Desde Sony anunciaron en una entrevista que PS5 tendrá los mejores juegos de lanzamiento de la historia de PlayStation. La promesa, aunque de categoría, llega ya completamente vacía de contenido. No tenemos motivos para no creérnosla más allá de las reticencias habituales con este tipo de afirmaciones categóricas que vienen por parte de las compañías. Sin embargo, el hype o las ganas de jugar están dejando paso a una frustración justificada.
La consola de nueva generación de la empresa japonesa verá la luz en aproximadamente tres meses. A estas alturas la temporada de especulación debería de haber dejado paso ya al momento en el que vamos conociendo todos los detalles de PS5; a la emoción de una nueva generación y los bailes de reservas, a la decisión de que consola querremos comprar primero o cuál sacrificaremos si no podemos hacernos con las dos.
Hay cierto disfrute en la especulación. Rebuscar en páginas cuyos idiomas no logramos ni identificar ya era entretenido antes de tener que escribir sobre el tema. Aun así, todo en la vida tiene un tiempo y el de PS5 está siendo capaz de sorprender hasta a los más pesimistas.
Normalmente, cuando dos marcas buscan conseguir una mayor cuota de mercado esperamos que los consumidores salgan beneficiados. Sin embargo, la batalla entre Sony y Microsoft con PS5 y Xbox Series X ha llegado al absurdo más exagerado. A un duelo de paciencia en el que no podemos salvar a ninguna y en el que todos estamos perdiendo de forma exagerada.
Mientras que en el pasado disfrutábamos de los anuncios en las conferencias del E3 y solíamos conocer, como mínimo, la fecha y el precio de las consolas, esta vez llevamos un retraso de más de tres meses. No se puede culpar a las compañías de la necesidad de adaptarse a la situación, pero apenas quedan unas semanas para poder tener cualquiera de las dos consolas en nuestra estantería.
La perspectiva parece casi irreal. Todavía no podemos marcar en el calendario el día en el que jugaremos a PS5 ni sabemos con exactitud cuáles serán los juegos que llegarán a nuestras estanterías. Creer en las promesas de una u otra marca de videoconsolas se ha convertido en un acto de fe del que no tenemos prueba tangible alguna más allá de conferencias que siempre llegan de la mano de nuevos tráileres y la promesa de que 2021 será mucho mejor.
Ni Sony ni Microsoft son las responsables de la situación actual. Está claro que PS5 y Xbox Series X han sido duramente castigadas por el coronavirus. Sin embargo, esto hace de sus errores de comunicación o la absurda estrategia empresarial del “tú primero” todavía más dolorosa para los consumidores. El momento de tener datos concretos ha llegado. Por delante, nos