en el seno de los tiradores: o andar este nuevo camino para seguir siendo relevante en las partidas cada vez más rápidas y sangrientas, o seguir fiel al mandato más férreo y tradicional, esperando que lleguen mejores momentos para los ADC de crítico.
El LoL demostró en los pasados Worlds que esto ya no va de buscar errores del rival, escalar y penalizarlos, aunque puntualmente pueda ser factible. Ahora es necesario jugar desde el minuto uno, sea la posición que sea, y ser útil para tu equipo. Esto ya no va de unidades compartimentadas y de la máxima especialización, si no de ser parte de un todo. Un fenómeno muy similar a la revolución aposicional en el baloncesto que representan los "Pocket Rockets" de James Harden y Mike D'Antoni.
Es evidente que pasar de jugar durante años miles de partidas con unos pocos campeones con un rol muy específico, a necesitar abrir los horizontes puede llegar a ser una experiencia traumática. Todos recordamos a ese Fnatic de hace dos temporadas que llegó a usar a Gabriel "Bwipo" Rau como botlaner en vez de Martin "Rekkles" Larsson a causa de la imposibilidad de este de jugar otros campeones durante el boom de los magos en bot, o las quejas en stream de Zachary "Sneaky" Scuderi al ser "deleteado" por los asesinos rivales. Pero esto es una competición profesional y no hay nada más darwinista que el deporte del más alto nivel.
Recientemente ha vuelto al metajuego una campeona como Kalista, la cual no todos los profesionales del rol de tirador masterizan como deberían. Si los magos ya se ocuparon de mandar a varias viejas glorias a la segunda línea del League of Legends, una preponderancia inusitada de Kalista podría volver a golpear a los jugadores de dicha posición.
El camino ya está marcado. Los jugadores profesionales del rol de ADC, los más quejumbrosos y fieles a sus raíces de todo el League of Legends, han de seguir esa nueva filosofía. Como le dijo Javier Zanetti a Mauro Icardi, "nadie es más importante que el equipo".