Soy muy fan de la serie Peaky Blinders. Desde que me la recomendaron allá por 2014, sus personajes y atmósfera me atraparon. A partir de ese momento, siempre que me piden que recomiende una serie, es la primera opción. He enganchado a muchos amigos y conocidos a la trama de los Shelby gracias a mis consejos. Me lo han agradecido enormemente y, creo que desde BBC Two, empresa productora de la serie, podrían estirarse y darme una pequeña compensación. Por pedir que no quede.
Mientras veía la serie, mi deformación profesional me hacía pensar cómo podría ser un videojuego basado en Peaky Blinders. Siempre lo he visto muy difícil. Sus valores y encanto vienen cargado por la narrativa; por diálogos fabulosos que nos hacen comprender las inquietudes de unos personajes enmarañados en una espiral delictiva y ávidos de poder. Por un lado me imaginaba algo al estilo Mafia, con acción en mundo abierto y coches de época pero con una mayor importancia narrativa y un sistema de diálogos y decisiones al estilo Mass Effect. Pero también me venía a la mente algo más estratégico, como Omerta City of Gangsters.
Lo que ha llegado finalmente es Peaky Blinders Mastermind, un juego desarrollado por FuturLab sustentado en un desarrollo de lo más particular, donde el mayor aliciente reside en poder manejar a los protagonistas de la serie. Como tanto imaginamos muchos mientras veíamos a Thomas Shelby fumándose, taciturno, un cigarrillo, para planear su próximo movimiento. O a su hermano Arthur perdiendo los estribos, aporreando a miembros de la banda rival.
Es un producto fanservice, y como tal tiene sus cosas buenas o malas. En esta ocasión, la narrativa pasa un poco desapercibida, aunque el juego ejerce a modo de precuela, lo que hace que sea un título también accesible para quienes no conocen nada de la serie. En la decena de misiones que tenemos a nuestra disposición, la historia se desglosa -en perfecto castellano, por cierto- mediante viñetas estáticas en las que aparecen los personajes de la serie.
Un estilo visual cartoon que encaja muy bien con lo que pretende. Pero tampoco esperéis mucha más profundidad que un pretexto para hacer la misión de turno, en la que tengamos que robar unas mercancías o quemar un local para dejar claro quién manda.
Se podría denominar a Peaky Blinders Mastermind como un juego de puzles, más que otra cosa. Aunque el componente estratégico resulta primordial. A lo largo de la aventura, según corresponda, tomamos el control de Tommy, Arthur, Polly, John, Ada y Finn. Cada uno de ellos tiene unas habilidades, y tenemos que sacar partido de cada una para poder cumplir los objetivos marcados.
Por ejemplo, Tommy puede amenazar o persuadir a los personajes enemigos para que hagan lo que les pedimos, Ada distraerlos mediante conversaciones o Finn colarse por espacios pequeños. Debemos usar cada una de sus características, y hacer que encajen como un perfecto engranaje. Podemos usar cada una de sus virtudes durante un tiempo determinado, el que creamos necesario. Así, formaremos una línea del tiempo que podemos ver en la parte inferior de la pantalla, al más puro estilo Adobe Premiere. Una vez hayamos creado todos los pasos necesarios para realizar la distracción y alcanzar al lugar adecuado, podremos llegar a nuestro destino y cumplir el objetivo.
Cada fase se divide en pequeños objetivos que cumplir hasta llegar al final. Son cortas y directas, pero de dificultad ascendente. Al principio puede resultar complejo comprender su maquinaria, pero en un par de misiones tomamos el control.
Podemos completar el juego en menos de lo que dura una temporada, pero cada fase nos propone el reto de completarla en una marca determinada de tiempo, lo que insta a rejugarlas para conseguir la mejor calificación ideando la mejor estrategia.