Dunk Lords ya está disponible para PC en la plataforma Steam. El baloncesto más desenfadado vuelve de la mano de Story Fort LLC. Aunque lo cierto es que nombrar a la compañía desarrolladora es una forma elegante de respetar el nombre que Andy Hall dio a su empresa, pues es prácticamente el único encargado junto al animador Dann Beeson de hacer que el juego pueda salir adelante. Probablemente sea el último título que hagan solos, pues con Dunk Lords se deberían de ganar el respeto de la industria.
Dunk Lords: revive el espíritu de los 90
Los primeros pasos por Dunk Lords tienen mucho sabor a mediados de los 90. Una época de Grunge y de una NBA dominada por el mismísimo Michael Jordan, que levantaba anillo tras anillo con los Chicago Bulls haciendo las delicias del público estadounidense y de un Andrés Montes que narraba lo que le pusieran por delante. En este contexto, nacieron dos títulos que cambiaron el mundo de los juegos deportivos: NBA Jam y Street Hoops.
En Dunk Lords se nota mucho de la influencia de ambos videojuegos. El autor ha puesto mucho de su parte para que desde las primeras partidas en su juego podamos recordar las tardes en los recreativos. Una nostalgia de un pasado que no siempre fue mejor, pero se recuerda como tal al que nos retrotrae una jugabilidad tremendamente desenfadada cargada de personajes carismáticos y únicos.
La trama pasa totalmente desapercibida, pero sirve como pretexto para dar paso a un gigantesco tutorial en forma de modo historia de unas cuatro o cinco horas de duración que permite familiarizarse con los controles y conocer a la práctica totalidad del plantel de los personajes. Hay cierto interés por hacer de esta historia algo interesante, pero lo desenfadado de la jugabilidad y lo poco relevante de lo que se nos cuenta invita a no prestar demasiada atención.
Al final; hemos venido a Dunk Lords a tirar a canasta, hacer mates desenfrenados y tratar de clavar algún alley oop espectacular.
Una jugabilidad vertiginosa
Dunk Lords tiene aspectos brillantes en lo jugable. Los dieciséis personajes cuentan con dos habilidades y una pasiva única, algo que da cierta profundidad táctica y crea una toma de decisiones mucho menos dicotómica que los juegos que intenta suceder. Cada uno de los avatares cuenta con diferentes estadísticas en factores claves de esta simplificada reinterpretación del baloncesto: mates, tiros de campo y triples.
El equilibro de los personajes está sorprendentemente bien trabajado y se atisba cierta ambición a la hora de crear mecánicas diferenciadoras que permitan diversos estilos de juego. La posibilidad de comprar objetos entre los cuartos, que generalmente duran 90 segundos, nos exige también cierta necesidad de adaptarnos y crea capas de dificultad diferenciadas que, aunque se sienten algo aleatorias, funcionan tremendamente bien. También cada cancha hace diferente al juego y nos obliga a tomar decisiones. Anotar canasta puede aportar bonificaciones defensivas, económicas o de puntos en función de la pista y la zona del campo desde la que lancemos.
Sin embargo y pese al buen trabajo realizado en algunas áreas, Dunk Lords peca de falta de claridad. En ocasiones no tendremos muy claro lo que está pasando y la vertiginosa velocidad del título crea una dificultad que se siente algo injusta y caótica. Los problemas son especialmente graves en defensa, pues las mecánicas complejas y precisas no acaban de casar con el estilo desenfadado del gameplay.
La prioridad que se le da en el ataque a este tipo de títulos es evidente. Para contrarrestarlo se suelen facilitar mecánicas como los tapones ilegales o se flexibiliza el periodo de tiempo disponible para parar un mate mal ejecutado. En el caso de Dunk Lords no se cumplen estas premisas, lo que hace que la eficiencia defensiva y los tapones espectaculares sean muy poco frecuentes.
Modos de juego para todo
Como mencionamos, el título incluye un modo historia interesante que funciona como tutorial y presentación de los personajes. El paso lógico, después de completarla, es dedicar un tiempo al Gauntlet. Este modo nos permite enfrentarnos en cuatro partidos distintos a parejas formadas aleatoriamente de entre los personajes disponibles y controladas por la CPU.
Si en general Dunk Lords hace que tengamos ganas de escuchar Nirvana y pensemos que el Deportivo de La Coruña puede ganar La Liga, este modo es la vuelta definitiva al arcade. Sin embargo, a la hora de jugar hay un problema que actúa como muro infranqueable. El título tiene una dificultad base algo elevada desde el primer partido que echamos en este modo.
La situación termina por volverse algo frustrante y alejando a los jugadores con menor nivel de habilidad de la experiencia rejugable. Está claro que está pensado para suponer un reto, pero con 14 personajes todavía disponibles tras la elección del jugador, quizás funcionaría mejor si se nos diera la oportunidad de encarar siete partidos partiendo de una dificultad inicial más baja y aumentando de una forma más progresiva.
Desafortunadamente y aunque incluye un modo cooperativo y versus, no hemos tenido la oportunidad de probar a jugarlo con un amigo. La experiencia debería de ser todavía mejor. A nivel personal, os puedo asegurar que Dunk Lords tomará el papel que antaño ocupaba Street Hoops en esas fiestas veraniegas en las que los amigos nos reunimos sin demasiadas preocupaciones.
El mérito y la justicia
Valorar una obra llevada a cabo únicamente por dos personas siempre es complicado. Dejar de apreciar el inconmensurable mérito que tiene que dos personas lleven a cabo un videojuego para tratar de ser lo más objetivo y justo posible puede dejar un mal sabor de boca. Afortunadamente en esta ocasión no es demasiado el peso que debemos cargar. Independientemente de su equipo de desarrollo, Dunk Lords es un juego competente.
Consigue aportar cierta profundidad a un género falto de títulos y todavía más de innovación. Con una evidente inspiración en el aumento de los juegos basados en héroes o personajes únicos, es capaz de traducir la sensación a un título deportivo con base en el baloncesto. Respetando a sus evidentes referentes, no tiene complejos para reinventar con mayor o menor acierto las mecánicas básicas de los videojuegos de baloncesto primigenios.