Nunca he sido demasiado fan de los MOBA, no os voy a mentir de buenas a primeras. Es un género que me llama poco y tampoco me dice nada una vez estoy metido en algún juego. También os he de confesar que no es la primera vez que jugado a League of Legends. Cuando iba a bachillerato, allá por 2012, había jugado alguna partida entre reto y reto de Modern Warfare 3. Esa época dorada cuando las competiciones nacionales estaban que ardían y no subir Call of Duty a Youtube era casi un suicidio. Pero realmente tampoco lo toqué demasiado, y ya se anunció Valorant, pues me dije; es un buen momento para darle un tiento nuevo y empezar de 0. Porque, madre, hay muchos cambios y parece que sea otro juego totalmente diferente. Después de superar unos tutoriales de risa donde más que a jugar, te enseñan a ser un maldito robot por el mapa, empecé partidas a ciegas.
Pues, por aquello de probar, decidí seleccionar a Miss Fortune. Total, leí por ahí que era un personaje bastante poderoso y que para novatos funcionaba bastante bien. Unos ataques sencillos y puede dar leches que da gusto si la equipas con los objetos pertinentes. Aunque tarde poco en darme cuenta de que cualquier personaje puede hacerte la vida imposible en League of Legends como dejes que se hinche a súbditos, o minions, y te coma la línea.
Empecé línea (creo), que bien. Mataba bastantes minions y hasta me llevé un par de bajas. El otro equipo iba con una Morgana y un Ezreal en bot, que tampoco parecían ser demasiado buenos, hasta que Ezreal se pudo a feedearse como un cosaco y ni podía pisar la línea. Uno va contento por su línea hasta que te bloquean con un conjuro (¿salido de la nada?) y, claro, estás más vendido que el FIFA. Yo por mucho que pegase Q y E, el tipo no parecía inmutarse lo más mínimo. Pero si contamos que él tenía ayuda y mi supuesto support (que me dijeron que en principio me tendría que haber ayudado alguien más en bot) no existe, pues tampoco vamos a pedirle peras al olmo.
Esa primera toma de contacto fue desastrosa. Ya os podéis imaginar cómo acabó la cosa: Ezreal ultra poderoso y los demás pues escondiéndonos detrás de las torres con la esperanza de que alguno de sus cañonazos le quitase media vida para poder lanzarnos a por él. Y también os aseguro que ni con esas lo matábamos.
La cosa tampoco es que mejorase con las siguientes partidas. Pensé que igual me habían dado semejante paliza porque no sabía usar a Miss Fortune. Que, oye, podría ser. Y escogí a Zed, que en la miniatura tiene cara de ser un boss final de Dark Souls y tenía pinta de repartir a diestro y siniestro. Esta vez tuve la brillante idea de irme a top, solito, otra vez. Al poco de llegar a la línea sale de un matojo (de un salto tremendo que me dio un susto de infarto) Rengar, que ya de por sí el campeón impresiona porque te saca dos cabezas. No hubo problema en ese primer enfrentamiento. A correr bajo la torre y solucionado. A ver quién pasa a nivel 1 con el daño que hacen las torres.
Lo que yo desconocía por completo es que Rengar es un asesino que aparece y desaparece cuando le da la gana. Y que tiene más ventaja si se mete en los matojos que están distribuidos por el mapa y por los laterales de las líneas. Así, en resumidas cuentas: era imposible acercarse a los minions y farmear un poco. Cada dos por tres el tío saltando de matorral en matorral. Y si no era eso, venía su jungla a pillarme por la espalda. ¿Quién venía a apoyarme a mí? Pues ni peter, como no podía ser de otro modo. Rengar terminó su partida con nada más y nada menos que 28 bajas. 28. Que eso es lo que se puede hacer uno en el Call of Duty en una partida regular, y el tío que llevaba a Rengar se lo hizo aquí como si no pasase nada.
Que luego, claro, eso no fue todo. Porque, pobre de mi, me puse a probar lo que eran las ARAM. Un modo que no os recomiendo, desde mi experiencia, para nada si no domináis todavía los ataques de los campeones. Aquí no escoges al personaje, sino que te toca aleatoriamente. Sepas o no sepas controlarlo, es lo que hay. A mi, la primera vez, me tocó Darius, que hasta donde yo sé, es un campeón fuerte que puede tanquear muy fácil a varios enemigos y hasta quitar mucho daño si combinamos bien los ataques.
Se inicia la partida y estamos forrados de pasta y con el nivel 3. Perfecto, pensé, debe ser un modo que te da facilidades para poder jugar. No tener que farmear tanto y poder empezar la partida mejor equipados. Pero, vaya, que eso no era con la finalidad de ayudar a novatos, sino para que las team fights pudieran hacerse desde el minuto uno. No hay varias líneas, sino una sola. Y son luchas masivas de campeones a ver quién tiene lo que hay que tener para pushear más. Si ya de por sí es un horror enfrentarse a otro jugador que sepa mínimamente lo que está haciendo, ya cuando te tocan tres o cuatro de frente y estás con un equipo igual de malo que tú, la cosa puede ser la risa o una desesperación. Ya depende del nivel de competitividad de cada cual.
Total, que las palizas que me llevé fueron finas. Si de uno en uno o de dos en dos es una cuesta arriba, ya cuando se juntan las cinco de golpe y van en modo formación tortuga es imposible colarles un ataque.
Y eso que todavía ni me he acercado a las famosas Rankeds, que allí ya el asunto se puede torcer estrepitosamente como no sepas jugar un poco. Puede que más adelante pruebe a ver con TFT y Legends of Runeterra, quién sabe. Seguramente le pediré a Razablan que me termine dando clases fuera del horario de oficina, puede que así la cosa vaya a mejor.
Desde Millenium España, os retamos a que nos contéis vuestras experiencias jugando a League of Legends. Las peores partidas que hayáis hecho, los trolleos máximos con los que os habéis topado o locuras que habéis vivido recientemente jugando el título de Riot Games. Os esperamos.