Las cosas hechas a mano tienden a tener un toque distintivo e imperfecto, algo que los suele hacer únicos y especiales. Si hablamos de un videojuego este efecto se suele suavizar por el contexto digital, pero dejando siempre un aura muy característica y una atmósfera muy cuidada. El crowdfunding ha dado muchas de estas pequeñas joyitas, la última ha resultado ser Indivisible que desprende ese aura gracias a sus gráficos y su banda sonora, cuyos detalles atesoran un aura artesanal enorme.
Lab Zero Games ha desarrollado un indie de rol y plataformas en 2D con toques de metroidvania muy cuidado, aunque con un sistema de combate por "turnos" que le resta algo de ritmo. Con la ayuda del editor 505 Games (Control, Bloodstained, etc) han sido capaces de lanzarlo en todas las plataformas: Switch, PC, Xbox One y PS4, donde lo hemos jugado.
Una obra para los sentidos
Como hemos adelantado el aspecto fundamental de Indivisible, lo que nos engancha y nos hace querer seguir adelante es su apartado gráfico. Al empezar el juego la primera reacción del 90% de la población jugona debería ser un "WOW", esto viene dado por la cinemática estilo anime donde se nos presenta un poco los escenarios, la historia y los personajes. Un pequeño aperitivo que nos hace ver el videojuego como un anime estilo One Piece, con diseños estrafalarios y distintivos y con mucho carácter. Este estilo anime se mantiene durante todo el juego y si no fuera por la jugabilidad, le daría un ritmo espectacular.
Los diseños son lo más trabajado en Indivisible, se nota la mano de Studio Yotta, auténticos veteranos de las animaciones en 2D. Mezclan muchos aspectos culturales y mitológicos de diferentes épocas y lugares. Desde la protagonista Ajna hasta el último de sus aliados, pasando por los enemigos. Desde toques de nativos americanos a indios, Onís japoneses o Power Rangers. Todo vale a la hora de diseñar personajes y escenarios, y lo mejor es la forma en que están hilados sin parecer raro en ningún momento ver luchar a un Power Ranger junto a un jugador de voleibol Maya contra una copia china de Alien.
Todo encaja a la perfección porque es un mundo plural lleno de magia y tecnología unido por el Iddhi, algo parecido al Chi o la fuerza vital. Los escenarios son igual de diversos y los obstáculos casan a la perfección con el escenario general, si estás en una ciudad muy cyberpunk tendrás letreros con exceso de electricidad, y conforme avancemos aprenderemos técnicas mejores para poder sortear estos obstáculos. Aunque en medio de un juego de plataformas y algo frenético es difícil parar a ver las animaciones de los personajes, en este título es más que aconsejable pues están cuidadas al límite y son muy fluidas. Estos detalles aunque nimios ayudan a conformar el aura de cuidado artesanal que hemos comentado antes.
La banda sonora es otro de esos aspectos que requieren de pararse a escuchar, algo más sencillo en los momentos cinemáticos o cuando no está hablando algún personaje, algo difícil en Indivisible. Los japoneses de audio saben un rato, es raro que un JRPG no tenga un aspecto sonoro envidiable, por ello llamar a Hiroki Kikuta (Secret of Mana) no es ninguna locura. Usa un estilo de RPG japonés clásico, muy místico y oriental. Que a su vez cambia mucho con el salto entre escenarios. Una auténtica delicia para los oídos, que no molestaría nada escuchar en otros contextos.
Hemos hablado ya del diseño gráfico. Pero diseñar un personaje va mucho más allá de definir su aspecto. Requieren de una motivación, una personalidad, etc. Características esenciales para su diferenciación de un NPC cualquiera. Esto Indivisible lo capta al vuelo, desde el principio, con la protagonista Ajna y su valentía temeraria, catalizador esencial de la historia. Pero también con el resto de personajes que nos acompañan (muchos dirían que demasiados), que a cada momento sueltan comentarios muy diferenciados, aunque la mayoría nos dejen con una sonrisilla en la boca.
Ritmos descoordinados
Esto nos deja con la historia, quizás un punto flaco dentro de Indivisible. Es ciertamente predecible, pero aún así es llamativa por lo bien conformado que está el mundo. Empezamos la aventura con una batalla en la que empezamos a descubrir en sistema de combate, cuando acaba damos por salvado el mundo. Hasta que 16 años después, Ajna hija de dos de los combatientes, se ve avocada a una aventura de venganza cuando destruyen su aldea y matan a su padre, Indr. Esto la lleva a encontrar su potencial escondido y a la lucha contra un mal aún mayor de lo que ella esperaba. Es un inicio de lo más común, y sigue por esa estela. El mayor punto débil que tiene no es la historia en sí, es una historia común pero bien conformada y diferente en muchos detalles que la hacen llamativa. El ritmo es el gran problema, una jugabilidad que ralentiza tanto la narrativa que hace que solo queramos avanzar dejándonos mucho sin explorar por miedo a encontrarnos con combates sumamente largos y toscos que no aportan nada.
Y es que como ya hablamos al inicio, toda obra de arte artesanal, hecha a mano, por muy cuidada que esté siempre va a tener desperfectos que la hagan única. Indivisible es una maravilla en casi todos sus aspectos, pero a la hora de jugar tiene un sistema tan simple que eleva la dificultad de manera exagerada y de forma artificial. Es un sistema de combate por turnos, en el que manejaremos a cuatro combatientes, a elegir entre los veintialgos que tenemos disponibles en la aventura, y que manejaremos de manera independiente a la vez en una mezcolanza algo extraña entre turnos y tiempo real. Esto hace que nos confundamos más de una vez al intentar combar ataques o hacer uso de más de un personaje a la vez.
Si a esto le sumamos que el sistema de progresión es casi nulo y tan simplón que no motiva a subir de nivel o buscar coleccionables para aumentar nuestra fuerza, pues obtenemos un resultado en el que pelear es algo más tedioso que satisfactorio. Por supuesto si subimos de nivel a los personajes y buscamos unas piedras rojas a lo largo del mapeado, que tiene un toque muy suave de metroidvania, todo será mucho más simple a la hora de enfrentarnos a grandes bosses, que si serán dignos oponentes con mecánicas muy trabajadas y a veces difíciles de desentrañar. Además, un sistema tan restrictivo a la hora de usar los personajes le quita la gracia que suelen tener estos juegos, teniendo a nuestra disposición tantos personajes pero usando los mismos cuatro porque nos hemos adaptado a sus ataques.
