NBA 2K20 sale un año más al parqué para demostrar que no sólo no tiene rival, es que no se le espera. Aunque durante los últimos años los canadienses de EA Sports han intentado traernos una propuesta distinta, sus dos últimas entregas lanzadas desde su parón voluntario no han conseguido acercarse a la calidad del juego de 2K. Y es peligroso que esta saga se vea sin un rival que le ponga las cosas difíciles. La tentación de dormirse en los laureles e incluso de hacer experimentos extraños a sabiendas de que quien quiera un juego de baloncesto no va a tener más donde elegir es muy peligrosa. Pero si algo ha demostrado 2K a lo largo de estos años es una regularidad apabullante, que ha hecho que un año tras otro cada entrega superase a la anterior. NBA 2K20 no quiere ser el que rompa esta racha, y si consigue seguir en línea ascendente o no, lo vamos a ver enseguida.
VIsual Concepts sabe que la parte técnica en su apartado visual y sonoro es clave para sorprender desde el primer momento de juego. No hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión, y eso lo sabe a la perfección el equipo de programadores. Es por ello que el apartado gráfico del juego es de esos pocos capaces de dejarte boquiabierto. No serán pocas las veces en las que nos sorprendamos a nosotros mismos reproduciendo una repetición con la intención única de admirar cada detalle, cada arruga en la ropa, cada gota de sudor sobre la cara de nuestro pivot. Puede parecer una vez metido en harina y con la adrenalina del partido disparada todos estos detalles importan menos. Y aunque es cierto que sin un apoyo jugable que lo sostenga todo esto serviría de muy poco, no es menos cierto que el nivel de mimo que le ponen a cada entrega se nota en todos los detalles, algo remarcable y de agradecer. Es cierto que los cambios en este sentido son menos acusados respecto a la versión anterior de lo que hemos visto otros años, algo totalmente comprensible cuando se han alcanzado cotas muy cercanas al fotorrealismo.
Y si el apartado visual es excelso, el sonoro no se queda atrás. Aparte de la elección de los temas musicales del juego, algo que contentará a unos u otros en función únicamente de sus gustos personales, en lo que se refiere a sonido ambiental NBA 2K20 vuelve a brillar. Las reacciones del público varían dependiendo de como vaya el partido, subiendo la intensidad de sus gritos y sus ánimos cuando el marcador está apretado, y relajándose un poco cuando la victoria es amplia. Sobra decir cuanto ayuda este hecho a hacernos sentir que estamos dentro de la cancha, haciendo que nuestro corazón sufra algo más de lo debido cuando el rival nos pone las cosas difíciles. Tanto el apartado visual como el sonoro ayudan en gran medida a que la sensación que nos aporta el juego en general sea una de las mejores experiencias deportivas virtuales que hemos tenido nunca.
Pero decíamos antes que todo esto serviría de poco si a la hora de poner el balón en juego la cosa se torciera. No es así. NBA 2K20 es el mejor de toda la saga y uno de los mejores juegos deportivos de la historia. Quizá sea una afirmación un tanto contundente, pero la verdad es que Visual Concepts ha vuelto a superarse. Con el mando en la mano, pocos juegos nos van a devolver la sensación de control que nos brinda NBA 2K20. Los cambios en este apartado son también sutiles, pero todos ellos reman en la dirección adecuada poniendo a esta saga como algo difícil de batir, incluso para su próxima entrega. Teniendo en cuenta que estamos ante el final de esta generación, Visual Concepts ha acumulado la suficiente experiencia como para ofrecernos un juego totalmente pulido y tan redondo como el balón protagonista.
