María "Remilia" Creveling falleció el pasado día 28 de diciembre y los esports lloran su pérdida desde entonces. Una página más en la necrológica de la historia. Pleitesía y respeto generalizado que se rindió en muerte a alguien que no tuvo la suerte de contar con ello en vida. La primera jugadora de las grandes ligas de League of Legends puede haberse ido para siempre, pero las leyendas nunca mueren.
La historia de Remilia es una historia de esports y de LoL, pero sobre todo de vida. Una jugadora que dejó huella, que abrió puertas y que consiguió que algo tan 'común' como jugar profesionalmente se convierta en un hito más allá de todo desafío conocido. Cada partida fue un acto por y para la libertad. No son pocas las ocasiones en las que la jugadora ha rehusado ese prestigio. Abanderó una causa que no deseaba, pero que será liberadora para quienes vengan a sucederla.
Maria Creveling comenzó a jugar a League of Legends unos meses después de que el juego saliera al mercado. Vivió la evolución de un título que para ella pasó de abstracción a pasión, pero sin dejar nunca de ser lo primero. La jugadora comenzó a destacar en la tercera temporada y se incorporó a distintos equipos de la escena Challenger de Norteamérica. Alejada de los focos y teniendo que hablar solo en la grieta es como más feliz se mostraba. No había que enfrentar el pánico escénico jugando por internet y, poco a poco, sus hazañas en soloq fueron haciendo que su nombre fuera conocido.
Como jugadora, era impecable con sus campeones principales. Su Thresh le terminó por valer los sobrenombres de Madwife y Thresh Queen, el primero en referencia a MadLife, el mejor jugador del campeón en ese momento. También con Morgana fue capaz de dejar algunos momentos brillantes y, pese a que su carrera no fue la más prolífica, ha cambiado el League of Legends para siempre.
Pasó por un total de once equipos en seis años, consiguiendo sus mayores éxitos y saltando al estrellato gracias a su estancia en Misfits y Renegades. En ambos conjuntos compartió quinteto con uno de los rosters que más simpatía han despertado en los seguidores de la región. Junto a RF Legendary, Crumbz, Alex Ich y Maplestreet consiguió el ascenso a la LCS.
El destino, de existir, es caprichoso. Remilia cumplió un sueño con el ascenso, pero en ese momento hipotecó el resto de su vida. La victoria para ella era doble, no solo se trataba de mérito deportivo. Chris Badawi, por entonces dueño del equipo, le había prometido pagar una cirugía de reasignación si conseguían la plaza entrar en LCS. Debería de haber sido liberador. Además de ser quien era, podría sentirse como tal.
El sueño de una vida viviendo en un cuerpo que te pertenece sin ser tuyo. Se acababan los pequeños cambios, la disforia, el miedo a los espejos, las burlas generalizadas, los improperios inadmisibles y el sentirse mal porque alguien prefiere referirse a ti con un pronombre que no hace justicia a quien eres. Un remedio único y definitivo que tiende a mejorar la calidad de vida de las personas trans para siempre. Una meta que, sin ser la de todas las personas del colectivo, muchas ven como la solución a buena parte de los problemas que sufren.
Quizá no tenía esperanzas, quizá no tenía intención de cumplir la promesa o quizá no quiso rascarse un poco más el bolsillo. Chris Badawi no apuntó a Remilia en lista de espera alguna durante su estancia en el equipo. Ningún atisbo de humanidad, sensibilidad o comprensión por parte del dueño de Renegades, que terminó por proponer una operación en Tailandia, lejos de cualquier garantía de salubridad.
Remilia sabía que la clínica no cumplía con las condiciones, pero decidió aceptar debido al estrés y la ansiedad social que padecía. Pasó el resto de su vida arrepintiéndose. La cirugía fue un fracaso. La jugadora quedó satisfecha con el trabajo estético, pero cuando despertó lo hizo con una lesión permanente en las cuerdas vocales y un dolor crónico en la zona pélvica. El pasado se agarró a ella y le dio una estocada fatal.
Badawi se defiende alegando que Maria era una persona adulta que podía decidir y sabía las posibles consecuencias. Un ejercicio de culpabilización a la víctima especialmente ignominioso si tenemos en cuenta los problemas de la jugadora. Más sangrante aun sabiendo que la psicóloga del equipo era la mujer de Badawi.
Repudiada durante años por su familia, ahora Remilia tenía que lidiar con unas secuelas físicas tan graves como las mentales, palabras muy grandes para una persona con estrés, depresión y ansiedad social. Terminó por asumir un cóctel de medicación recetada que no le permitía vivir una vida en condiciones. Opioides, benzodiazepinas y más familias de medicamentos con nombres difíciles de reproducir.
Por suerte, como en toda historia, también hay héroes. Richard Lewis es uno de los periodistas más destacados del sector de los deportes electrónicos. Durante una visita profesional a la casa de Renegades vio de cerca la situación de la plantilla. El maltrato era generalizado. Cuando pudo hablar con Remilia comprobó como comenzaba a bromear con el suicidio, tenía cortés en los brazos y no le permitían cerrar la puerta de su habitación.
Lewis sacó a Maria de la casa y del equipo. Fue de lejos la persona que más la ayudó dentro del sector de los deportes electrónicos. Riot Games terminó por sancionar a Chris Badawi. La desarrolladora no conocía el problema hasta que el periodista, en un ejercicio encomiable de honra a la profesión, lo reveló. Desafortunadamente, nada se podía hacer. Con unos gastos médicos absurdamente elevados y habituales para las personas con problemas de salud en Estados Unidos, era imposible recuperarse.
La situación llegó a estabilizarse dentro de la gravedad. Remilia intentó volver a competir y pasó sin suerte por varios equipos hasta esta temporada, en la que no pudo encontrar ninguna oferta interesante pese a su buen desempeño en todos los servidores de las regiones minoritarias de League of Legends.
La causa de la muerte es una incógnita. Sin ser irrelevante, tampoco es la clave de todo el asunto. Puede que nunca sepamos cómo murió Remilia, pero si sabemos cómo vivió. Su paso por los esports estuvo cargado de faltas de respeto cada vez que una cámara la enfocaba. En la LCS, el chat de Twitch castigaba con una intransigencia que podría parecer más propia de otras épocas y, pese a contar con un buen número de seguidores, durante sus retransmisiones en directo también debía de soportar todo tipo de mofas y faltas de respeto por el mero hecho de estar viva.
Ser la primera mujer de la LCS y estar descontenta con el género asignado al nacer parece que fue suficiente para que la tomaran con ella. Marcó su vida en demasiados aspectos. Una persecución incansable llevada a cabo por miembros de la comunidad del MOBA de Riot Games sorprendentemente ruidosos.
Es tarde para arrepentirse, es tarde para solucionarlo y es tarde para presentar respeto. Lo que nos queda es aprender. Tras cada personaje una pantalla, tras cada pantalla una persona. El respeto al diferente y la validación de identidades fuera de lo considerado normal debe de ser un camino que todas recorramos al unísono, pero por el que nadie debería de sufrir sola.
El último streaming de Remilia, cinco días antes de su fallecimiento, terminó entre lágrimas. Todo acabó como tantas otras historias acaban. Los deportes electrónicos tienen poca memoria, pero más nos vale recordar todo lo que rodeó a su figura y afrontar que, como industria, aquí hemos firmado el mayor de nuestros fracasos.