Todavía queda quien en la actualidad quien piensa, en una muestra más de que a veces la sabiduría popular nos juega malas pasadas, que el emperador romano Nerón mandó quemar la capital del imperio hasta los cimientos. Lo más probable es que nunca lo ordenara, pero vamos a mantener esa ilusión infantil de nuestras primeras clases de historia, cuando todavía creíamos en todo lo que nos decía el profesor.
Todd Howard podría ser el sucesor de Nerón. Al menos lo sería si el emperador romano se hubiera dedicado al desarrollo de videojuegos. Todd es el director ejecutivo de Bethesda, una compañía que no pasa por su mejor momento y que en un par de años se ha convertido en un meme recurrente de la comunidad de jugadores, algo que una empresa que siempre ha brillado por la calidad de sus títulos no se debería permitir.
¡Alto! A nosotros también nos encantan Fallout y The Elder Scrolls, pero hay que reconocer que, pese a tratarse de un grandísimo título, la esencia rolera del maravilloso universo postnuclear tocó fondo con la cuarta entrega numerada de la saga. También estamos algo fatigados con tanto port de Skyrim ¿Habéis jugado ya la reciente versión para tostadoras de última generación?
La compañía que en su momento dio vida a dos de las más emblemáticas sagas de rol occidental lleva tiempo sin atinar en sus producciones como desarrolladora. Es cierto que Bethesda ha conseguido bastantes éxitos como distribuidora. Prey (2017), Doom, Wolfenstein y The Evil Within han sido un soplo de aire fresco, pero no deben de ser la única faceta capaz de mantener a flote a una empresa que parece haber perdido la inspiración.
Las conferencias del E3
El E3 es probablemente la feria de videojuegos por excelencia. Para los que lo vemos desde casa, la semana de las bebidas energéticas y acostarnos a las seis de la mañana… como si necesitáramos una excusa para eso. Estos últimos dos años la decepción con Bethesda fue generalizada. Como desarrolladora, apenas unos cuantos juegos de móvil y Fallout 76. Todo aderezado con aplausos y sonrisas por parte de un público que mostraba una expresión tan forzada que podría ser una cena de Nochebuena. Es cierto que se anunciaron títulos prometedores, pero apenas mostraron un teaser y todo apunta a que Starfield y The Elder Scrolls VI tardarán en ver la luz.
Hubo sorpresas agradables, pero todas por parte de otros estudios que acuden a Bethesda para publicar sus juegos. Ghostwire: Tokyo y Deathloop prometen, pero ni así consiguieron salvar un par de años de capa caída. No parece que haya buenas noticias a la vista, especialmente si tenemos en cuenta el reciente retraso de Doom Eternal, que pondrá difícil para la compañía cuadrar las cuentas cuando termine el año fiscal.
A bombo y platillo se sumó Bethesda a la defensa de los juegos de un solo jugador. Bajo el lema #Saveplayer1 publicaron un contundente video que podéis encontrar apenas unas líneas más arriba. "Los jugadores que buscan experiencias de un solo jugador son dejados atrás, olvidados, descuidados... algunos fueron rescatados y encuentran nuevas aventuras, pero otros no tuvieron la misma suerte. Por solo unas pocas chapas de Nuka-Cola podrás compartir la diversión de las aventuras de un solo jugador." Quizás por eso no estábamos preparados para lo que iba a llegar. Parece que la desarrolladora se mueve más con arreones poco lógicos que con un plan de negocio realmente trabajado. Como siempre, lo paga el consumidor final y, aunque hoy tratemos de quitar hierro al asunto, la situación es preocupante para todos los que compraron fans de la compañía.
La mochila, el baúl y la suscripción: Fallout 76
Todo lo anteriormente mencionado sembraba un precedente. Era grave, pero no tanto como para hundir la compañía que nos ha traído algunos de los mejores títulos al rol occidental. Sin embargo, con Fallout 76 batieron todos los récords. Un cúmulo de despropósitos difíciles de entender, especialmente cuando vienen de una gigante de la industria del videojuego. No fue solo que tras abanderar los juegos singleplayer hicieran como si nada pasara y publicaran un nuevo Fallout exclusivamente multijugador. Todo lo malo estaba por venir.
Los problemas comenzaron antes del lanzamiento. Diversas mecánicas que no terminaban de convencer y un incontable número de bugs arruinaban un juego que ya venía con problemas de fábrica. Aun así, muchos jugadores ávidos de un nuevo universo postnuclear se lanzaron a por el título. Incluso algunos valientes fueron de cabeza a por la edición especial. Un desembolso de aproximadamente 200 euros que prometía un casco, un mapa y demás atrezzos propios de un coleccionista. Entre ellos estaba una mochila, supuestamente de tela.
“Debido a la falta de materiales, tuvimos que cambiar a una mochila de nylon en Fallout 76: Edición Power Armor. Esperamos que esto no impida a nadie disfrutar de lo que creemos que es una de nuestras mejores ediciones coleccionistas.” Así huía hacia delante una empresa multimillonaria que no fue capaz de ahorrarse algo de presupuesto para comprar más tela. No le terminó de salir bien la jugada a Bethesda, pues terminaron por rectificar una decisión que parecía tajante y sustituyendo las mochilas de nailon por unas idénticas a las anunciadas.
