Keanu Reeves es el hombre del momento en Hollywood. Al éxito conseguido con la trilogía de Matrix, dirigida por las hermanas Wachowski, se le ha sumado la fiebre por John Wick, de Chad Stahelski. Una película palomitera cargada de escenas de acción perfectamente coreografiadas. Un espectáculo blockbuster que ahora da el salto al videojuego con un título que no cumple a la hora de adaptar la ópera prima del director estadounidense.
Ni perro ni coche
John Wick no necesita mucho para justificar el derramamiento de sangre. En los primeros minutos de la primera entrega de las películas basta con una mujer fallecida, un perro asesinado y un coche robado. La premisa está entre lo espiritual y lo ridículo, pero funciona. No lo hace así en un videojuego con una trama olvidable y unos personajes que no cuentan con el carisma que derrochan en la gran pantalla.
La historia se desarrolla a lo largo de siete zonas que se subdividen en fases. Las cinemáticas tienen lugar entre zonas, pero al principio de cada fase hay una conversación entre los personajes que ejercen de narradores: Hex, Winston y el recepcionista Charon. Interactúan entre ellos y cuentan la historia según vamos avanzando. Un recurso facilón que solo funcionará si somos realmente fanes de las películas, pero no genera ningún vínculo entre jugador y personajes. Además, resulta complicado leer mientras estamos comenzando a plantear nuestra misión.
Porque si en algo falla John Wick Hex es en la adaptación de los largometrajes. El sistema de progresión parece un tímido acercamiento a esas escenas en las que el protagonista acude a diferentes secciones del Continental a por equipamiento. Como en el film, nuestras mejoras no perduran, pero en este caso son poco variadas e irrelevantes.
Fortis fortuna adiuvat
Pese a que no es la adaptación más fiel, el juego funciona por sí mismo. El título cuenta con un sistema de turnos que nos permite decidir calmadamente cual será nuestro siguiente paso. Además, muestra también una línea temporal donde figura que harán nuestros enemigos, de manera que en todo momento dispondremos de la información suficiente para evitar recibir disparos o puñetazos innecesarios. El cuerpo a cuerpo debería de estar más trabajado ya que los matones se turnan para pelear a melé, pudiendo esquivar cualquiera de sus golpes (si la barra de tiempo lo permite) dando puñetazos a sus camaradas.
Hay varios tipos de enemigos con sus fortalezas y debilidades. Los que portan un revólver, por ejemplo, son fáciles de matar, pero un impacto suyo nos quitará tres puntos de vida. Los que llevan escopeta son lentos y toscos, pero aguantan varios tiros y un solo golpe puede reducir nuestra salud a la mitad. En ese aspecto el juego cumple con creces.
En cuanto a nosotros, a John Wick, se echan de menos más animaciones en los combates cuerpo a cuerpo y una mayor variedad de armas. Existen distintas clases: subfusiles, pistolas automáticas, semiautomáticas, escopetas y hasta rifles de asalto. Sin embargo, hay pocos motivos para dejar las pistolas de lado. Rápidas y letales, solo disparan dos veces cuando elegimos la acción, lo que nos da tiempo para buscar de nuevo una cobertura y volver a disparar en el próximo turno.
Hay trabajo e intención por parte del estudio, Bithell Games, pero en ocasiones se notan las carencias propias de un equipo pequeño con más talento y pasión que medios económicos o tiempo.
Potencial desperdiciado
Si en estas líneas somos tan críticos con el título es porque su potencial era inmenso. No nos malinterpretéis, estamos ante un juego de primera que nos puede tener enganchados a la pantalla entre las cinco y ocho horas que tardaremos en completarlo. Muchas más si tenemos intención de rejugarlo en el modo mejorado, que nos da solo 5 segundos para tomar decisiones en cada turno.
Una lástima es también el sistema de repeticiones. Tras completar cada fase podremos ver en una cinemática cómo hemos superado el nivel, sin embargo las cámaras no siempre se sitúan en el mejor lugar. Esta sí era la oportunidad de ver si habíamos sido capaces de emular al mismísimo John Wick, sin embargo, no acaba de ser tan espectacular como debería. Es una gran herramienta, pero lastrada por la mala ubicación de la cámara y la escasez de animaciones.
Apenas hay incentivos por explorar, pero el juego tampoco los necesita. Los niveles están muy bien construidos y varían a lo largo de toda la aventura, pero los jefes finales son absolutamente olvidables y prescindibles. Enemigos fáciles de batir y que palidecen a la hora de comprarlos con los momentos más épicos que ofrece este título. La curva de dificultad se exagera cuando apenas tenemos la destreza para utilizar las mecánicas básicas, pero no llega a ser frustrante si sustentamos nuestras acciones en una buena estrategia. John Wick Hex está bien medido para no resultar desesperante, pero tampoco es un paseo por el campo.