Durante estos últimos meses se ha virado el debate sobre los remakes, ports y demás versiones extras de videojuegos para pasar del interés según proyecto y situación personal, a una perpetua puesta en tela de juicio de su necesidad. Lo que siempre debería ser positivo, ya que más plataformas es más gente que puede disfrutar de una obra, ha quedado ensombrecido frente al afán recaudatorio de los estudios queriendo explotar la nostalgia, en ocasiones de hace apenas unos años.
Estas últimas semanas he podido jugar a NieR Autómata: The End of YoRHa Edition para Nintendo Switch. Bien podría entrar en estos supuestos, porque se trata de un videojuego con poco más de 5 años de vida y que puede encontrarse a un precio bastante asequible en Xbox, PlayStation y PC. Además, todos sabemos de lo complicado que es que Nintendo Switch llegue a ciertos estándares de calidad con ports procedentes de consolas más potentes.
Pero la realidad es que me he encontrado con dos cosas que me han sorprendido a partes iguales. Por un lado estamos frente a un juego que sigue asombrando, incluso a alguien como yo que realizó todos los finales y que le dedicó muchas horas para completar misiones secundarias. Por otro, deslumbra uno de los ports más conseguidos de Nintendo Switch.
Cinco años después, misma sensación de descubrimiento
Empecemos por el juego en sí. NieR Autómata es un título inequívocamente creado por Yoko Taro. Se han escrito artículos, libros y mares de tinta al completo sobre este autor, por lo que no me entretendré demasiado en su mano. Pero cinco años después de jugarlo por primera vez el juego se siente tremendamente fresco, no ya jugablemente (que ahí tenemos a un inspirado Platinum como responsable), sino por como usa el lenguaje del videojuego.
Constantemente rompe la cuarta pared, pero de una forma consistente con su mundo. Logra que al mismo tiempo la aventura salga de la pantalla para hablarte, pero sin romper la magia de la narrativa y la construcción de mundo que está presentándonos. No tengo la sensación de estar jugando a un videojuego, y a la vez la tengo todo el rato. Sensaciones contrapuestas, pero que van en la misma dirección.
Mira que ya jugué en su día a NieR Autómata, y que se ha hablado tantísimo de su función de memoria del personaje principal. Pues llega ese momento, y vuelvo a sorprenderme de la cantidad de cosas que están integradas ahí, como la posibilidad de configurar runs, dificultad modulable y todo tipo de guiños al jugador. Por citar un ejemplo.
Tras leer a muchos desarrolladores he llegado a la conclusión de que los videojuegos no se crean con frases, intenciones o ideas... Al menos no directamente. El desarrollo de un juego es el resultado de la interacción entre preguntas y respuestas, y cuanto mejores sean tanto las cuestiones como las soluciones, mejor será el título. En esta segunda vuelta a NieR puedo apreciar cómo el equipo de desarrollo fue especialmente inteligente a la hora de plantearse los problemas, e imaginativo a la hora de responderlas.
Técnicamente sorprendente
Si vamos a la segunda parte, la del rendimiento, tenemos una agradable sorpresa. NieR Autómata para Nintendo Switch era un port complicado de afrontar por dos cuestiones evidentes. Se trata de un juego que artísticamente ha dado mucho que hablar durante estos años, algo que puede verse dañado con un bajón de resolución y rendimiento propio de hacer el "demake" necesario para meterlo en Switch.
Hay que pagar precios obvios, como un pop-in acentuado, unas texturas mucho más planas y unas sombras recortadas en calidad. Pero no estamos frente a un drama, frente a un NieR Autómata irreconocible en sus cinemáticas, o que pierda parte de su personalidad a cambio. El juego cumple y se aprovecha de las paletas de color del juego, en ocasiones oligocromáticas... Por no decir directamente blanco y negro.
La segunda cuestión es su fluidez. Al ser un juego de acción, es necesario que todo responda con precisión. Es cierto que pasamos a los 30 FPS, y que eso duele en un título de estas características, pero hay que destacar lo rocosos que son. No hemos notado apenas caídas, mientras los controles responden de forma rauda a nuestras pulsaciones... Y eso que hemos jugado en versión portátil.