Journey to the Savage Planet no es como cualquier otro juego de ciencia ficción y aventuras. El título corre a cargo de Typphoon Studios, con un equipo que ha estado al frente de juegos de alto calibre como Far Cry 4 o Batman: Arkham Origins, en compañías como Electronic Arts, Ubisoft o WB Montreal. No obstante, es la ópera prima del estudio, puesto que hasta ahora no habían lanzado ningún juego como equipo. Pero tampoco podemos hablar per sé de una primera obra, dado que el estudio está compuesto por veteranos de la industria que, como decíamos, han trabajado en proyectos mayores. Y puede que eso sea precisamente lo que hace que Journey to the Savage Planet sea tan divertido de jugar.
¿El motivo? Porque el equipo entiende que, en ocasiones, lo que necesitamos es un juego que no nos imponga demasiadas aturadas y podamos ir libremente sin tareas estresantes. Y, además, que el mundo donde tengamos que realizar dichos trabajos/objetivos sea uno divertido, agradable y en el que querríamos perdernos para descubrir todos sus secretos.
Hay una especie de obsesión, sobre todo en los últimos años, por que los videojuegos sean tratados con la mayor seriedad y realismo posibles y, a veces, se deja de lado que también se recurre a ellos para el puro disfrute. Para no buscar nada más que entretenimiento y un espacio en el que podamos relajarnos en un espacio ficticio. Journey to the Savage Planet representa la esencia de la diversión con su alocada aventura, en la que encarnamos a un nuevo recluta de Kindred Aerospace con la misión de determinar si el planeta en el que nos encontramos es adecuado para la ocupación humana.
No hay pretensiones de querer inventar la rueda ni tampoco aportar grandes cambios a su género. Sino en aprovechar lo que ya existe, darle una vuelta y hacerlo absurdo. Convertir a los temibles alienígenas que nos han presentado siempre como feroces y mucho más fuertes que nosotros en, por ejemplo, unos pájaros que parecen reciclados de Angry Birds a los que podemos patear para quitárnoslos del medio. Typhoon Studios no quiere que su juego represente un gran desafío, más bien que funcione como un paseo por un planeta muy colorido, con escenarios que desprenden vida por sus cuatro costados, y unos enemigos de los que nos podamos reír en lugar de tenerles miedo para que la diversión no cese en ningún momento.
Ya desde el primer momento, en el que debemos seleccionar al avatar que vamos a controlar en la aventura, se pueden ver claras las intenciones del estudio, puesto que no solo podemos elegir humanos... ¡también se nos da la posibilidad de controlar un perro! Lo cual ya dice mucho de las intenciones del estudio con respecto al tono que tenemos que adoptar desde el mismo momento en el que iniciamos partida.
La exploración en Journey to the Savage Planet es nuestra principal tarea, como miembros de esa Kindred Aerospace no podía ser de otro modo. El planeta es amplio y tendremos mucho terreno que recorrer. Explorar cada rincón del misterioso planeta en el que nos hemos quedado tirados es todo lo que debemos hacer para ir desbloqueando los objetos, ítems y demás que sean necesarios para acabar nuestra aventura. Que, por otro lado, os podemos asegurar que puede ser bastante duradera si nos dedicamos a buscar todos y cada uno de los coleccionables que hay disponibles en el juego, algunos de los cuales imprescindibles para poder avanzar en la historia base, las misiones principales, del título.
Y lo mejor de todo es que podemos explorar a nuestro ritmo. Es decir, sin necesidad de tener que seguir la misión principal, podemos movernos libremente por los entornos que vamos desbloqueando. Lo que da esa sensación de libertad y de no estar atado a un camino guiado con el que apenas podemos disfrutar del mundo inexplorado que nos rodea.
Cada zona está ideada a raíz de un sistema de plataformas con un toque metroidvania que nos permite explorar tanto vertical como horizontalmente el área de las misiones. Esas plataformas se solucionan mayormente con un gancho para poder escalar más rápidamente o un sistema habitual de doble salto con jetpack a las espaldas. Objetos que, como decíamos, vamos añadiendo a nuestro equipo poco a poco a medida que exploramos el planeta. Ese equipo lo tendremos que construir nosotros mismos en nuestra nave, con una impresora 3D a la que deberemos facilitar información del planeta mediante nuestro escáner, con el que desvelaremos los secretos de cada planta, piedra, monstruo o cosa que veamos.
Los enemigos, a su vez, variarán dependiendo del ambiente en el que estemos. Todos ellos con unas características únicas que los hacen altamente letales si nosotros, como exploradores, decidimos alterar su hábitat natural. Cosa que, sin duda, haremos, porque Typhoon Studios quiere ponernos contra las cuerdas de las formas más absurdas posibles para explotar lo máximo posible el humor con el que embadurnan el juego. Sin embargo, la dificultad que representan los monstruos no supone ningún desafío. Siempre y cuando tengamos los gadgets adecuados y la estrategia que cada uno requiere para ser abatido, puede que incluso sintamos que están presentes atacándonos.
Lo mismo sucede con una serie de jefe finales de zona que aparecen en determinados puntos. Estos son más bien puntuales, puesto que no es que aparezcan cada dos por tres cada vez que desbloqueamos un área nueva o queremos recolectar ítems concretos para la impresora 3D. La mecanización y movimiento de esos bosses, para que nos entendamos, no es como la de Cuphead. Son bastante predecibles y únicamente disponen de un par de ataques muy sencillos que solamente debemos memorizar para dar en los puntos débiles expuestos de cada monstruo y así vencerle. Puede que un poco más de dificultad en ese sentido no le habría venido nada mal, puesto que al ser tan fáciles, ni siquiera dejan huella en la experiencia de juego, dada su puntualidad y el poco tiempo que requiere eliminarlos.
Además, en nuestro arsenal de armas únicamente portamos una pistola en nuestra mano derecha y una serie de objetos que nos sirven de apoyo en la izquierda -como los poderes de BioShock, por ejempo-: como granadas para distraer a los enemigos, bolas de rayos para electrocutar a un grupo de rivales en área -o acceder a lugares ocultos, etc. Pero, tranquilos, daremos uso a todo nuestro inventario para poder cazar y matar monstruos, puesto que en ocasiones deberemos mejorar parte de nuestro equipo o construir objetos determinados, y para ello necesitaremos materiales concretos que se pueden encontrar en abundancia en el interior de los seres que habitan en este extraño planeta. Por lo que tendremos que explotar a muchos aliens con nuestra pistola si queremos avanzar. Aunque también existe la posibilidad de matarlos a patadas y bofetadas, según lo que veamos.
En sí, es un título que deja muy buen sabor de boca en lo que se refiere a terreno para explorar, objetos a mejorar -aunque sean más bien pocos- y la cantidad de horas con misiones secundarias que ofrece. Con, además, el aliciente de poderse jugar en coopeativo online con otro compañero. No obstante, Journey to the Savage Planet a veces peca de tener unas misiones demasiado simplonas -ir del punto A al punto B para conseguir determinado objeto va a ser lo que más haremos- y el proceso resolutivo puede hacerse repetitivo, dado que prácticamente todo se soluciona a golpe de escáner.
Ahora bien, los momentos en los que nos enfrentamos a monstruos de las formas más ridículas posibles o el modo en el que se nos presenta el mundo, de forma hasta escatológica, hacen que valga la pena quedarse para pasar un buen rato. Typhoon Studios empieza con buen pie su paso por la industria de los videojuegos, arrancando 2020 de la mejor forma posible.