Moon Studios es una desarrolladora singular. Sí, su sede está localizada en Austria, pero los miembros de su equipo de desarrollo están distribuidos por todo el mundo, en una suerte de teletrabajo loco y un tanto extremo. Una forma de crear juegos poco habitual en la industria del videojuego que, sin embargo, les permitió dar a luz al excelente Ori and the Blind Forest en el año 2015. Aquel era un juego que exudaba amor por todos sus poros, con escenarios sumamente detallados, personajes adorables, un control extremadamente pulido y una curva de dificultad endiablada en ciertos momentos. Fue todo un éxito.
Por eso tenía sentido para ellos (y para la audiencia) que su singular plataformas con toques de metroidvania tuviera continuación. Desde que acabaron la primera entrega hasta prácticamente el momento en que se publique este texto los desarrolladores llevan dándole a la tecla para dar forma a este Ori and the Will of the Wisps. Una continuación en términos clásicos, de esas que son más grandes, más bonitas, más complejas y -al menos en teoría- mejores. ¿Lo consigue? Lo cierto es que sí, ya que la nueva aventura de Ori es un juego extraordinario, profundo, complicado, adictivo y muy divertido, que te enganchará por completo a poco que le dediques algo de tiempo... Y lo cierto es que además vamos a tenerlo fácil, ya que el juego costará solo 30€ y, por si no fuera suficiente, también está incluido en Xbox Game Pass para Xbox One y PC, con cross buy, cross play y toda la parafernalia de Xbox Anywhere.
Pero vayamos a lo importante, a nuestra prueba con Ori and the Will of the Wisps. Creemos que Moon Studios ha hecho un gran trabajo a muchos niveles, haciendo que su obra se convierta de forma casi inmediata en uno de los primeros grandes juegos de 2020. Su propuesta es interesante, el diseño de niveles inteligente, la dificultad medida, el control pulido... Casi todo son alabanzas a este juego, aunque sí que hay pequeños fallos aquí y allá que lo alejan de la perfección (que no de la excelencia). Ahora entraremos a dilucidar cada uno de ellos, pero antes queremos comentar la gran pega que hemos sufrido durante nuestro tiempo con el juego para este análisis: problemas de rendimiento y bugs. En principio se trata de fallos fáciles de solucionar, y Moon Studios es consciente de ello, pero en el juego que hemos disfrutado aún están presentes. Nos referimos a pequeños tirones de vez en cuando, a menús que tardan demasiado en cargar (y unos tiempos de carga a veces excesivos), a texturas un tanto remolonas... Y hablamos de Xbox One X. En versión Xbox One es algo más acuciante la situación, aunque en todos los casos se deja jugar este Ori and the Will of the Wisps.
Sin embargo, más allá de esto tenemos una obra excelente. Vayamos por partes. Quizás la palma se la lleve el intrincado diseño de niveles de Ori and the Will of the Wisps, que nos permite volver atrás con nuevos poderes y descubrir nuevas y mejores formas de recorrer el mapa y descubrir los secretos que oculta. Tiene más mérito aún si le sumamos el hecho de que acaba siendo tremendamente variado, renovando la jugabilidad de alguna manera cada poco tiempo. Hay niveles de hielo, agua, desierto... Puede parecer típico, pero todos tienen un giro único que hace que recorrerlos sea distinto a las horas de juego anteriores. A esto, además, hay que sumar el crecimiento continuado del protagonista de la aventura, que poco a poco va ganando más y más habilidades para recorrer el mapa, pero también técnicas de combate y Modificadores, a través de la exploración.
El resultado es que lo que empieza siendo un plataformas simple con un par de botones, acaba usando todos los botones del mando... Y un poco más, al incorporar una rueda de selección de ataques, y varios espacios para embeber los modificadores que encontremos y/o compremos. Se implementan así varios sistemas roleros más profundos, al ir recolectando la 'moneda' de turno para comprar objetos a los múltiples personajes que encontramos en la aventura, consiguiendo que el crecimiento del personaje vaya de la mano con el aumento de dificultad y la intensidad de los niveles que nos vamos encontrando, mientras permite en todo momento que sea el jugador quien decida cómo quiere jugar al tener que elegir entre las distintas opciones con las que contamos.
