Warhammer tiene uno de los lores más extensos en cuanto a universo se refiere. Cada juego, libro o serie nos presenta un pedacito pequeño de ese mundo en el que la humanidad está al borde del colapso. Necromunda: Hired Gun está desarrollado por el estudio indie Streum On Studio, que ya se aventuraron en el mundo de 40000 con Space Hulk: Deathwing, un juego cooperativo de supervivencia al estilo Vermintide o Left for Dead. En este caso nos presenta un shooter en primera persona con la acción y frenetismo propias de la saga DOOM, incluido momentos de heavy metal, con un añadido de movilidad que recuerda a Titanfall y de un sistema de evolución del personaje y configuración de armas, como elementos más RPG. Nosotros hemos vivido este frenesí en PC, Steam, sin embargo está también disponible en consolas tanto de antigua generación, PS4 y Xbox One, como de nueva, PS5 y Xbox X/S.
Games Workshop está licenciando multitud de videojuegos y series para expandir su vasto universo, que ya de por si se expandía mediante novelas, siempre ha habido títulos de Warhammer pero la ofensiva actual es abrumadora y son estos títulos como Necromunda, o el futuro Darktide, los que más apoyan este efecto. Son títulos alejados del género habitual de estrategia que tan bien se acomoda al juego de mesa, pero que lo encasillan a la estrategia en tiempo real o basada en turnos. Gracias a este shooter ahora podemos saber hasta donde puede llegar alguien con implantes biónicos, el miedo que puede dar un ogrete saltando a nuestra cara o como un campo de fuerza puede hacernos aguantar fuera de un tablero, las cosas en movimiento se ven más claras y eso es algo que gusta a todo fan.
Dentro de la colmena
Siempre es difícil llevar un mundo ya creado a otro medio que difiere del que se creó sin embargo, Streum On Studio se ha mostrado siempre muy respetuosos con el mundo de Warhammer 40k. En Deathwing todo estaba muy cuidado, la ambientación, las armaduras de exterminador, la pesadez del movimiento, etc...todo suponía una verdadera inmersión. Aquí pasa lo mismo, los diseños de los niveles, sus altibajos, los modelados o las conversaciones nos recuerdan al juego de mesa y nos meten de lleno al mundo. De hecho una de las cosas más interesantes y frustrantes son las perlas de información, líneas de diálogo y huevos de pascua que encontramos y que nos muestran la profundidad del universo sin terminar de plasmarlo, lo que nos deja con las ganas de más, dando paso a la frustración. También está presente el aspecto más grimdark de Warhammer, a lo largo de la aventura encontraremos escenas dantescas, sistemas que parecen sacados de herramientas de tortura e incluso llegaremos a ver una planta de reciclaje, no es algo eco-friendly y mucho peor de lo que os podéis imaginar.
Todo se arregla con dinero, menos una cosa...
La historia que se nos cuenta es bastante simple, si sois fans de Warhammer incluso predecible, pero eso no quita que sea interesante y que plasme las relaciones entre las bandas, las casas y el mundo de la subcolmena. Somos un cazarrecompensas y nuestra tarea es encontrar a la persona que ha matado a un comerciante, esto es un grave error que ya comentamos en el artículo sobre Necromunda. La narrativa hace bien su trabajo y nos pone en situación de lo que esto significa, aunque se queda algo laxa mentando a las Fuerzas (Enforcers en inglés y que serían las fuerzas de seguridad con un cierto parecido al Juez Dredd) que tiene efecto si los conoces y sabes lo que significa la situación pero que puede no hacer el suficiente énfasis en alguien que venga de nuevas. Este fallo en la narrativa se comete en más de una ocasión, asumiendo que el jugador sabe más del mundo y evitando explicar cosas básicas o apoyar de manera visual alguna situación.
La historia principal está dividida en 13 misiones, cada una en un entorno diferente, algunos mapas son más abiertos, otros más claustrofóbicos y la mayoría siendo una mezcla. Si vamos a saco a acabar la historia, dependiendo de nuestra habilidad y la dificultad, se puede completar en unas 10 horas. Aquí entra la amalgama de misiones secundarias que tenemos disponibles y que son mucho más útiles en niveles altos de dificultad, donde necesitaremos equipo y habilidades mucho más personalizadas y que requieren de una inversión de créditos importante.
Necromunda es un juego que merece la pena jugarse en tramos cortos y en una dificultad altiva por su estructura tan frenética, echar muchas horas seguidas de brincos y tiroteos puede marear, sin embargo sus misiones principales y secundarias son bastante cortas e incentivan echar esos pequeños ratos para conseguir mejoras y seguir avanzando. Cosa que se relaciona perfectamente con la exploración, todo el mundo en Necromunda sabe que cualquier rincón puede esconder un artefacto que lo saque del agujero donde está, es por ello que hay cofres escondidos por los mapas dispuestos, a la espera de ser saqueados. Y no es para menos pues es el pilar central de la construcción de nuestro personaje.
No puedes morir si no te dan
Aquí es donde llega el meollo, la jugabilidad es el mayor punto de Necromunda y con razón. Su punto álgido es nuestro perrete cibernético, cuyo nombre no sabemos así que podemos bautizarlo como queramos y al que podemos mejorar mediante implantes como los nuestros. Aunque es capaz de hacer mucho daño y distraer a los enemigos, su mayor virtud es su utilidad pues, además de ser nuestro fiel compañero que aparece de la nada cada vez que apretamos un juguete que hace ruiditos, también es capaz de señalarnos donde están los enemigos como si fuera un escáner, una habilidad que se usa mucho para no correr como pollo sin cabeza.