La triple amenaza
Uno de esos aspectos que ha cambiado respecto a entregas anteriores es el ritmo de juego. Ya desde el tutorial se nos hace hincapié en aprovechar la triple amenaza como opción real de ataque. Esto es, cuando un jugador de los que te pueden ganar el partido recibe el balón bien en el perímetro o en el interior, es fundamental tener todas las opciones abiertas. Bien sea pasar el balón a un compañero abierto, penetrar a canasta nosotros mismos o buscar un tiro desde el sitio en el que estamos. Para ayudarnos en las tres facetas se han pulido las fintas y los amagos, donde vuelven a tomar protagonismo los sticks de control, tanto para el tiro como para los movimientos. Si hemos jugado a la saga estos años no tendremos ningún problema en adaptarnos al control, ya que la variación se refiere más a la fluidez de movimientos y transacciones que al control en sí. La IA también ayuda mucho en este sentido, haciendo que nuestros compañeros busquen buenas posiciones e incidiendo en que quien tiene el balón tiene el control del juego. Quizá de la sensación de que esta entrega está pensada para potenciar el juego de los hombres pequeños, pero sin quitarle un ápice de importancia a los bases y escoltas, la velocidad y potencia de los aleros y pivots sigue siendo definitiva si queremos llevarnos la victoria. De hecho, la velocidad es otro de los puntos claves en las novedades del juego.
No sólo la velocidad individual de cada jugador, si no que el rito de juego se ve influenciado por estas novedades. Una de ellas es que ahora la energía del jugador tienen mucha más incidencia directa en el manejo del juego. Si nos dedicamos a correr de cancha a cancha con nuestro personaje, acabaremos pagando el agotamiento con tiros que no entran o pérdidas absurdas que no cometeriamos si hubiésemos cuidado la energía de nuestro jugador. Es fundamental dosificar fuerzas si no queremos que el entrenador nos quite minutos de partido. Esto hace que el juego tome otro nivel y que la estrategia, quizá ausente durante todos estos años, haya llegado de manera definitiva. Ya no sólo tendremos que usar pies y manos para ganar el partido, también tendremos que usar la cabeza para saber cuando hay que dejarse la piel y cuando es el momento de dosificar fuerzas.
WNBA
Capítulo aparte merece la inclusión de la WNBA, la mejor liga femenina del mundo, en un juego que ya dominaba la cancha. Lejos de aprovechar el motor existente, que lo aprovechan, Visual Concepts ha querido trasladar la misma sensación que nos ofrece con la liga masculina, poniendo todo su esfuerzo en que el realismo sea la nota predominante también en esta liga. Para ello no ha dudado en capturar los movimientos de algunas de las mejores jugadoras, aunque alguna de ellas ya esté retirada como nuestra leyenda del básquet, Amaya Valdemoro o la que lleva camino de serlo, Maite Cazorla. El mismo nivel de mimo y cuidado se ha trasladado a la WNBA, y aunque por supuesto el baloncesto femenino es menos físico que el masculino, lo que pierde por un lado lo gana en el apartado táctico. Partidos más pausados y con animaciones exclusivas son una excusa suficiente para que nos sirva de acercamiento a una liga que está en pleno crecimiento. El esfuerzo hecho por Visual Concepts recreando una a una a las más de cien jugadoras de la liga, es algo que tenemos que remarcar.
Los modos de juego
En este apartado no hay ninguna novedad. Son todos los que estaban y están todos los que eran. Desde los partidos rápidos, incluyendo los enfrentamientos diarios hasta los modos de juego con más seguidores como My GM, My Player o MyTeam, del que hablaremos más tendido en un momento. El modo de juego en el que tomamos las riendas tácticas y económicas de un equipo a nuestra elección es quizá el que menos novedades ha visto en esta entrega, y es una tendencia que estamos viendo en todos los juegos deportivos, algo que personalmente me entristece porque tradicionalmente ha sido uno de mis modos favoritos en cualquier deporte. Es obvio que los tiempos cambian, y con ellos los nuevos jugadores que sin duda prefieren otras formas de ver el baloncesto.