Además, hay que sumar el hecho de que Moon Studios ha querido redoblar esfuerzos para que nuestros paseos por el mundo sean más provechosos, para lo que ha implementado montones de personajes por el mundo con encargos (de recadero la mayoría, eso sí) para nosotros, que hacen las veces de misiones secundarias opcionales. A veces solo nos llevaremos un puñado de destellos, pero otras veces conseguiremos acceso a nuevas zonas del 'pueblo' que encontraremos, u otros objetos que nos permitirán acceder a los secretos más ocultos de Ori and the Will of the Wisps. No es que sean las misiones más trabajadas, ya que suelen limitarse a mandarnos a una zona difusa del mapa a coger algo, y volver, pero sí que sirven para añadir algo de color extra más allá de la misión principal, que no bajará de las 10-12 horas a poco que nos distraigamos un mínimo.
De esta forma, la jugabilidad es el motor de Ori and the Will of the Wisps, ya que en términos argumentales tampoco vamos a encontrar nada que nos sorprenda, aunque tenga momentos emotivos. Parte de esa emotividad viene por el trabajadísimo diseño de todos los personajes en pantalla, que nos hacen conectar casi al instante con cada uno de los seres que aparecen en pantalla, con los adorables mokis como gran ejemplo, sin olvidarnos de Ori o Ku (el pequeño buho que el motor de la aventura durante buena parte de su desarrollo). Es aquí donde volvemos al amor que los desarrolladores han profesado a su obra, y que permea a todos los elementos del juego, bien hablemos de personajes, de escenarios, enemigos... Y es que Ori and the Will of the Wisps es un título increíblemente adorable a todos los niveles, tan bonito de ver como agradable a nuestros oídos, con una banda sonora extraordinaria mediante.
Quizás parte de esa magia venga de que hablamos de un juego que trata al usuario como un 'ente' inteligente, dejándonos que seamos nosotros los que descubramos los vericuetos de la jugabilidad más allá de lo básico. De esta forma, habrá seguro momentos en los que te quedarás atascado, y puede que incluso pienses que se te ha bugeado la partida... Sin embargo la solución suele ser que simplemente no has usado tu materia gris todo lo que deberías, y que esa pluma se usa de 'otra' forma completamente lógica a la que le estás dando, o que este o aquel movimiento tienen una función secundaria que todavía no has descubierto. En este sentido además, encontramos varios puzles interesantes a lo largo del juego, tanto en el hilo principal de misiones, como en las secundarias, lo que no hace más que reforzar la continua sensación de variedad que ofrece este Ori and the Will of the Wisps. A esto, además, hay que seguir sumando las pruebas contrarreloj escondidas, las arenas de combate, los inevitables y frenéticos momentos de escape...
La guinda a toda esta ecuación de adorabilidad es un sistema de control treméndamente pulido, que nos permite hacer montones de cosas sin liarnos con complicadas combinaciones de botones en el mando de Control. Ori responde a la perfección, y no pasarán más que unos minutos antes de que este adorable bichejo acabe convirtiéndose en una extensión de nuestra mano y mando.
El resultado es que acabaremos enganchadísimos al mando y a la pantalla. Por tanto, podemos decir que sí, Moon Studios lo ha vuelto a hacer, y ha conseguido superar sus propósitos del más grande y mejor. Ori and the Blind Forest es un juego variado, bien diseñado, bonito, que se controla a las mil maravillas y que, además, da ganas de abrazar a tu perrete/gatete de vez en cuando (porque son animalucos adorables y hay montones que...). Además llega a precio reducido, con cross save y demás. Es decir, a poco que te gusten las plataformas (y se arreglen los pequeños bugs que tiene) será uno de tus juegos del año... Y eso que aún queda mucho año, y muchos juegos, que disfrutar.