Para muchos aficionados, League of Legends es sinónimo de deportes electrónicos. Los esports han tenido un papel fundamental en el desarrollo de Riot Games y, desde que comenzó a crear sus grandes ligas, la compañía no ha dejado de hacer crecer su producto estrella. Una situación que ha llegado a su punto más alto con la profesionalización de las competiciones regionales y, especialmente, con el espectacular debut de la nueva LFL.
LVP nos hizo vivir en una burbuja. En 2013 ya existía la máxima categoría española de League of Legends. Por entonces se conocía como División de Honor y nos acostumbramos a ver clubs ya extintos como Dimegio, 34 United o a los mismísimos Duques de Roquetia. Todos estos equipos competían hace siete años en una liga casi profesional que, pese a los fallos y la temeridad de la inexperiencia, estaba a años luz del resto de la escena europea.
Los tiempos cambian, y aunque permanezca el honor, lo cierto es que la empresa barcelonesa ha perdido la ventaja conseguida tras años trabajando en los esports cuando apostar por ellos era mucho más difícil que ahora. Vaya por delante que esto no quiere decir que la Superliga no sea un producto de calidad superlativa independientemente de cuál sea la perspectiva en la que queramos analizarlo. Sin embargo, todo lo que podamos aprender y mejorar en el camino será bienvenido. Aun así, sería absurdo no fijarnos en nuestros vecinos galos y su espectacular debut.
1.- Nadie es intocable
O’Gaming llevaba trabajando en Francia desde hace más de un lustro. La plataforma había llegado al punto de monopolizar las retransmisiones de las competiciones de League of Legends y parecía que se habían vuelto intocables hasta que hace apenas unas semanas se confirmó un megatón que todavía retumba en la escena francófona.
Chips y Noi, dos extrabajadores de la empresa, decidieron montar su propia productora (OTP) y empezar a trabajar para hacerse con los derechos de diversas competiciones. La LFL, su segunda división, el European Masters, la LCK, la LEC y hasta los Worlds eran para ellos. Unos derechos en exclusiva para la empresa de estos dos comentaristas que quedaba como clara ganadora en el reparto dejando apenas unas migajas para la competencia.
Esto no quiere decir que de la noche a la mañana la LVP vaya a perder la capacidad de retransmitir las grandes competiciones de League of Legends o que Riot vaya a ir a dárselas a otra empresa. Sin embargo, establecer precedentes de que las cosas pueden cambiar cuando no se mejora es el camino para darse cuenta de que la autocomplacencia no es una opción.
2.- Los esports no son fútbol
Quitando las excepcionales causas fundacionales de esta reforjada LFL, lo más llamativo y lo que hace que hoy estemos hablando de ella es su pico de espectadores. La suma aritmética sin excluir posibles visualizaciones “duplicadas” nos indica que un total de 137.000 usuarios se dieron cita de forma simultánea en las diferentes retransmisiones que estaban disponibles. Un hito histórico para el League of Legends regional.
Hablamos de “diferentes retransmisiones” porque, pese a tener la exclusiva de la competición, OTP se ha abierto a compartirla para que pueda haber emisiones simultáneas en las que otros streamers o equipos puedan aumentar el valor intrínseco de la liga en sí. Una decisión que vuelve a abrir el debate de los derechos de retransmisión de los deportes electrónicos y plantea la pregunta sobre si deben seguir o no los cánones tradicionales. Una cuestión terriblemente compleja y que invita a una reflexión que, no os vamos a engañar, ha condicionado las dos próximas lecciones.
3.- La importancia de los clubs
La LFL cuenta con seis clubs de relevancia internacional y multidisciplinar: Team BDS, Vitality.Bee, Gamers Origin, LDLC OL, Misfits Premier y Solary. Por si fuera poco, detrás de estos equipos llega apretando un nuevo gigante: Karmine Corp. Hablando solo de nivel deportivo, cualquiera de ellos sería candidato a las primeras posiciones de la Superliga si no al mismo título.
Sin embargo, lo interesante es que su repercusión es muy superior a la de casi cualquier club de nuestra liga nacional. Algunos equipos de la máxima competición española parecen formar parte del amueblado previo que llegó con el alquiler sin hacer los esfuerzos necesarios por expandir su marca ni aportar calidad deportiva suficiente.
Tampoco es todo culpa de los equipos y muchos no tienen los medios para competir en creación de contenidos o impactos en redes. Es aquí donde surge una idea todavía a medio madurar incluso más interesante a largo plazo que repartirle los derechos a streamers entra en juego: ¿y si los clubs pudieran crear su propia marca a partir de la competición retransmitiendo sus propias partidas?
4.- Un sistema de ligas justo
Una de las situaciones que no entendería ninguna persona ajena a los deportes electrónicos el año pasado es la del descenso de la máxima competición nacional. Tanto BCN Squad como eMonkeyz se salvaron de la quema porque la academia de Movistar Riders fue capaz de ganar a Origen SB durante las finales de un circuito tormenta que se quedó sin el premio de mandar a un equipo a la fase de ascenso.
Dos clubs que se abonaron a la parte baja de la tabla durante las dos vueltas de la temporada y que acabaron generando desinterés y apatía. Un hecho que no les ha impedido estar de nuevo presentes en la competición pese a no haber trabajado para merecerlo y que extirpó cualquier aliciente a la zona baja de la tabla. ¿Para qué ver un partido entre dos equipos poco interesantes que no tiene impacto alguno en el futuro de la Superliga?
La LFL tendrá fase de promoción cuando acabe el año y ha incorporado dos nuevos equipos a la competición de cara a esta temporada. Una lección que no es única de esta liga pero que dará verdadero interés a los partidos entre Izi Dream y Team MCES, dos de los clubs candidatos al descenso.
En cualquier caso, está por ver si la situación en la Superliga cambia a lo largo del año, pero ahora que la competición ha empezado no tenemos ninguna noticia sobre un nuevo formato de descenso. Lo que está claro es que con un sistema de ascenso hecho para preservar a los mismos equipos en la competición es normal que clubs como Team Heretics no quieran asomarse al League of Legends nacional desde la segunda división.
5.- El riesgo es fundamental
Sin embargo, la mayor lección de la LFL es muy clara. El riesgo es fundamental a la hora de tener éxito y lo cierto es que la LVP lleva tiempo en línea continuista. Una situación a la que hay que sumarle el infortunio de que la creación de la figura de los corresponsales se tuviera que ir al traste debido a la situación sanitaria.
Es cierto que la Superliga funciona, crece en cifras y mejora como producto de forma constante. Sin embargo, se echa de menos que la empresa que más ha arriesgado en la historia de los esports nacionales no se decida a darle una vuelta de tuerca al producto.
La Superliga tiene otras muchas fortalezas. Es la liga que más contenido genera a su alrededor con una parrilla de programas de diversas plataformas que muchos envidiarían. También la competición que tiene más historia y cuenta con una producción excelsa que completa un equipo de retransmisión maravilloso. Ver a otras ligas apretarle las tuercas y demostrar que pueden aprender de otros no es ni mucho menos negativo. Los esports deben crecer juntos, y cuanto más queramos aprender más corto será el camino.