No cabe duda de que Left 4 Dead se ha convertido en uno de los principales referentes a seguir en lo que atañe a videojuegos de zombis. El título de Valve es al género de zombis en videojuegos lo que George A. Romero para el cine en la misma categoría, solo que separados por un espacio de tiempo gigantesco y formulados bajo pautas diferentes, para que cada cual pueda atenerse al medio en el que se mueve de forma más habitual.
Rebellion Develpments ha conseguido extraer, a lo largo de los años y de cuatro entregas, la esencia de Left 4 Dead y fusionarla con otra de sus sagas más populares: Sniper Elite. Pasando de la primera a la tercera persona y añadiendo un sinfín de elementos que convierten a Zombie Army en una obra mucho más arcade que Left 4 Dead (si es eso posible). Zombie Army 4: Dead War no pretende cambiar ninguna de las pautas que Rebellion ha establecido en la saga, pero sí que quiere que esta sea una entrega más grande, más brutal y más salvaje que las tres anteriores que pudimos ver complicadas en Zombie Army: Trilogy. Partiendo de la misma base, lo único que deberemos hacer, en la totalidad del videojuego, es ir avanzando por las distintas misiones que componen el modo campaña matando zombies como si no hubiera un mañana. Hay, por supuesto, objetivos que cumplir; como llevar combustible de un lado a otro, arreglar cajas de fusibles o ayudar a diversos NPC a sobrevivir.
Pero eso es solo una excusa para que nosotros podamos hacer lo que realmente hemos venido a hacer: matar no-muertos sin parar. La variedad de misiones, sin embargo, es bastante correcta. Si bien los objetivos no terminan de ser muy elaborados (tampoco le pedimos eso a un título como este) los escenarios en los que debemos realizarlos varían constantemente. Desde frondosos bosques repletos de pantanos en los que habitan zombies podridos, hasta instalaciones nazi secretas que debemos arrasar. En ese sentido, el dinamismo del modo campaña hace que la experiencia sea bastante enriquecedora y el jugador quiera pasar a cada fase nueva para encontrarse con nuevos enemigos, nuevos entornos y nuevos elementos interactivos con los que eliminar de un plumazo al mayor número de zombies posible. Además, en cada nivel tenemos objetivos de puntuación que cumplir, con un multiplicador de puntos que va creciendo para elevarnos a las estrellas (que son las que nos permiten mejorar las armas que portamos). Un sistema de evolución simple, pero efectivo, que hace que la jugabilidad cambie en nuestras manos, pero también en la pantalla.
Es más, los enemigos también se unen a ese festín de originalidad cambiando de aspecto en cada ambiente. En Venecia, por ejemplo, nos encontraremos a no-muertos vestidos de gondoleros, mientras que en las bases nazi secretas, seremos testigos de abominaciones espeluznantes creadas por esos mad doctors característicos del movimiento. Además, a ello hay que sumarle los diversos tipos de zombies que nos encontraremos a lo largo de la “aventura”. No todos serán los típicos monstruos que caminan lento y son extremadamente débiles, sino que también deberemos hacer frente a pequeños mini-bosses (aunque no lo son propiamente) que nos pondrán las cosas un pelín más difíciles.
Así como en Left 4 Dead aparecían monstruos especiales como el Hunter, el Boomer o el Smoker (de entre muchos otros) que hacían que las cosas se torcieran un poco si no íbamos con el suficiente cuidado, aquí también tendremos algunos enemigos con atributos superiores a los de los zombies estándar. Resultan ser más poderosos y unos auténticos esponjas de balas, dejando a un lado, claro, que son el doble de letales: pueden portar armas como un lanzallamas, una ametralladora ligera o incluso francotiradores. Por lo que en Zombie Army 4: Dead War la estrategia se vuelve un factor fundamental.
