Como cada trimestre, nos toca sentarnos frente a una nueva expansión de Hearthstone. Eso sí, como con cada una de las que estrenan el año, llega la rotación del formato estándar... Y la del Año del Grifo no es moco de pavo. Estamos frente a uno de los mayores cambios en la historia del juego de Blizzard, ya que además de decir adiós a El Auge de las Sombras, Salvadores de Uldum, El Descenso de los Dragones y el set de Iniciado cazador de demonios, se produce la llegada del nuevo Conjunto Esencial.
Conjunto esencial redibuja el equilibrio de poder en Hearthstone. las cartas básicas y clásicas pasarán a ser salvajes dentro del conjunto Antiguo y una nueva selección de 235 cartas esenciales llegará para ocupar su sitio. Esto hace que tengamos una nueva Ysera, Malygos y Alamuerte o legendarias de clase como Vanessa VanCleef.
Pues tras unos días jugando a Forjados en los Baldíos, y probando todo lo nuevo que trae el Año del Grifo, es el momento de que escribamos unas líneas sobre el nuevo Hearthstone.
Muchas cartas, mismas sensaciones
La primera impresión es que estamos bastante despistados. Tanto si seguías el metajuego anterior como si no lo hacías, es raro enfrentarse a este Año del Grifo y a Forjados en los Baldíos. La desaparición de varios sets, la salida de multitud de cartas del formato estándar y la entrada de otras (algunas de las cuales son conocidas ya por muchos jugadores clásicos de Hearthstone) justifican esa sensación de desarraigo. Tras abrir 80 sobres y tener muchas de las cartas ya presentes en el juego, desconozco por completo cuáles tengo, cuáles no y qué puedo hacer con ellas.
Y esa es la sensación que se observa en el ladder. Algunos jugadores usan combos de anteriores expansiones como Scholomance o Feria de la Luna Negra, mientras es habitual ver fallos clamorosos en estos primeros días. Estamos en un periodo de adaptación, y se nota. La novedad es un factor importante para que todos tengamos muchas ganas de probar este o aquel combo, y el hype que la comunidad tenía por un cambio tan relevante como Baldíos y el Año del Grifo.
Sin embargo, parece que algunas clases han perdido algo de personalidad con todo este ajuste. Hay arquetipos clásicos como el Pícaro Miracle o el Druida Ramp, pero se sienten bastante torpes y menos fluidos que anteriormente, como si todo estuviera centrado en ciertas cartas o combinaciones potentes, y no un fluir de naipes en base a una personalidad y arquetipo definidos por el mazo que usamos.
Novedades poco novedosas
Y no es que no haya novedades con Forjados en los Baldíos, pero sí que son poco imaginativas. La palabra clave, Frenesí, otorga una ventaja a los esbirros la primera vez que sobreviven al daño. Para clases con daño a sus mismos esbirros, como el Guerrero, es bastante interesante y casa con su filosofía de diseño durante estos años; sin embargo, hay clases con las que no pega demasiado.
También tenemos los hechizos con rango, que tienen 0 manás de coste y que mejoran su poder cuando tienes 5 o 10 cristales totales. Añaden variedad y flexibilidad a los mazos, pero no hacen cosas demasiado dramáticas. La última gran novedad son los Mercenarios Legendarios, que no dejan de ser esbirros legendarios pero con una narrativa que se nos irá contando a lo largo de los meses.
Hay mazos interesantes, y el metajuego se va desarrollando, pero es justo decir que Forjados en los Baldíos y el Año del Grifo no es esa megatraca que parecía este cambio de Año Estándar en particular... Y parte de responsabilidad la tiene una expansión que parece quedarse corta a nivel de novedades jugables. Es cierto que el nuevo sistema de recompensas es genial y que este meta puede que acabe siendo un buen suelo sobre el que construir, pero en estos momentos nos sigue apeteciendo más jugar una partida rápida a Battlegrounds que viciar toda la tarde al nuevo set.