Los videojuegos de sigilo siempre han tenido un encanto especial, aunque también es cierto que eso de pasar desapercibidos no es para todos los paladares. Hay quienes prefieren liarse a tiros con todo lo que sale en pantalla. Pero pocas cosas tienen más emoción que infiltrarse por los escenarios con la tensión de que, si nos detectan, todo se irá al traste. Una combinación de estrategia e ingenio, observando el entorno para utilizarlo a nuestro favor y aprovechar argucias para seguir adelante.
Inspirado en estas mecánicas nos llega El Hijo: A Wild West Tale,confeccionado por HandyGames y Honig Studios que nos transporta a una nueva forma de vivir un spaghetti-western. Esta vez sin tiroteos al ocaso con miradas desafiantes y escupitajos al suelo. En esta ocasión, somos un niño de 6 años al que su madre le acaba de dejar en un monasterio para proteger su vida de los forajidos. Pero no va a quedarse ahí parado, porque a veces es peor el remedio que la enfermedad.
El Hijo: A Wild West Tale se lanzó el pasado mes de diciembre en PC y Stadia, y llega ahora a consolas -PS4, Xbox One y Nintendo Switch- para contar, a su manera, un crudo relato en un mundo, curiosamente, lleno de colorido. Bajo su bello arte cuenta con sutileza y de forma omnisciente y tema tan crudo como el uso de niños como mano de obra barata, a quienes les ponen a trabajar para hacer cualquier tarea adulta, esclavizándolos y robando una infancia que debería estar dedicada a jugar.
Lo hace además con mucha elegancia, ya que en todo el juego no hay un solo diálogo. Todo lo evidencia con pequeñas secuencias cinemáticas y el desarrollo en sí, donde vemos a varios niños realizando tareas mundanas ordenadas por los sacerdotes o los forajidos que están a su mando. Nosotros, como el niño protagonista del juego, queremos escabullirnos de eso para conseguir la libertad.
Y, para ello, tenemos que infiltrarnos a plena luz del día, como si fuéramos un ninja, pero teniendo seis años, un poncho y un tirachinas. Como si de un juego del escondite se tratara, la escasa sombra que hay en los escenarios es "casa", y ahí somos indetectables e invencibles, aunque estemos al lado de uno de los enemigos de los que tenemos que huir. Es cierto que eso resta bastante inmersión y saca del juego durante las primeras veces que vemos que nos vale con estar ahí, en una sombra visible.
La vista isométrica del juego nos permite planear una estrategia para llegar al siguiente punto de control. No se puede decir que sus niveles son abiertos, pero en la mayoría de ellos tenemos al menos dos opciones para llegar al objetivo; puede que uno resulte más fácil que otro. Es cuestión de probar. Pero, desde luego, se agradece esa libertad para dotar de un mayor dinamismo al desarrollo aunque, eso sí, tampoco esperéis alardes.
Realmente, jugando a El Hijo: A Wild West Tale queda la sensación de que se ha utilizado el sigilo como única opción posible ante la falta de recursos de sus creadores. Es obvio que es un juego indie de presupuesto muy limitado. Se nota en las animaciones de los personajes y en las propias técnicas de infiltración. Cuando haces un juego exclusivamente dedicado a un estilo, debes tratar de innovar de alguna forma; como por ejemplo le pasaba a Aragami, al que se le notaban las limitaciones pero trataba de tener un corte distintivo.
En este caso, todo lo que ofrece la aventura ya lo hemos visto en innumerables ocasiones. Además de ocultarnos en las sombras, podemos usar el tirachinas para lanzar piedras y distraer a los enemigos para avanzar. Es un recurso infinito, así que podemos hacer prueba/error hasta que nos cansemos. Realmente, con eso basta para llegar hasta el final de una forma fácil y sencilla. Aunque más adelante hay otras mecánicas para utilizar muñecos de cuerda o flores con polen para seguir.
Resulta todo excesivamente simplista, constantes sensaciones de haber vivido ya la forma de resolver cómo avanzar. También contamos con un pájaro para aprovechar la vista isométrica de la aventura con los que veremos cuáles son las zonas seguras y el rango de visión de los enemigos; como si fuese el ave de los últimos Assassin's Creed.
Con todo esto es cuando nos damos cuenta de que quizás el target para esta aventura sean los más pequeños de la casa. Una aventura de sigilo sencilla para que la cantera se forme en este tipo de juegos con simpleza y efectividad. Ahí sí que puede funcionar la fórmula y pueda dar unas 4 ó 5 horas muy divertidas en familia hasta completar sus 30 niveles. Más allá de eso, hay poco más; los niños esclavizados hacen la función de coleccionables; tenemos que buscarlos por los escenarios e interactuar con ellos para obtener el 100% del juego. Solo eso os hará pensar en una segunda vuelta.
La ficha completa
Título: El Hijo: A Wild West Tale
Plataformas: PS4, Xbox One, Switch (Ya estaba en PC y Stadia)
Desarrolla: HandyGames
Fecha: 25 de marzo de 2021
Precio: 19.99€