Microsoft Flight Simulator no es un videojuego al uso. El título llega de la mano de Asobo Studios para continuar con la saga y para que la compañía perpetúe un legado que se remonta ya a 1982 y que ha ido evolucionando a lo largo de 15 entregas hasta llegar a un título que promete llevar todos los conceptos del juego a otro nivel.
Aprendiendo a volar con Microsoft Flight Simulator
Microsoft Flight Simulator se presenta como un juego de nicho. Es cierto que la premisa puede no resultar atractiva a todo el mundo o, incluso, dar miedo. Que si por dónde empezar, qué demonios son los flaps o cómo narices se mantiene esto en el aire. Os he de confesar una cosa, esas tres fueron mis primeras preguntas mientras pensaba en el lío que me había metido asumiendo este análisis.
La cosa no empezó bien. La avioneta Cessna 152 con la que el juego nos enseña a volar acabó en el suelo más veces de las que estoy dispuesto a admitir durante el ciclo de tutoriales. Un total de ocho pruebas en las que se nos muestran los controles y conceptos básicos de aviación que debemos de aprender si es que queremos mantener estos cacharros volando.
Estos desafíos iniciales están bien llevados y nos ayudarán a familiarizarnos con nuestro sistema de control. Las opciones son múltiples, aunque la combinación de solo teclado y ratón es probablemente la más difícil de manejar para los nuevos jugadores. Sin embargo y aunque los tutoriales son una toma de contacto excelente, se quedan cortos.
Aprender a despegar, aterrizar y conocer los límites del avión es tan importante como insuficiente. Volar es mucho más que mantenerse en el aire y parece que Microsoft Flight Simulator nos pone un techo en cuanto al aprendizaje, obligándonos a estudiar por nuestra cuenta si queremos hacer algo más que despegar de un aeropuerto y aterrizar en otro que esté a pocos kilómetros.
Ojo, porque elevarse al cielo y hacer un vuelo se ha convertido en un ritual diario desde que toqué Flight Simulator por primera vez, pero también me sabe a poco. Es uno de esos puntos donde la simulación debe fallar para dejar algo más de paso al videojuego e introducir tutoriales sobre los controles de un Boeing u otro tipo de aeronaves con una cantidad de paneles y botones tal que a veces uno solo puede echarse a temblar.
Es un error como videojuego y no nos va a quedar otra que pasarle factura al título en la nota cuando llegue el análisis final. Sin embargo, hay que decir que el proceso de investigación fue tan apasionante como el propio juego. Al final se le coge el gusto a aprender a quitar el piloto automático, poner el avión en pérdida y verlo caer para tratar de recuperarlo una y otra vez mientras consumía un episodio tras otro de diferentes documentales.
Sobrevolando un mundo maravilloso
El mundo es maravilloso. Esta frase, que lo mismo decora un sobre de azúcar que abre este epígrafe del análisis de Microsoft Flight Simulator, se hace evidente cuando pasamos por encima del universo a 8.000 pies. Lejos de las texturas difusas y los rectángulos grises que hacen de decoración de fondo en otros títulos, desde Asobo han sido capaces de crear un mundo bajo nosotros que se siente vivo y real.
Tenemos la opción de sobrevolar el Partenón ateniense, acercarnos a la Estatua de la Libertad o pasar peligrosamente cerca de un monumental Taj Mahal que nos recibe en todo su esplendor. Quizás, si nos cansamos de tanta civilización, podemos probar suerte en un aeródromo de Los Alpes. Cada tarea con sus propios peligros, pero con una sensación de deleite visual gratificante.
El apartado gráfico de Microsoft Flight Simulator es capaz de rendir a un nivel impresionante. El detalle de los aviones, la vista exterior o por la ventanilla y el mundo que nos rodea hacen que hasta los vuelos con piloto automático valgan la pena. Sin embargo, hay una contraparte importante en lo que respecta a este apartado y son los tiempos de carga.
