El musou es un género atípico y con clara estética nipona que, hace unos pocos años, nos resultaba una tremenda rareza que solo veíamos de lejos, salvo un público muy de nicho, en juegos como Dynasty Warriors. Con el paso del tiempo y la llegada de varias sagas conocidas a este campo tan absurdo como exageradamente adictivo, quien más y quien menos ha entrado en este tipo de propuestas, donde tenemos que acabar con millones de tropas enemigas a las que despachamos como si fuesen mantequilla con combos de más de dos mil golpes hechos en apenas segundos.
Omega Force es el estudio por antonomasia de este género y ha tenido 'musou' trabajo últimamente, adaptando títulos que han calado hondo, como Hyrule Warriors o Persona Strikers, spin-offs de sagas legendarias que narran sus historias mediante este estilo disparatado, pero con un encanto especial. Ahora, Fire Emblem Warriors: Three Hopes quiere seguir esa misma senda y, tras haberlo completado, el resultado es más que satisfactorio, incluso aunque no seáis muy devotos de este concepto.
Como en cualquier Fire Emblem, aquí lo verdaderamente importante es su argumento y todo el devenir de acontecimientos, que es lo que nos mantendrá enganchados, más allá de su sistema de combate en el que luego profundizaremos. Hay que tener en cuenta que no es una secuela al uso, sino una historia alternativa de los hechos vividos en Fire Emblem: Three Houses. Si bien no es obligatorio haber completado dicha aventura -aunque sí es recomendable haber vivido la trama de una de sus casa-, sí que es bastante aconsejable, ya que aparecen varios personajes conocidos y así podremos saber más sobre ellos, o su contexto.
Mucha acción, pero sin renunciar a su esencia
El juego nos pone en la piel de Shez, un personaje del que podremos escoger su sexo y que es una creación ex profeso para este FW Warriors. Tiene un misterioso poder especial, que es clave sobre la que se sustenta la trama. Y, como es habitual, a los pocos minutos de juego deberemos escoger a qué casa nos unimos: Águila Negra, León Azul o Ciervo Dorado. Nuestra elección marcará la ruta argumental y nuestros aliados, con un guion cambiante entre cada una, a pesar de algunos puntos en común.
Lo ideal para exprimir el juego es vivir sus tres rutas, algo que puede llevaros tranquilamente unas 100 horas de juego. Todas ellas tienen batallas únicas y misiones distintas las unas de las otras, por lo que no temáis a la hora de repetir contenido. Es como una enorme enciclopedia del mundo de Fire Emblem y sus personajes, con la posibilidad de conocer a todos los aliados como un libro abierto y lo especial que resulta ver la misma historia, la de las tres grandes naciones de Fódlan, desde tres puntos de vista diferentes. Una forma evidente de darnos cuenta de que todo es muy relativo, con algún que otro mensaje muy sutil y reflexivo sobre la guerra y todos los problemas que acarrea; todo ello ambientado en un incuestionable estilo de fantasía medieval que tan bien le sienta.
Aquí podéis esperar que gran parte de vuestro tiempo a los mandos sea viendo secuencias cinemáticas, con una participación un tanto testimonial, a la hora de escoger entre respuestas que pueden cambiar ligeramente nuestra relación y afinidad con los aliados. Pero la historia, las tres, son verdaderamente increíbles, y tiene todos los componentes para tenernos pegados a la pantalla, con todos los ingredientes habituales en este tipo de historias sobre la guerra, con alianzas, traiciones y personajes con su propia historia de fondo que, en muchos casos, son capaces de ponernos un nudo en la garganta.
De hecho, entre misión y misión dedicaremos un montón de tiempo, casi de forma inconsciente, a mejorar la relación con nuestros compañeros en el campamento. Podremos charlar con ellos, o también cocinar, explorar con ellos para conocerlos mejor, darles regalos o, por supuesto, entrenar. Eso subirá su afinidad con nosotros y rendirán mejor en el campo de batalla. A medida que obtengamos recursos, mejoraremos las opciones de la base con nuevas opciones, transmitiéndonos una sensación de progreso bastante satisfactoria.
Una narrativa con un mensaje muy profundo
Un aspecto importante que encontramos en la base de operaciones, y que sirve como enlace al modelado de nuestro personaje en el campo de batalla, es el sistema de clases. Mediante un árbol de habilidades muy sencillos, asignaremos qué nos interesa más que aprendan nuestros súbditos en cada entrenamiento. Así, desbloquearemos técnicas especiales o habilidades pasivas que pueden ayudar a marcar la diferencia entre una victoria y una derrota. No hay una libertad plena -vamos, que a un mago no lo podréis convertir en un espadachín-; pero sí podemos moldear como más nos interese a nuestras unidades.
El combate de Fire Emblem es un musou puro y duro, pero también se mantienen muchos elementos estratégicos que harán que no nos olvidemos de que estamos en un juego de la popular saga. Ahora, los combates por turnos clásicos se simplifican con una acción más directa en la que simplemente hay que aporrear botones y machacar a quien toque, pero en algunos momentos tendremos que dar al pausa y replantear la estrategia si queremos completar con éxito la tarea que se nos ha encomendado.
En ese menú táctico podemos dar órdenes a nuestros aliados principales, para encargarlos que se dirijan a un punto concreto del mapa o que protejan a un personaje determinado. Los escenarios son amplios y las tareas se amontonan en el campo de batalla, por lo que a veces tenemos que dividirnos para vencer, y así evitar que se nos escape un objetivo o para que capturemos bases enemigas con mayor rapidez. Con un simple botón podemos cambiar al personaje que controlar, lo que puede ayudarnos a salir airosos de las situaciones más complicadas.
Más allá de eso, hay que ir cumpliendo las misiones que se nos van encomendando, que suelen ser desde conquistar fortalezas a derrotar a enemigos en cuestión. A veces, suelen ser objetivos dinámicos que cambian según lo que ocurra en la batalla. También hay contenidos secundarios que nos pueden dar mayores recompensas, como evitar que los enemigos nos ataquen con flechas si nos vamos hacia donde tienen puesta su artillería, o incluso podemos tratar de convencer a enemigos para que se unan a nuestro bando. El juego tiene un componente estratégico muy elevado que nos hará pensar constantemente si lo mejor es lanzar un ataque indiscriminado o, por el contrario, resguardarse en una táctica más defensiva.
En general, los combates de Three Hopes resultan bastante sencillos y con la combinación de un par de botones nos bastará para acabar con el grueso de enemigos y capitanes de las bases. La cosa cambia cuando tenemos enfrente a los numerosos bosses, donde ya sí tendremos que usar habilidades especiales o combos finales que resultan espectaculares a nivel visual. Aunque esto implica que el framerate se resienta a menudo ante tanto elemento en pantalla. Pero, por suerte, no es algo muy constante ni molesto.
Aquí, en cuanto a vuestro posible interés, entra un poco en juego lo que os atraiga este género tan particular. Es cierto que es un juego largo y que, tanto los escenarios como los objetivos suelen repetirse en el fondo, que no en las formas. Salvo que seáis amante de los musou, debéis tener en cuenta que este juego tiene que entraros por su poder narrativo y por sacar partido al componente táctico que tiene a la hora de plantear las batallas. Si esperáis un gameplay profundo y exquisito, debéis tener en cuenta las particularidades de este género. Es la mayor "pega" que se le puede poner a este Fire Emblem. Pero, también es cierto que si estáis aquí es porque sois fans de la saga.