Manifold Garden se lanzó para PC y Apple Arcade el pasado día dieciocho de octubre. Siete años de desarrollo que ser resolvieron en su versión para ordenadores con una exclusividad temporal para la Epic Games Store. El título cumple lo que promete, una experiencia de resolución de puzles que dura lo justo para que no resulte demasiado cargante.
¡Dame mi maldita tarta!
En el año 2007 Valve lanzó uno de sus grandes títulos, Portal. La trama del mismo se desarrolla acompañado de GLaDOS, una no tan simpática robot que escuchamos constantemente y nos guía a través de las pruebas, ofreciéndonos una tarta como incentivo. En Manifold Garden no hay ni tarta ni GLaDOS, estamos absolutamente solos para enfrentarnos a todo lo que nos rodea.
El juego trata de dar una sensación de agobio constante, de inmensidad y de bucle, pero en ocasiones se echa de menos algún momento de compañía o de relajación. Se nota que es fruto de la intención por parte de Willyam Chir y su estudio, sin embargo, el entorno se vuelve demasiado frío o inhóspito y agradecería un mejor manejo de los timings o incentivos para continuar.
El propio universo hubiera sido capaz de atraparnos, incluso aunque se nos ofreciera algún dulce a lo largo de la aventura. Algo que no nos hiciera preguntarnos qué demonios estamos haciendo o porqué continuar. No había necesidad de una trama, pero sí de alguna pausa o desahogo.
Que te den, Newton
Manifold Garden se carga los principios de la física y escupe en la gravedad. Las reglas del universo del juego son diferentes y elegimos que parte de las estructuras actuará como suelo. La gravedad existe, pero la podremos manipular a placer.
Interactuaremos con el entorno y las paredes para hacer que la gravedad funcione sobre ellas, es decir, que pasen de ser un muro lateral a ejercer de suelo. Cada vez que cambiamos el centro de gravedad cambiaremos también el color del entorno. Esto nos permitirá interactuar con los cubos, que siguen exactamente el mismo código de colores y son los elementos claves para resolver los rompecabezas. Cada color de los cubos responde solo a su propia gravedad. Un cubo rojo solo podrá moverse mientras estemos en el suelo de su mismo color, obedeciendo a su gravedad hasta que cambiemos de pared. Cuando cambiamos de muro y por tanto el color, los cubos del resto de colores pasan a ser blancos y se quedarán suspendidos en el aire. No os alarméis, resulta tan complicado de explicar con palabras como intuitivo y sencillo en el universo del juego.
Los cubos rompen las normas del propio universo del juego y son la vía para resolver todos los puzles. Manifold Garden tiene una curva de dificultad muy bien ajustada, enseñándonos mecánicas que desafían a la lógica y obligándonos a aprender por medio de su aplicación. La sensación de controlar nuestro entorno es increíble y los rompecabezas son increíblemente ingeniosos, aunque no resultan demasiado complicados hasta la recta final del juego.
La escalera infinita
Si algo destaca en Manifold Garden es su apartado técnico. Los gráficos son sencillos, pero no por eso resultan poco llamativos. Hay dos elementos claves y que se diferencian a simple vista. En primer lugar, la arquitectura, que pertenece a una corriente llamada brutismo y caracterizada por la repetición de formas y ángulos rectos. Además, a lo largo de todo el título se hacen homenajes a la obra de Escher, un artista neerlandés que trabajó distintos estilos presentes en la saga.
Para no convertir esta pieza en una mala clase de historia del arte, basta con tener en cuenta dos detalles. El primero es que el artista se interesó por el op-art, una vertiente presente a lo largo de las preciosas transiciones que utiliza el juego. También está presente el concepto de La escalera infinita, de conocer esta obra no podremos dejar de pensar en ella en las cinco horas que dura el título.
En definitiva, el juego es excepcional en su apartado artístico, que tiene momentos increíbles y que transmite sin problemas la idea de angustia y repetición que pretende el título, tiene referencias increíbles y funciona a la perfección en su contexto.
De puzles va la cosa
A lo largo del título cada mecánica dura lo justo para que no de sensación de repetición, sin embargo, en los compases finales se nos obliga a combinar todo lo aprendido. Un desafío que se alarga algo más y resulta bastante complicado, pero el juego nos ha preparado para ello. A excepción de estos últimos momentos, Manifold Garden tira más de ingenio que de dificultad en sus rompecabezas.
De hecho, en no pocas ocasiones será más complicado encontrar el puzle que resolverlo. El excesivo aislamiento castiga al jugador y pone trabas. En ocasiones simplemente nos tiraremos al vacío por inercia para realizar una caída en bucle y observar otra perspectiva hasta que accidentalmente topamos con cierta sala o cierto cubo que nos da una pista. Es una dificultad casi tramposa que un título tan cuidado como Manifold Garden no debería permitirse. Un problema desesperante que pesa mucho en el título, sobretodo si pretendemos realizar una sesión larga. En cualquier caso, Manifold Garden es una adquisición recomendada, especialmente si sois fans del género.