My Player
Una de ellas es tomar el control de un solo jugador para llevarle a lo más alto de su carrera baloncestística. Este año, VIsual Concepts vuelve a apostar por un modo narrativo en el que nos cuenta la manida historia de superación de un chaval que acaba la universidad y tiene que sacar los codos para hacerse un sitio en la mejor liga del mundo. Por el camino, algunas decisiones que nos dolerán, teniendo que elegir entre corazón o cabeza y muchas otras menores que irán formando nuestro carácter como jugador y como persona. Este modo, como es habitual, sirve de prólogo para el modo carrera, y una vez que lo hayamos completado es decisión nuestra si queremos volver a hacerlo todo cuando nos creemos otro jugador o si por el contrario nos lo saltamos y vamos directamente al turrón. Una buena opción para no tener que volver a lidiar con esas tres o cuatro horas de narrativa cada vez que queramos empezar una carrera nueva.
La inclusión de estrellas del cine como Idris Elba o Rosario Dawson le dan algo de brillo a esta historia, que por otro lado no cuenta nada nuevo. Una historia que hemos visto cientos de veces en cine, libros o cualquier elemento cultural, con el aliciente que ahora podemos dirigirlo tomando algunas decisiones. Muy al estilo de aquellos viejos libros de “Elige tu propia aventura” pero envuelto en un papel mucho más tecnológico. En este sentido, la entrega de hace unos años sigue siendo el punto de referencia, pero es obvio que tampoco vamos a encontrar un Spike Lee debajo de cada piedra.
My Team
Pero el modo que reina en NBA 2K20 es My Team. Como ya sabes, se trata de crearte un equipo de fantasía mediante la compra de cartas que nos proporcionarán jugadores y otros elementos aleatorios con los que construir nuestro equipo. Hasta aquí, nada que no hayamos visto antes. La parte mala viene cuando VIsual Concepts, de manera incomprensible, se mete en el barro de los micropagos para empantanar una experiencia que hasta ahora estaba siendo impecable. Es verdad que todo lo que se puede comprar con dinero real también se puede comprar con monedas del juego, es decir, no hay nada exclusivo para lo que tengamos que pasar por caja, pero el tiempo que lleva hacerse con esos precios sin que nuestra tarjeta de crédito se resienta hace que al final la fórmula pay-to-win esté lamentablemente presente.
Y esta fórmula comentada es algo perfectamente entendible en juegos gratuitos o de bajo coste, pero cuando ya has pagado tu parte de pastel en un juego con precio triple A, nos parece injusto el que se te obligue de facto a seguir desembolsando dinero si quieres competir con un mínimo de posibilidades contra otros jugadores. Además, la polémica por la inclusión de ruletas al más puro estilo casino en el modo Mi Jugador inciden más en esta sensación de que el equipo de desarrollo de NBA 2K20 nos quiere sacar hasta el último euro de nuestras cuentas. Una de las grandes novedades en este modo son las llamadas cartas de Evolución. Acostumbrados como estamos que nos toque una carta y se quede ahí, esta novedad nos aporta mucho más. Se trata de cartas que, como su propio nombre nos indica, evolucionarán cuando consigamos una serie de requisitos con ella. Bien sea lograr una determinada cantidad de puntos o cualquier otro requisito que se nos pida con ese jugador. La incidencia que esto tiene en el juego es obvia, obligándonos muchas veces a cambiar nuestro quinteto e incluso nuestra forma de jugar para conseguir coger ese rebote que se nos resiste y que nos va a permitir evolucionar la carta al siguiente nivel. Una gran idea que le da un toque distinto al modo y que esperemos haya llegado para quedarse. Por lo demás, los modos ya conocidos como Dominación o los Desafíos Semanales siguen presentes y sin cambios significativos. Es verdad que ahora podemos elegir la dificultad, con su correspondiente incidencia en la recompensa, de alguno de estos modos, pero la esencia sigue siendo la que ya vimos el año pasado.