Si hubiera que definir la saga Call of Duty con solo dos mapas la decisión es clara: Cargamento y Nuketown. Estos escenarios se han convertido en los puntos de referencia para Modern Warfare y Black Ops. Ambos caóticos y ofreciendo diversión desenfrenada en la que basta con conseguir un par de rachas, siempre han sido los más queridos de la comunidad con permiso de Hijacked y Terminal.
Sin embargo, el caso de Nuketown es el más especial de todos. Desde que se lanzó en el Black Ops original ha estado presente en todas las entregas y siempre ha llegado con modificaciones. Del original pasamos a versiones más y menos futuristas. Como era de esperar este Call of Duty: Cold War no iba a faltar a la cita y, aunque en esta ocasión se lanzará un poco después del lanzamiento, lo cierto es que no habrá que esperar mucho para echarle el guante.
De momento, apenas tenemos una imagen, aunque teniendo en cuenta que será la versión de 1984 deberíamos esperar algo más similar a la edición que debutó en el primer Black Ops.
A lo largo de las diferentes versiones del mapa hemos pasado por diferentes épocas temporales que quedan bien reflejadas en la mayoría de los casos. Tenemos ubicaciones en 1950, 2025, 2045 y 2065. Un poco de todo que ha permitido a los desarrolladores ponerse creativos e imaginar la evolución de esta ciudad destinada a las pruebas de armas nucleares.
La versión original del mapa no iba a ser necesariamente continuada, pero la comunidad la volvió a pedir y la tuvimos de vuelta en todos los títulos de Treyarch desde entonces. Convirtiéndose en un clásico capaz de superar al mismísimo Cargamento al ser algo más ordenado pero manteniendo el caos. Nuestra segunda visita a Nuketown fue en 2025 y por entonces ya encontramos un escenario muy cambiado.
Era todavía un futuro próximo y tampoco era complicado hacer previsiones. Sin embargo, es a partir de este punto cuando la fantasía empieza a dispararse. Con un 2045 en Black Ops 4 algo más conservador en una evidente vuelta a los orígenes en una fantasía de dominio Soviético, también tuvimos un 2065 en el que el equipo tiró la casa por la ventana en la tercera entrega. Una distopía futurista con partes humanas intercambiables por piezas tecnológicas bien merecía lucir así.