Creo que los animales son la mayor bendición que tenemos en el planeta. Me resulta imposible no acariciar hasta la extenuación a cualquier bicho peludo, que se hacen querer más que a casi todas las personas que conozco. Por eso, entre otras cosas, no concibo que haya gente que pueda divertirse viendo cómo le clavan banderillas a un toro. ¿Es necesario este alegato anti-taurino para hablar de Stray? Pues quizás no, pero teniendo en cuenta que esto va de amor por los animales, me ha parecido una buena oportunidad.
La verdad es que me sorprende que no se haya explorado prácticamente nunca la posibilidad de hacernos sentir como un gato, en una época en la que los vídeos de felinos son los contenidos más compartidos por internet. Ahí está el genial The Purring Quest, hecho además por un estudio español. Pero, no hay mucho más y es una premisa que se vende sola; así que desde BlueTwelve y Annapurna han tenido reflejos felinos para usar este concepto como reclamo comercial. Y, a tenor por lo que vemos en redes, funciona, porque Stray ya es casi tan viral como cualquier vídeo de gatitos.
Un juego que tiene michi que ofrecer
Mis primeros minutos con Stray son de esos que no se me van a olvidar en mucho tiempo. Me pasé un buen rato haciendo capturas, como si me hubiera encontrado un precioso gatete por la calle. Pero, en esta ocasión, era yo el que podía elegir cuándo ronronear.
Es curioso lo bien que consigue el juego transmitir sensaciones; probablemente sea uno de los puntos más trabajados de la aventura. En los compases iniciales, tardamos un poco en asumir que somos un minino y nos ponemos a observar sus trabajados movimientos y las acciones especiales que podemos hacer, como maullar, rascar algunas paredes o incluso echarnos una plácida siesta. Pero luego, poco después y de forma inconsciente, empezamos a pensar como un gato, actuando con agilidad e intuyendo cómo evitar el peligro.
¿Será el GATY del año?
Puede que, incluso tras haber visto varios vídeos del juego, os estaréis preguntando cuál es el objetivo de esta aventura gatuna. No voy a profundizar demasiado a nivel narrativo, porque es una aventura considerablemente breve. Pero básicamente, somos un animalito perdido en un extraño mundo cyberpunk que parece extrañamente aislado, y debemos intentar salir de ahí.
Los gatos tienen fama de ser solitarios, pero eso lo dice quien no ha tenido uno de cerca. Aquí, aunque se ha tratado de trasladar ese ambiente de cierta melancolía y aislamiento, nuestro protagonista tiene que colaborar para poder desentrañar el misterio. Por eso, al poco de comenzar la aventura conoceremos a B-12, una IA de hojalata que dotará al gato de nuevas habilidades; entre ellas, la de poder comunicarse con los robots que habitan ahora en la Tierra.
Charlar con estos seres, pese a su recelo inicial, es el hilo narrativo de la aventura. Nos servirá para conocer más sobre el porqué de si situación y alguna pista de lo que hicieron los humanos para que todo se fuera al carajo por su egoísmo. También para sustentar una de las patas de la aventura, y probablemente la más acertada, en forma de exploración.
Durante el juego, tendremos varios escenarios en los que poder movernos a nuestro antojo y cumplir algunas sencillas misiones que nos sirvan para que estos robots nos ayuden. Son las más inspiradas del juego, y aunque suelen ser rompecabezas muy sencillos, nos instan a buscar por todos los rincones de la ciudad. Especialmente grande e interesante cuando lleguéis al escenario del centro de la ciudad, repleto de luces de neon y locales en los que poder encontrar a personajes curiosos con situaciones de lo más divertidas.
Siete vidas, aunque alguna perdida a disgustos
Si os digo que me pasé horas en las zonas de exploración, incluso a veces sin hacer nada, simplemente trepando para ver las animaciones del gato, os servirá para haceros una idea de que me ha gustado bastante. También, como digo, no avancé de cada zona hasta que resolví todos -o casi todos- los misterios y peticiones de los robots, porque el diseño de escenarios me instaba a ello de forma orgánica. Y, maldita sea, que buscar combinaciones de cajas fuertes para conseguir coleccionables, es mi droga.
Pero Stray también tiene otras fases menos divertidas, que son especialmente las que más acción requieren. A veces se hace mucho daño cuando los desarrolladores quieren cumplir con parámetros estándar del videojuego, y meter combates en aventuras narrativas es uno de los mayores errores que se suelen cometer. Porque no aportan nada y porque acaban siendo aburridas e innecesarias.
El mundo de Stray no está precisamente repleto de amor y también hay enemigos a los que hacer frente. Los robots están confinados porque en el exterior hay una amenaza llamada Zurg, que básicamente son como garrapatas naranjas bastante desagradables que se pegan al cuerpo y te devoran en segundos. Son a los que tenemos que evitar gracias a nuestra rapidez y agilidad, en un juego del gato y el ratón... en el que paradójicamente nos toca ser el ratón.
El problema es que son tramos muy inocuos. Como ejemplo, hay un escenario en el que, al activar una palanca para que baje un ascensor, la zona se llena de estos bichos. Pero, incomprensiblemente, en ese momento el juego nos impide trepar a los lugares altos que tenemos para evitar que nos alcancen. Stray tiene ideas de diseño muy buenas, pero otras, como esta que os relato, que hacen sacar las garras.
En cierto momento, y gracias a B-12, tenemos una especie de poderosa linterna que daña a estos seres, que parecen sacados del Caelid más profundo de Elden Ring. Pero tampoco es divertido este tiroteo, ya que utiliza un recurso muy manido que parece sacado de un juego de terror; pero en una obra que no lo necesita. En la recta final tenemos otros enemigos, pero en este caso el diseño de niveles apuesta por el sigilo, algo que encaja más con el personaje al que encarnamos y resulta más agradecido.
¿Cuánto dura Stray?
Probablemente, sea uno de los aspectos que más os interese. Os voy a decir lo que ha sido mi experiencia. Stray me ha durado cinco horas y media. Me entretuve bastante buscando un coleccionable -que no fui capaz de encontrar- en la zona de los suburbios, así que, si vais directos, os costará bastante menos tiempo. De hecho, hay un trofeo si lo completas en menos de dos horas.
Ese tiempo fue explorando bastante en las zonas que me lo permitían, hablando con prácticamente todos los NPC y restregando el hocico en los que me dejaban. Me quedó algún coleccionable, pero diría que hice prácticamente todas las misiones secundarias. Desde encontrar las notas musicales al tipo de la guitarra, o las plantitas de colores a la jardinera.
Soy de los que piensa que, si un juego es bueno, da igual la duración. Journey con dos horas, es maravilloso. Pero entiendo que os pueda resultar una experiencia muy corta. También os digo que no creo que necesite más, aunque me quedé algo frío con la conclusión, a nivel personal. Recordad, además, que Stray está disponible si sois suscriptores de PlayStation Plus Extra o Premium. Y que ser un gato lo mola todo, así que eso se antepone a las pegas que podáis encontrar.
Ficha técnica
- Título: Stray
- Desarrolla: Bluetwelve Studios
- Distribuye: Annapurna Interactive
- Idioma: Textos en español
- Fecha de lanzamiento: 19 de julio de 2022
- Plataformas: PS4, PS5 y PC
- Precio: 29,99 €
- Incluido con la suscripción a PS Plus Extra o Premium