Los hermanos Rasmussen consiguieron su primer ordenador doméstico de la misma manera que muchos de nuestra generación, apropiándose el que su padre trajo a casa para trabajar. Peter ya había podido coquetear con Counter-Strike mientras cursaba la educación primaria, en incluso se dejaba caer por algún club juvenil de Copenhague para echar unas partidas y matar ese mono. Con esa máquina en casa, que seguramente podría iniciar el juego de disparos aunque estuviera construido para labores más rutinarias, tocaba convencer a su padre.
El jefe de familia era una persona muy cerebral, a la que le gustaba tener todo bajo control. Era normal que no le hiciera mucha gracia ver su espacio de trabajo invadido por sus hijos y un juego tan violento, pero los pequeños Rasmussen lo lograron. Eso sí, antes de instalar siquiera Counter-Strike, había que leer los ya por entonces maltratados términos de servicio, los requisitos del sistema y la información más detallada posible sobre su creador; no se iba a arriesgar a estropear su ordenador con una manada de virus. Peter y su hermano prometieron usarlo unas pocas horas tras venir de la escuela. Pocas mentiras se dicen con menos convicción.
Se acabó la calma
La vida era feliz en casa de los Rasmussen, hasta una tarde de 2010 en la que Peter llegó del instituto para comer. Sus padres estaban ya con el plato encima de la mesa, una escena cotidiana que había vivido millones de veces; las suficientes para saber que ese silencio tan frío significaba algo malo. El padre de familia había acudido a un chequeo rutinario en el que le detectaron un cáncer estomacal. No estaba encamado ni con la extrema unción en la frente, pero una sombra se cernía sobre la familia dispuesta a seguir creciendo día a día bajo su atenta mirada.
Como sucede en estos casos, el tiempo vale más que nunca y siempre se quiere reservar para la persona que puede marcharse en cualquier momento. Sin embargo, también es necesaria una válvula de escape para evadirse de lo triste y oscura que es la muerte. Peter la encontró en ese primer juego que instaló en un ordenador con su padre: Counter-Strike comenzó a ser su medicina anímica cada noche. Cada vez pasaba más tiempo jugando, algo que preocupaba a su madre, pero a buen seguro, habría algo de alivio al escuchar sus risas a través de la puerta cerrada de su cuarto.
A pesar de que la enfermedad comenzó en el estómago y siguió devorando a su inquilino hasta tocar el hígado y la espina dorsal, la vida no cambió demasiado para la familia. Lo que si empezó a cambiarla fue el éxito que Peter, conocido como Dupreeh en su mundillo, empezó a cosechar en Counter-Strike. En 2014 firmó por Dignitas, un club que le pagaba un sueldo con el que ayudar en casa, y hacer ver a sus padres que podría tener carrera en los deportes electrónicos. Y precisamente fue su padre quien empezó a ejercer de manager y asesor. Nadie mejor que esa persona tan metódica para guiarle en lo que no dejaba de ser su primera experiencia laboral.
Astralis y el punto de no retorno
Dos años más tarde, Dupreeh creó junto con sus compañeros y amigos uno de los equipos que hoy están considerados en el podio de los más dominantes del Counter Strike: Astralis. Un año después de la fundación, ya estaban ganando torneos de la mayor categoría dentro de su juego, los Majors. Y ahí estaba el padre de Dupreeh para ayudarle con los pagos de impuestos, alejándole de los cantamañanas interesados e incluso siendo un apoyo moral en los malos momentos deportivos; algunas veces de manera presencial en los desplazamientos.
Una especie de calma chicha, e incluso de felicidad, que se truncó a finales de 2018. Una caída en el tren del padre de Dupreeh se saldó con un brazo roto. Una aparatosa lesión para alguien sano, pero una condena al sufrimiento de quien está invadido por esa enfermedad. El cáncer presionaba los nervios y los doctores no podían sumar más calmantes a un cuerpo que ya tenía todo un cóctel medicinal en sus venas.
Las cosas nunca mejoraron del todo hasta que en febrero de 2019, quedó ingresado en el hospital. Dupreeh estaba preparando la Intel Extreme de Katowice, uno de los mayores torneos del año en Counter Strike, que además concedía medio millón de dólares al ganador. Astralis era el máximo favorito, pero la persona más importante para uno de sus jugadores estaba arañando horas y días a un reloj vital que ya le concedió casi una década de descuento con su familia.
Un triunfo prometido
Peter intentaba aprovechar esos últimos momentos, ya en el hospital, pero su padre apenas estaba consciente durante las largas horas de vigilia. Durante uno de esos momentos de lucidez, se dio cuenta de que la IEM Katowice estaba a la vuelta de la esquina y le dijo la última frase que su hijo oiría de sus labios:
– Quiero que vayas al torneo. Mucha suerte
El día antes al viaje de Dupreeh, el cuerpo de su padre no pudo más. Y el Counter Strike volvió a ser la forma de cambiar el chip de un jugador danés que en cuanto pisó la ciudad polaca donde se juega el campeonato, empezó a pensar en jugadas, rotaciones, metajuego y las necesidad de cumplir las altas expectativas. Como ese primer ordenador, Dupreeh dejó en standby todo el duelo por su padre y se puso a jugar como nunca, hasta el punto de que Astralis se llevó el torneo sin perder ni un sólo mapa.
Su familia de otro padre, Astralis, se fundió en un enorme abrazo, consciente de lo que significaba esta victoria para ellos y en especial para Peter. A través de una llamada días antes de ir a Katowice, le dieron permiso para quedarse en Dinamarca y pasar el trago con sus familiares. Pero Peter les necesitaba al igual que necesitaba el Counter Strike para hallar algo de luz en unos momentos tan oscuros.
Y en ese momento, apareció en su cabeza la imagen de su padre y volvieron las lágrimas a sus ojos. Tras levantar el trofeo, Peter se sentó en una de las escaleras del escenario del Spodek Arena junto con su madre. Miles de personas comenzaban a abandonar las gradas, el confeti se movía por el ambiente, pero en esos pocos metros cuadrados el tiempo se paró para que ambos pudieran esbozar una sonrisa amarga; Dupreeh había conseguido cumplir con el deseo que su padre le transmitió en el lecho de muerte.
Player's Tribune de Dupreeh.