Os tengo que contar un secreto: ayer usé una máquina del tiempo. No es ninguna broma, de hecho tengo muchos testigos. Es hasta extraño que no se haya comentado más en redes que en las oficinas de Mediapro en Barcelona cuentan con un dispositivo que permite viajar al pasado. Porque lo que era una visita al escenario de las finales europeas de Wild Rift, terminó siendo una experiencia de vuelta a tiempos pretéritos.
No fui el único que se dio cuenta de esto, de hecho uno de los artífices de este evento, Eduardo Yuguero, me confesó que también lo pensaba. Incluso Unai "Acolyte" Seoane, jugador de la calle de Barón de Team Queso, flamante campeón europeo coronado en la cita barcelonesa, lo verbalizó en una charla conmigo: hemos vuelto al pasado.
Porque este Wild Rift European Championship (WREC) fue una ventana al pasado. Concretamente a ese momento maravilloso de 2013-2014 en League of Legends, cuando no todo estaba escrito y de un día para otro surgían nuevos lenguajes, historias y formas de competir. Un botón de reset que nos da la oportunidad de volver a dibujar el camino que tan lejos nos ha llevado.
Lo mejor del profesionalismo, pero sin renunciar a la espontaneidad
Quien escribe estas líneas ha visto muchos torneos de esports de forma presencial, y una amplia mayoría de ellos eran de League of Legends. Durante la última década hemos vivido una profesionalización delante de las cámaras, la cual nos ha llevado a ligas perfectamente homologables visualmente a espectáculos deportivos del más alto nivel, así como una profesionalización interna. Como diría aquel, "esto ya no es un juego".
Aunque se ha ganado una miríada de aspectos totalmente beneficiosos para jugadores, espectadores y productores, lo cierto es que la espontaneidad y la sorpresa ha ido perdiendo espacio. Aspectos como el scouting y el balance histórico de más de una década, nos hace que en League of Legends sepamos si un equipo es bueno según su región, sus jugadores y cuerpo técnico. Wild Rift es un lienzo en blanco con mucho espacio para dibujar.
Esto no quiere decir que no haya competitividad. Acolyte, me cuenta que tienen un régimen de entrenamiento asimilable a una jornada laboral, cuentan con entrenador y un cuerpo técnico que vela por ellos, incluso si sus necesidades son una bebida energética con la que mantener el tipo durante las finales.
Pero de la misma forma, pudimos ver como los equipos que iban perdiendo se quedaban viendo el resto de partidas en el auditorio habilitado para comentar las jugadas entre ellos y animar a amigos en otras escuadras. Una estampa más propia de torneos universitarios de deporte electrónico que de unas finales continentales de un videojuego competitivo, y que incluso a los rioters presentes les retrotraía a unos ambientes más propios de lanes o los incipientes torneos de hace más de un lustro.
En búsqueda de su propia identidad
Pero dejemos lo accesorio y centrémonos en el juego. Ainhoa "Noa" Campos, narradora y presentadora del evento, así como una de las voces más reconocidas y reconocibles del LoL de sobremesa en castellano, me confesaba que comentar Wild Rift era una especie de universo paralelo. "Es que las animaciones no son iguales, y yo estoy habituada a ver una luz de tal color y ya saber qué está pasando. Es volver a aprender todo otra vez", me contó durante uno de los descansos entre mapas.
Para alguien como yo, que empezó a jugar a League of Legends en la temporada 2, este torneo de Wild Rift ha sido todo un deja-vu. Ver a Gragas medio con una build de AP, Nasus y Garen siendo picks viables en top o Singed pudiendo ser un campeón que rompa las partidas por completo, es algo que me trajo viejos recuerdos. Pero que además habla de cómo Wild Rift busca crear su propia realidad paralela, una en la que, de nuevo, haya sorpresas.
En el plano de producción, Yuguero también me contó alguna que otra interioridad de un show realmente innovador. "Es que en el League of Legends está todo inventado. Aquí se busca tener una identidad propia", me relató mientras me mostraba ese escenario con los sofás en vez de mesas y sillas gaming, o posteriormente cuando hablábamos de cómo metieron una moto en plató y lo contentos que estaban de haber apostado por una DJ "residente" durante el fin de semana.
Y lo más importante es, curiosamente, otro deja-vu... Además por partida doble. Para empezar porque Team Queso era el vigente campeón hasta su victoria del día de ayer, pero también porque esto habla de cómo el equipo fundado por Álvaro845 sigue siendo capaz de dominar en su terreno original, el de los esports de móvil.
Esta temporada 1 de Wild Rift tendrá su colofón con el Icons de Singapur, unos Worlds que contarán con tres equipos de la región europea, y uno de ellos Team Queso. Habrá momento de hablar de Andreszed y su insultante nivel durante todo el fin de semana, o de cómo cambiará el metajuego con el parche 3.2, pero de momento la idea es que Wild Rift puede ser un esport por derecho propio haciendo dos cosas que parecen opuestas: diferenciarse de League of Legends, y a la vez aprender todo lo posible de él y de su escena competitiva.
Foto de Kirill para Riot Games.