Los reworks son una parte fundamental del desarrollo de League of Legends. Tras una década de vida, es importante dar a los campeones una segunda oportunidad para que recuperen la posibilidad de brillar y adaptarlos a los nuevos tiempos. Son muchos los personajes que han recibido estas grandes actualizaciones: Sejuani, Irelia, Sion, Galio…. Casi todos han salido bien, pero siempre hay alguna oveja negra en la familia.
Normalmente, lo que Riot busca cuando acomete el rework de un campeón de League of Legends es mantener su esencia y adaptarlo a los nuevos tiempos del LoL. El personaje debe de ser el mismo, incluso aunque haya cambiado. Lo habitual es retener las características que dotan de identidad al campeón. Quizás se trate de una habilidad clave, una pasiva o su forma de juego. Aún con todo, en ocasiones no se acaba de dar con la tecla y doscientos años de experiencia conjunta no son suficientes.
Estamos ante un tema bastante injusto. Los buenos reworks no reciben el mérito que merecen. Parece un trabajo sencillo, pero la realidad está lejos de ser así. Los precedentes lo demuestran: ni todos los campeones mantienen su identidad, ni todos los reworks llegan a buen puerto.