Aunque nada crece para siempre, el League of Legends competitivo lleva prolongando su tendencia positiva a lo largo de los últimos años. Una situación que en 2021 se ha ratificado con récords en competiciones como la Superliga y una gran resistencia en cuanto a espectadores en la máxima competición europea pese a la moderación de las restricciones en el continente y la particular situación en la LEC de G2 Esports y Fnatic.
La excepción que confirma la regla
Sin embargo, la LCS se ha situado como la gran excepción en el League of Legends mundial. El torneo oficial de Riot Games en Norteamérica enfrentó en la final de su temporada veraniega a 100 Thieves y Team Liquid con victoria para los primeros por tres mapas a cero. Una situación en la que se juntó el poco tiempo de retransmisión y la falta de un segundo equipo con mayor tirón mediático, derivando en una cifra de espectadores máximos de 364.328.
Poniendo los datos en comparación, es menos de la mitad de las visualizaciones simultáneas de pico que obtuvo la final del Summer Split de LEC. Un dato que supone la peor marca para la competición en más de cinco años, desde que la final en 2016 acumuló un pico total de 590.000 espectadores sumando todas las plataformas. Registro negativo que delata el estancamiento de una región que, pese a sus elevados salarios, comienza a quedarse muy por detrás.
La división de esports de Riot Games tendrá que plantear una nueva estrategia de cara a la próxima campaña de 2022. Quizás una posible buena actuación de los equipos en los próximos Worlds 2021 sirva para elevar los ánimos en el continente, pero los problemas del juego en el continente se están comenzando a enquistar y no es una región que la desarrolladora quiera dejar en segundo plano.