Durante los primeros meses de vida del título algunos jugadores perdieron todo su inventario tras ser falsamente acusados de tramposos por, simplemente, jugar a Fallout 76. El juego, aunque la propia desarrolladora jamás lo asuma, era poco más que un acceso anticipado lanzado al mercado a precio de un AAA. Así lo atestiguan los incontables bugs y el 2.8 con el que cuenta el título en metacritic (puntuación de los usuarios). A lo largo de este primer año de vida si fueron llegando expansiones que mejoraban el juego, pero con el camino a medio recorrer y el título todavía sin madurar, Bethesda decidió que era el momento de asestar el golpe de gracia.
Lanzaron al mercado Fallout 1st. Una suscripción mensual que cuesta 100 dólares al año, o lo que es lo mismo, muchísimas chapas de Nuka-Cola. Forma de monetización que choca con los compromisos de la empresa. Los beneficios de este nuevo Fallout 1st constan de una skin, moneda del juego extra de forma mensual, poder crear servidores privados y un baúl de almacenamiento infinito. Varios de ellos chocan frontalmente con las mecánicas principales del título: supervivencia y gestión de inventario. Además, algunos de los servicios no funcionan como deberían. Lo servidores privados están limitados y no permiten disfrutar del juego en su totalidad. También hay problemas con el almacenamiento ilimitado. Infinito sí, pero el almacenamiento funciona regular. Más de un jugador ha visto como tras guardar en él todo lo conseguido en un año, sus objetos desaparecían.
Por si fuera poco, cuando Bethesda decidió lanzar Fallout 1st olvidó registrar el dominio web, algo que un miembro de la comunidad aprovechó para hacer sátira con la nueva suscripción disponible para Fallout 76. El jugador, visiblemente descontento, hizo ver su opinión sobre lo absurdo de la nueva membresía premium y su contenido, aunque reconoce que le gustaría que mejoraran el título para poder seguir disfrutándolo e incluso se ofreció a mediar entre Bethesda y la comunidad. Por lo menos de esta hecatombe nuclear ha salido algo bueno, pues en la parte superior de la página hay un enlace que redirige a una campaña para financiar un hospital sin fines de lucro en Estados Unidos. El dominio puede ser consultado en este enlace.
Todavía queda un giro, la traca final. Los jugadores de Fallout 76 se han alzado en armas en su protesta. Una lucha de clases entre los que pagan y los que no que trae consigo momentos que podrían pasar a la historia del videojuego. “Me dieron una paliza al utilizar el baile del hombre polilla (exclusivo de Fallout 1st). Por lo menos cinco o siete jugadores disfrazados de ositos de peluche comenzaron a golpearme”. Esta no la viste venir, Marx.
Son múltiples los episodios que narran las víctimas de esta suerte de black panthers del yermo. Los jugadores “premium” se han organizado para exigir un servidor apartados del resto de los usuarios y, mientras tanto, formar grupos de autodefensa. No le sale nada a una Bethesda incapaz de contentar a sus jugadores, pero recordad ¡El átomo vive, la lucha sigue!
¿Podemos confiar en Bethesda?
Bethesda ha de hacer valer aquellas declaraciones en las que se comprometía con los juegos singleplayer. No por ello debería de abandonar proyectos como The Elder Scrolls Online o Fallout 76. El primero, un juego ya maduro y con una gran comunidad y el segundo puro potencial desperdiciado. Quizás eso es lo que más duele. Compartir una aventura en el Yermo con y contra nuestros amigos podría haber sido increíble. De haberse gestionado de otra forma, podría haber sido un spin-off que quedara para el recuerdo.
En cualquier caso, tendremos que disfrutar durante un tiempo de sus trabajos como distribuidora y continuar con lo que han anunciado en el E3. Lo importante es que la compañía se tome su tiempo y se reivindique con su próximo título, que, pese a que no sabemos cuándo, llegará.
Confió en que Bethesda sabrá sobreponerse. No es la primera empresa que entra en una crisis en la que todo sale mal. Capcom marcó el camino cuando, tras años de lanzamientos erráticos, resurgió con Monster Hunter: World y Resident Evil 7 Biohazard. Dos juegos de indiscutible calidad que la devolvieron a donde merecía. Ese es el camino a seguir, pero es el momento de rendir cuentas, reconocer los errores y aprender de ellos. Es cierto que el curso de la compañía en los últimos años no invita al optimismo o a la ilusión, pero... es Bethesda. Han sido capaces de crear dos sagas increíbles y de publicar juegos por los que nadie apostaba. Sí, una de las gigantes de los videojuegos haya protagonizado varios capítulos de mala praxis. No hay que perdonarlo a la ligera y la comunidad ha hecho bien rindiendo cuentas a la compañía, que aunque probablemente no lo haga público, tomará buena nota de ellas. Fallout 76 quedará como un mal recuerdo. Como en casi todo, tendrán segunda oportunidad, probablemente tiren a asegurar con esta última bala.