Aquello de ir corriendo como pollos sin cabeza por los mapas no sirve de gran cosa, puesto que si encaramos a los enemigos sin prestar atención al tipo de horda que se nos acerca, podemos perecer en el intento. Incluso más veces de lo que quisiéramos. Aquí hay que trazar ideas para aprovechar cada parte del escenario para sobrevivir. No es que la dificultad sea extrema, pero si nos descuidamos y dejamos que los zombies se agrupen demasiado, es posible que no tengamos suficientes balas para todos y terminemos en el mismo pozo podrido que ellos. Ya sabéis cómo va el asunto: avanzas, empiezan a salir enemigos por doquier, y disparas con mirilla, sin ella o golpeando a lo loco. Todo vale para salir vivo, pero si usas el rifle de francotirador con precisión, te llevas de regalo un momento a cámara lenta con una fuerte dosis de casquería de aderezo.
El apartado que menos nos ha convencido ha sido el gráfico. Zombie Army 4: Dead War deja muchísimo que desear visualmente, siguiendo la estela de las anteriores entregas y sin grandes mejoras. Los momentos en los que más se puede notar esa carencia visual es durante los tiempo bala en los que se pasa a una cámara lenta para ver cómo nuestro disparo de francotirador atraviesa los cuerpos de los zombies. Las explosiones de cráneos, estómagos o intestinos, por ejemplo, parecen salidas de una película de serie B del género inaugurado por George A. Romero.
Tiene algo de sentido, por su parte, que se vista con esas prendas de Grindhouse, pero lo cierto es que teniendo en cuenta que es un estilo que ya habíamos visto en Zombie Army: Trilogy y que la siguiente generación está más cerca que nunca, habría estado bien ver un cambio grande en el título a esos niveles, y no solo en lo que respecta a ofrecer un mayor número de misiones y tipos de enemigo hasta aburrir.
A su vez, el gameplay a veces experimenta diversos bugs que pueden hacer que perdamos parte del progreso de las misiones. Llegados a un punto determinado, en una de las primeras fases del juego, tuvimos que reiniciar el punto de control un par de veces y suicidarnos para que Zombie Army 4: Dead War cargase el nivel como debía, puesto que no nos permitía avanzar. Por otra parte, también hay alguna que otra errata en animaciones y en despliegue de los no-muertos en según qué escenarios, aunque eso es solo algo nimio que tampoco termina siendo un punto extremadamente negativo si lo pasamos por alto y nos centramos en disfrutar de las carnicerías que podemos hacer.
En cuanto al arsenal disponible, podremos escoger entre un fusil de precisión como arma principal, un subfusil como arma secundaria y una pistola como refuerzo por si nos quedamos sin balas (que os aseguramos que va a ser así muchas veces, porque no podemos cargar con tantas balas como quisiéramos y hay zombies por todas partes). El armamento es muy personalizable. Como prácticamente cualquier Call of Duty podemos elegir el color del camuflaje, pintura, amuletos y hasta habilidades especiales que nos salven de algún apuro.
Hasta ahí perfecto, porque podemos moldear a nuestro gusto las armas que seleccionemos para hacerlas únicas. Ahora bien, el problema es que la variedad y tipos de armas que podemos elegir no es demasiado abundante. Tan solo tenemos tres o cuatro tipos diferentes en cada categoría y puede hacerse un tanto repetitivo el llevar siempre las mismas, porque, como en todos los juegos, siempre hay un set que es mejor y con el que podemos salir victoriosos en la mayoría de enfrentamientos.
El Modo Horda sigue exactamente igual. Ahora es más aterrador y mucho más ratonero, además de tener que ir por el mapa en busca de armas, cual modo zombies de Call of Duty, para poder hacer frente a las oleadas de no-muertos que van abalanzándose sobre nosotros. Es sin duda el modo más divertido y el ideal para jugar en cooperativo, a pesar de que la campaña también está ideada para ello, pero en una Horda es más complicado poder jugar en solitario. La campaña, al fin y al cabo, tampoco es que sea extremadamente difícil y tenemos muchos elementos por el mapa que nos ayudan en nuestras labores de exterminador.