Esta misma semana hemos tenido la excelente noticia de que PUBG, el precursor de los battle-royale, pasaba a ser un juego free-to-play. Algo que la comunidad llevaba tiempo reclamando y que ya es realidad. Pero, como suele ocurrir, todo lo positivo arrastra cosas negativas, en cierta forma.
Lo del lado bueno es que, como es lógico, el juego está alcanzando sus mayores picos de jugadores en Steam, con una cifra de 670k como tope de momento; el doble de lo habitual si lo comparamos con datos del mes pasado. Como aspecto positivo, esto puede desembocar en más potenciales jugadores que puedan dar el salto al mundo profesional en los torneos competitivos de esports del juego.
Pero el aumento de gente llega también con la atracción de personas que lo que menos quieren es pasarlo bien echando una partida. Y los datos reflejan que se han multiplicado por 13 las críticas negativas procedentes de jugadores que antes pagaban, y que se quejan de la habitual presencia de los tramposos, que usan trucos o artimañas para ganar partidas.
Es de suponer que desde Krafton ya están afrontando el problema para evitar que vaya a mayores y contrarrestar a los cheaters, que son siempre un incordio.