Hay algo romántico en el rugido de un motor. La vibración y el seseo de todos esos engranajes es música para los oídos de los amantes de la conducción. Y la industria del videojuego no es una excepción. El género de la conducción siempre estuvo generalmente unido al género del arcade desde sus primeros compases. Conforme la tecnología avanzó también lo hicieron las propuestas jugables en el género de las cuatro ruedas con títulos como Gran Turismo o Need for Speed, pero igualmente estábamos ante una propuesta mayormente arcade.
Y fue hace algo más de 12 años cuando, para las consolas de pasada generación, la desarrolladora Criterion Games dio un paso adelante del género de la mano de la saga Burnout. Era el turno de Burnout Paradise. Ya por aquellos días, la saga Burnout no necesitaba presentación alguna tras algunos títulos tan elogiados como Burnout 3: Takedown, uno de los mejores juegos de conducción de todos los tiempos.
Con el lanzamiento de Burnout Paradise, Criterion Games marcaba el nuevo camino del género, el mundo abierto. Más de una década después, la fórmula sigue siendo totalmente vigente y contemporánea. Este mundo abierto más light nos ofrecía una mezcla perfecta entre la libertad de la conducción libre y los diferentes eventos que marcaban el tempo del juego.
Esta versión que nos llega hoy a Switch se trata de la versión remasterizada que ya llego a las consolas de sobre mesa de la actual generación el pasado 2018. Esta remasterización ya incluía ciertas mejoras así como la incorporación de todos los DLCs a la fecha y mejoras en las texturas adaptadas a la actual generación, una remasterización, nada de remake. Esto generó opiniones dispares al suponer una remasterización algo descafeinada.
Pero, ¿Qué es Burnout Paradise, y qué lo hace tan especial?
Como mencionábamos, Burnout Paradise incorporó elementos característicos de mundo abierto en un juego puramente arcade. Hablamos básicamente de los sistemas de juego de progresión y desarrollo de la acción.
Esta innovación en ambos elementos jugables hace que los menús prácticamente desaparezcan y toda la acción se desarrolle sobre un único mapeado que podemos recorrer con total libertad. Paradise City, su entorno rural y Big Surf Island se expanden ante nosotros desde el momento cero en el que se nos otorga nuestro primer vehículo.
Podremos simplemente apretar el acelerador a fondo y disfrutar de la velocidad o realizar varias de las tareas o misiones que el juego pone a nuestra disposición. Para ello no contaremos con el NPC aleatorio que nos hará buscar cuatro ranas, sino que deberemos plantarnos ante cualquier cruce para que se active la tarea en cuestión. Hablamos de carreras, caza y captura, la clásica Furia al Volante donde deberemos de realizar una serie de takedowns, entre otras misiones.
Todo ello deriva en una progresión muy orgánica a través de los carnés. Estos carnés irán mejorando conforme completemos tareas con lo que nos abrirá la puerta a conseguir mejores vehículos que nos permitirán afrontar con garantías las nuevas tareas y misiones que irán apareciendo conforme mejore nuestro carné.
Este bucle tan sencillo y limpio permitió, y permite, a la obra de Criterion Games ser una obra limpia, directa y, por encima de todo adictiva y de la que nos será muy difícil decir basta, y más al tratarse de la versión que nos ocupa hoy.
¿Y qué nos encontramos dentro de estas tareas? Simple, nos encontramos Burnout en su esencia más pura. Velocidad, derrapes, velocidad, turbos, velocidad, sus maravillosos takedowns y más velocidad. Esa sensación de carrera frenética pero controlada es adrenalina pura. Un sistema de conducción simple y 100% arcade que hace de Burnout una obra accesible y divertida para todos los públicos.
Burnout Paradise Remastered y su versión para Nintendo Switch
Pero hoy, en 2020, la misma remasterización aterriza en la híbrida de Nintendo. Diferente plataforma, diferente entorno y diferente momento, pero no por ello menos interesante. Ante cualquier coletilla "remake" en Switch lo primero que hacemos es arquear la ceja y acercarnos al título con cierta desconfianza. Hemos visto muchos ports a Switch de versiones de las consolas de sobre mesa, algunas de ellas muy correctas y otras muy deficientes. Sin ir más lejos, hemos visto recientemente como el port de Borderlands Legendary Collection atesoraba mucha más calidad que la de otro first person como el RPG The Outer Worlds, un juego prácticamente contemporáneo.
Pero con Burnout Paradise Remastered esa desconfianza se disipa en el primer acelerón. El trabajo realizado por Stellar Entertainment en este port ha sido bueno, muy bueno. Remarcar que Burnout Paradise Remastered luce muy bien en el modo portátil y luce excelente en su versión de sobre mesa. ¿La diferencia? En la versión portátil el port saca el máximo de la pantalla de Switch, 720p, mientras que en la versión de sobre mesa el título alcanza los 900p. En todo momento, como no podía ser de otra manera, hablamos de que el título mantiene intactos los 60fps, un indispensable en este título.
En lo que al control se refiere los joycon responden muy bien. El juego no es nada exigente en este sentido y podremos controlar fácilmente la accesibilidad del juego a través de gatillos y botones con total comodidad.
Al margen de estas características técnicas, el juego incluye todo el contenido a la fecha. Hablamos de un total de 8 DLCs que incluyen desde nuevos modos de juego, nuevos vehículo y nuevas zonas. A pesar de que inicialmente tanto contenido pueda abrumar, el juego no atosiga y te permite ir descubriendo todo el contenido al ritmo que tú quieras o, que por contra, te sientes en lo que realmente nos gusta, conducir.
Otro elemento que no podíamos pasar por alto es, efectivamente, su excelente banda sonora. Igual que el juego, sus melodías rockeras de profunda influencia de ese imaginario americano donde se ubica la ciudad de Paradise encaja como un guante de seda. Ya el opening que nos acompaña desde el minuto cero con ese Paradise City de los Guns N’ Roses es una clara declaración de intenciones. Muy acertada y en perfecta armonía con el título.
Sí, esta versión de Burnout Paradise Remastered para Nintendo Switch nos ha parecido un título brillante. No diremos sorprendente porqué, a estas alturas de siglo, ya poco queda por descubrir sobre Paradise pero sí que Stellar Entertainment ha realizado un trabajo soberbio en traer Burnout Paradise Remastered a un ecosistema que se siente natural y propio. Natural porqué a pesar de tratarse de un juego de conducción de mundo abierto, no incluye la nefasta connotación que implica el concepto de mundo abierto. Ese aluvión de misiones secundarios y recados sin sentido que se amontonan con el único fin de alargar artificialmente la vida útil de un título y, por ende, de atosigar al jugador. Y propio porqué jugarlo en partidas cortas en la pantalla portátil es comodísimo. una carrera aquí, un takedown allí, nos permite disfrutar del juego sin estrés y a nuestro ritmo. Muy apetecible y adictivo en este sentido. Si a ello le añadimos las diversas posibilidades multijugador que incluye, tanto a nivel local como multijugador, la diversión (y las risas) se multiplican.
Burnout Paradise Remastered ya lo consiguió hace más de una década. Lo importante aquí es conducir, acelerar, quemar neumático y sentir la adrenalina de la velocidad, lo demás está demás. Y en este caso la fórmula no ha podido salir mejor. Ahora, ¡pisad a fondo!