Revisando sagas y filmografías, un servidor reacciona al darse cuenta de que diversos géneros parecen prepararnos para situaciones como las que, lamentablemente, nos toca vivir. Los videojuegos siempre han jugado con la ficción, por supuesto, y no se nos ocurriría postular que un título nos prepara para un desastre. Pero en el aspecto más psicológico, tal vez no sea tan descabellado. ¿Cómo es esto posible? Demos un paseo, en pleno estado de reclusión, por títulos que jugaban con la idea de cuarentenas, toques de queda y situaciones excepcionales.
Las últimas frases de la película Resident Evil: El Capítulo Final, resultaban pavorosas, y más a día de hoy. “El virus se extendió a la velocidad del mundo moderno: mediante aviones”. Hoy no vamos a detenernos en apocalipsis orquestados, pero sí en el reflejo social y la resistencia ciudadana, que se ven perfectamente expresados en varios títulos. De hecho, la primera mención será para un título en el que el estado de alarma queda perfectamente reflejado. La frase “mire a su alrededor”, junto con ese conocido rostro, abría la sección jugable de Half Life 2, donde el vehículo de pasajeros estaba casi vacío, mientras veíamos, a ambos lados, cómo las fuerzas del orden se imponían a grupos de ciudadanos, para después pasar un exhaustivo control. Una sociedad domada. Un desastre por controlar. A eso añadimos los desoladores entornos, con zonas derruídas. Y sí: enemigos que van más allá de la soldadesca, y de carácter biológico.
Pero no nos detenemos en la saga de Valve, y ahora sí que tenemos que enganchar con Resident Evil. Ojo: con todo respeto por las personas afectadas, esto no es una comparación entre horrores de plagas y una obra de ficción; hablamos del terror al contagio. Durante los juegos no se trataba demasiado el riesgo de contraer el virus, si bien sí que nos envenenábamos. Lo que sí estaba claro era que debíamos contener la infección, o todo el mundo acabaría… casi como acabó. Sí, esto es anterior a la racha de armas biológicas avanzadas que convertían a los zombis en el menor de los problemas. La colmena de Raccoon City voló en pedazos para eliminar el riesgo biológico. La propia ciudad fue borrada del mapa mediante un misil termonuclear. Hay que contener la infección, antes de que se desperdigue. ¿Funcionó? Lo extraordinariamente largo de la saga demuestra que no. Escenas como la de la hija del alcalde, asesinada empleando la infección como excusa es un gran alusión al mal uso del poder. Sí, ese de los políticos oportunistas. Y la propia escena de los zombis avanzando por las calles sin control no deja de recordarnos el poder de las plagas. Toque de queda, militares en las calles… sagas que parecían diseñadas para asustarnos con algo que no veríamos nunca. ¿Nunca? Zombis no, pero el resto, da miedo.
Metro 2033 (y secuelas) parecía diseñado para que nos hiciésemos el cuerpo a “interiores”... sí, da casi risa pensarlo, pero es cierto. Toda salida al exterior conllevaba buscar desesperadamente una máscara con filtros que funcionasen. Dejemos a un lado monstruos y disparos: la vida en túneles y habitaciones subterráneas, con filtros en el aire y con fuerzas de seguridad que dan lugar a, incluso, enfrentamientos entre estaciones de metro. Sí, el juego basado en el libro de Dmitri Glujovski se basaba en la radiación y el aire envenenado. Pero los desplazamientos por túneles tratando de no ser vistos, a través de vagones de metro abandonados y decrépitos mientras los guardias controlan las zonas, y todo esto, tratando de no ahogarnos. Además, las familias y grupos se organizan en torno a un nuevo modelo social de interiores. La claustrofobia fue algo que siempre alertó a un servidor respecto al juego. Falta de aire, oscuridad, luz eléctrica… y una sensación de querer respirar si alcanzábamos la superficie, pero que no llega a resultar, puesto que siempre habrá un filtro de por medio.
Nuestra última mención de este artículo es para, por supuesto, The Last of Us. Reiteramos: no hablamos de hongos, ni de infectados. Sino de soldados vestidos de aislamiento por riesgo biológico, racionamientos, edificios abandonados y un nuevo orden social dominado por las fuerzas de seguridad en la que se cortan zonas de ciudades y se decretan toques de queda. Muy similar al estado de alarma… y sí, también mascarillas. Por supuesto no queremos decir que el título de Naughty Dog resulte un simulador que nos prepare psicológicamente, pero hay diversas escenas que parece que ya hemos vivido. Tensión constante, miedo y la sensación de que el control nos obliga a escapar… pero lo de fuera es, si cabe, mucho más aterrador y peligroso. Una obra de arte que no sabíamos que llegaría a tener tanto significado, y que esperemos, deje de asemejarse a nuestra vida cotidiana reciente.
Retomando lo que dijimos al principio del texto: ¿nos han preparado algunas veces los juegos para la reclusión? Tal vez a un nivel interno, hay elementos que nos hacen recordar experiencias propias de nuestros títulos favoritos. O al menos, de los que nos han impresionado de sobremanera. Pero una vez más, el ocio ha servido para expresarnos, y para hacer el cuerpo. Lamentablemente.