Pues sí, comenzamos nuestro análisis hablando de Commandos. Seguro que nadie se va a sorprender de que lo hagamos. Desperados III se mete hasta el tuétano en la experiencia que, para los fans de la saga táctica (en sus episodios clásicos), resulta una auténtica delicia. No resulta muy frecuente mezclar esta temática así que arrancamos con un spoiler: esta entrega de Desperados nos ha gustado y es de esos juegos que, a quien escribe, le han dejado embobado mirando la pantalla en muchos momentos. Vamos a meternos a la acción, a pensar y a la vez, por qué no decirlo, a disfrutar de unos escenarios y una música que hacen de Desperados III una gran elección para cualquier amante del género, o incluso para aquellos que quieran acercarse al mismo a través de la temática del Oeste americano. Que eso le gusta a todo el mundo, y a nosotros más. ¿En qué consiste este juego? Vamos a adentrarnos en sus entresijos.
Nada más arrancar el juego tenemos esa sensación de que tal vez estamos ante otro producto que trata de sobrevivir a base de la fama que ha dado al Medio Oeste americano de época la saga Red Dead Redemption, pero nada más lejos de la realidad: nos vamos a dar de bruces con una situación bien distinta. El ambiente, los detalles, la cámara y el sistema de juego difieren en todo, y nos hacen optar por la infiltración más táctica. Presenta serias reminiscencias a la ya citada saga Commandos en todos los sentidos, pues nos vemos tras las líneas enemigas (valga la expresión) en todo momento. Es un producto que, pese a quien pese, parece nacido para ser controlado con un ratón, elegiendo objetivos, unidades y acciones. Nuestra experiencia en PC con este Desperados III es bastante positiva en muchos sentidos, empezando por cómo llevamos a cabo todas las operaciones.
¿Cómo se juega?
Nuestra acción principal consiste en mover a nuestros personajes de manera indirecta, haciéndolos pulular por los distintos entornos que ofrece Desperados III a golpe de órdenes. Es decir, para los menos habituados tal vez al género: aquí no vamos a controlar de manera directa al personaje, sino a dictar su trayectoria. Tenemos una serie de habilidades de infiltración y ataque que van a emplearse a dos tiempos (nos explicamos): en tiempo real, para dar órdenes precisas y sincronizadas, o bien en el excelente modo de combate, que parará la acción y nos permitirá programar varios movimientos, que se ejecutarán de manera simultánea en cuanto volvamos al modo de juego en tiempo real. Es lo más recomendable, dado que la complejidad de las situaciones nos requerirá de llevar a cabo varias cosas a la vez (véase despistar guardias, a los que podremos analizar el campo visual para saber por dónde colarnos; atacar a dos bandas o incluso cambiar de personaje para que este también haga algo por su parte). La técnica y una milimétrica medida casi, casi matemática en ocasiones, van a ser básicos para salir bien parados en el título que nos trae THQ Nordic y mimimi Games.
El control es intuitivo en general, y con unas pocas teclas controlaremos varios comandos. Cada personaje posee unas habilidades, y en muchos sentidos, la pantalla nos recordará a la de un título de rol con perspectiva a tres cuartos, habilidades del personaje en la barra inferior y la posibilidad de rotar la cámara. Ojo: esto no es tampoco opcional, hay que hacerlo para asegurarnos un buen resultado y analizar todas las rutas de ataque posible. Hacer un escrutinio de cada situación a tiempo parado será esencial para el buen resultado general de la acción. Y ¿por qué hacemos énfasis en lo de girar la cámara? Porque nos da la opción de disfrutar de uno de los apartados más espectaculares del título: el gráfico.
El trabajo realizado a nivel de detalle en Desperados III es más que encomiable, rico en curiosidades y detalles y con unos diseños que nos encantan. Podemos acercarnos o alejarnos, pero lo más recomendable es tener una visión general, y aquí es donde tal vez digamos algo menos placentero: el tamaño importa. Sí, habéis leído bien, pero nos referimos al de los personajes. Es cierto que ante la cantidad de maleza, los colores terrizos que reinan cantidad de entornos, no es difícil sentirse algo desorientado buscando a nuestro personaje en pantalla en cuanto entran en juego varias unidades o nos situamos tras algún matorral. Buscarlo, pulsar para elegir o para cambiar de unidad y escondernos puede llegar a hacer que nos perdamos si estamos a mucha distancia, y eso no es positivo. Como decimos, algo a lo que adecuarse, pero que nos ha complicado un poco la experiencia de juego general.
Por lo demás, a nivel de detalle, aún siendo discreto en cuanto a necesidades para funcionar “a tope”, está muy bien, y en cuanto a la banda sonora y el doblaje al castellano, todo va de maravilla. ¿Rejugabilidad? Eso es otro tema algo más complicado. Si nos gusta el género, siempre tenemos la opción de buscar alternativas a las rutas, pero la historia es la que es y posiblemente una vez lo acabemos, y si no hay alguna que otra extensión, unas cuantas horas de nuestra vida serán más que suficientes para dedicarle. La dificultad, además, va en aumento, y eso que en ningún momento resulta ser “floja”, por lo que la satisfacción en muchos sentidos dará lugar a que no queramos meternos en más berenjenales, todo sea dicho.
Con un sombrero de ala ancha, unas botas con espuelas y un par de revólver enfundados, estamos listos para adentrarnos en el lado más salvaje de Norteamérica.