Aunque es fácil comprender e incluso podemos llegar a perdonar el excesivo tiempo de carga por el resultado final, lo cierto es que no vendría mal una reducción. Es un problema endémico a este género y puede ser incluso más exagerado, pero lo cierto es que para los menos habituados se hace chocante tener que esperar minutos desde que elegimos salida y destino hasta que podamos despegar. Además, el tamaño que ocupa el juego, que puede requerir más 150 GB de espacio para jugarlo de manera óptima, imposibilita almacenarlo en un SSD salvo que tengamos una buena cantidad de espacio o seamos usuarios tremendamente dedicados.
Aprendiendo a divertirse
Para jugar a Microsoft Flight Simulator y disfrutar, hay dos alternativas. En primer lugar está la del aprendizaje, que nos llevará un buen puñado de horas y nos mantendrá entretenidos durante mucho tiempo hasta que realmente sabemos pilotar un avión de cada categoría sin demasiadas ayudas y asumiendo toda la carga de trabajo. Sin embargo, hay mucho más que podemos hacer.
Aunque de momento escasos, el juego va planteando una serie de desafíos puntuados que nos someten a pruebas interesantes y rápidas en parajes elegidos cuidadosamente. Efectuar, por ejemplo, un aterrizaje perfecto en un determinado aeródromo especialmente complicado y ver hasta que puesto del ranking eres capaz de llegar puede ser una forma de picarse e ir mejorando progresivamente nuestra técnica.
Por otra parte, el modo libre, que nos conectará al multijugador siempre que queramos y nos permite volar entre todos los aeropuertos incluidos en el juego con la aeronave que elijamos. Las alternativas son muchas en cuanto a personalización de clima o tráfico y hasta tenemos la opción de enfrentarnos a la situación más realista posible asumiendo la meteorología actual en el mundo real y la presencia de todos los aviones reales que están surcando el cielo en ese momento.
Por si estas alternativas fueran poco suculentas, cuando aprendamos a pilotar (o antes) podemos comenzar a incluir determinados fallos en la nave. Microsoft Flight Simulator se puede convertir en la serie de documentales Mayday: catástrofes aéreas a golpe de ratón y de forma completamente planificada. Eso sí, si vamos a apagar los dos motores más nos vale saber pilotar adecuadamente y conocer el procedimiento.
Democratizando los cielos
Volar siempre ha sido utilizado como sinónimo de una palabra: libertad. La cantidad de decisiones que podríamos tomar si tan solo tuviéramos la capacidad de surcar los cielos como un pájaro sería tan elevada como abrumadora. Hoy estaríamos aquí, mañana allí y por el camino disfrutando del impacto de un viento que no nos aportaría más que sustentación aerodinámica y la clara sensación de que estamos más vivos que nunca.
Sería prácticamente incontable el número de veces en las que este deseo se convirtió en un sueño coartado. Ser piloto de avión no está al alcance de cualquiera. Mucho menos poder pilotar un Boeing 747 o un Airbus 320. Completar la lista de comprobaciones y despegar desde el aeropuerto de Heathrow en Londres para aterrizar en la pista 18L de Barajas puede sonar a tarde rutinaria de trabajo o ser la fantasía de un aficionado a la aeronáutica. Todo depende siempre de a quién le preguntes.
Bien entrado en los 25 años y sin más vocación previa que la media, uno no espera nunca ver por dentro y con sus propios ojos la cabina de un avión comercial. Tampoco entender las diferencias técnicas de pilotaje aunque sea a un nivel que en otro ámbito denominaríamos “nivel usuario”. El cielo es de todos, pero pertenece a quienes son capaces de dominarlo. Sin embargo, Microsoft Flight Simulator es capaz de democratizarlo y, al menos, hacernos vivir la fantasía de que podemos domar un pedacito de lo que hay entre nuestros ojos y la línea del horizonte.