La mecánica es simple, van a salir muchos enemigos que nos van a disparar y a saltar encima, muchos, y nosotros tenemos que correr, huir y esquivar mientras vaciamos cargadores. Las similitudes con DOOM son notorias, sin embargo Necromunda nos da más opciones de movilidad, clave de la supervivencia, que lo hacen muy parecido a Titanfall, salvo en ocasiones donde el espacio se reduce. En la mayoría de escenarios podremos movernos libremente, pudiendo aislar enemigos, usar cuellos de botella y atraer hacia zonas pequeñas donde hacer muchos daños en área. De hecho los poderes que nos proporcionan nuestro implantes biónicos, mejorables gastando créditos, son indispensables para generar estás situaciones y mucho más si optamos por un nivel de dificultad alto, donde los enemigos hacen muchísimo daño y las armas tienen un número limitado de balas, o cargas de energía. Por supuesto este frenesí de combate va regado con una buena dosis de Heavy Metal en los momentos de más acción y música de tensión el resto del tiempo.
La movilidad es fundamental y por ello tenemos varios implantes que nos ayudan. Podemos hacer doble salto, usar un gancho y un dash rápido mientras estamos en el aire, todo ello combinable con el uso de paredes por las que deslizarnos a la vez que disparamos. Al mejorar estos implantes también reducimos la efectividad de los disparos del enemigo, que lo tienen más difícil para acertar. Una de las habilidades que más supervivencia da nos permite curarnos al hacer daño, si previamente nos han hecho daño a nosotros. Esta habilidad, junto a los viales que regeneran nuestro escudo de fuerza y el movimiento conforman la Trinidad de nuestra supervivencia, si lo regamos con la suficiente fe al Emperador.
Armas para todo tipo de situaciones
Pero el Emperador no solo protege, también ataca. Su furia debe ser entregada a sus enemigos en forma de balas, granadas, proyectiles de energía o cuchilladas traperas y a bocajarro. Cualquier manera es útil y por ello tenemos un arsenal a nuestra disposición entre pistolas, armas básicas, especiales y pesadas. Hay un poco de todo, desde escopetas a fusiles, pasando por armas de plasma o el sagrado bolter. Cada arma tiene una forma de comportarse y podemos usar cualquiera, siempre que usemos los huecos de inventario para ello, dos armas "grandes" y dos pistolas. Podemos configurarlas a nuestro gusto pero siempre encontraremos su jugabilidad bastante gratificante, en cuanto a gunplay se refiere, las sensaciones de disparo y movilidad hacen que sepamos rápidamente que armas pueden hacer mucho daño o descargar muchas balas muy rápido. Esta sensación se nota menos en las armas pesadas, que no impiden algo de movilidad ni dan la sensación de generar un poder destructivo digno de su pesadez.
Siempre vamos a tener equipada una pistola tipo revolver, ocupando un quinto hueco de arma que no se puede intercambiar por la misma de mayor calidad pero si se puede configurar, aunque al final es un lastre por su poco uso y su obligatoriedad. El sistema peca de tener un lado "fashion" en el que podemos colorear las armas por un precio desorbitado y por tener varias opciones configurables idénticas en los que solo cambia el aspecto del modificador, es algo que confunde y es más propio de un juego multijugador.
A lo largo de la aventura nos encontraremos con multitud de bandas y pandilleros. Más concretamente nos encontraremos con 3 de las 6 casas propias de Necromunda: Escher, Goliath y Orlock. Cada una tiene unas características que quedan muy patentes en su uso de armamento y su comportamiento al vernos. Aunque no son los únicos que nos encontraremos, en las profundidades de Necromunda habita un culto de xenos adorador de un Emperador de 4 brazos que llegará para salvar a este pobre mundo. Aunque cada enemigo tiene un rol y se comporta de una manera, al final se repite un poco el esquema y cada banda tiene un par de pandilleros a pie y un monstruo que prioriza el combate cercano. El título intenta que con cada uno usemos un tipo de arma y táctica concretos pero la verdad es que con el frenetismo del combate esto se reserva a cuando quedan pocos enemigos o a unos muy concretos, que tengan mucha armadura o vengan en piña.
Un mundo muy cuidado pero poco optimizado
Necromunda es un mundo hastiado, lleno de gente miserable y dónde vale más un pedazo de reliquia que prácticamente cualquier otra cosa y eso se plasma a la perfección. Como dijimos al inicio los modelos de los pandilleros, los escenarios, todo está muy bien ambientado y la calidad gráfica que lo acompaña no se queda atrás, siempre y cuando no bajemos los gráficos al mínimo que entonces no se ven ni las letras. De hecho lo peor de este apartado son las animaciones en los combates o en los momentos cinemáticos, dónde nuestro personaje y muchos de los NPCs padecen de una ortopedia digna de C3PO.
La mayor pega de Necromunda: Hired Gun se lo lleva la optimización. La falta de la misma hace que la tasa de frames por segundo sufra como un cadiano cuando le hablan de una ciudadela negra, vamos lo que viene siendo mucho. Al menos esto sucede en PC cuando entramos a una zona nueva o aparecen mucho enemigos y efectos, afortunadamente solo son momentos puntuales y el resto del tiempo se obtiene una tasa normal, sin llegar a estropear el gameplay de manera notoria. También hay que considerar cambiar las teclas de los poderes puesto que la mayoría están asignados a los últimos caracteres numéricos, allí donde no alcanzan los dedos. Y es necesario pues las ruedas de armas y habilidad no ralentizan el tipo ni lo detienen, haciendo que sean incompatibles con la acción tan rápida que tiene el título.
La ficha completa
- Título: Necromunda: Hired Gun
- Desarrolla: Streum Studio
- DIstribuye: Focus Home Interactive
- Plataformas: PS4, Xbox One y PC
- Fecha de lanzamiento: Ya disponible
- Precio: 39.99€