Últimamente se está poniendo de moda eso de morir muchas veces, como si de esa manera se hiciera un juego complicado. El paso más allá es morir muchas veces estando ya muerto, lo que pasa en West of Dead. Upstream Arcade nos lleva al purgatorio de la mano de Raw Fury, editores de muchos otros indies como Atomicrops o Kingdom, en este twin-stick con mucha acción y características roguelite. Nosotros lo hemos jugado en Steam pero estará disponible en Xbox One, PS4 y Nintendo Switch.
Una mezcla extraña
Algo que no suele pasar mucho en los roguelite es que tenga una historia definida, un hilo que seguir con capítulos y todo. Suelen estar más disueltos en el gameplay por el tipo de formato. En West of Dead controlamos a William Mason, aunque recuerde poco de lo que era antaño, antes de convertirse en un Ghost Rider del chino. Eso tendremos que descubrirlo mientras avanzamos por los laberintos llenos de enemigos y mientras derrotamos a los diferentes jefes que pueblan el Purgatorio. Es un avance lento por cómo está hecho, siempre que morimos tenemos que empezar de cero, como en un roguelite. La ventaja está en que cuando derrotamos a un jefe obtenemos objetos que nos hacen el avance más fácil, como el hecho de teleportarnos entre plataformas ya descubiertas, que se nota mucho a la hora de explorar los laberintos para conseguir mejores objetos. Aparte también obtenemos recursos que podemos gastar en desbloquear armas, abalorios y demás chatarra para que nos salgan en nuestros futuros intentos.
El sistema de recursos es bastante simple, son dos: hierro y pecados. El primero es el recurso de andar por casa para gastarlo en el momento en el mercader que hay en cada zona. Los pecados son más especiales y se gastan en la zona de transición entre los diferentes niveles. Se gastan en armas y habilidades que tendrán una posibilidad de aparecer a partir de ese momento. Este recurso por tanto es el sistema de progresión de West of Dead junto a los beneficios de matar jefes. Siendo así, los objetos que verdaderamente van a marcar una diferencia cuando los consigamos son muy caros en cuanto a pecados y para ello tendremos que morir y hacer lo mismo muchas veces o ganar maestría y avanzar pues cada zona da más de estos pecados. Aparte del hierro también existen potenciadores por el mapa, en forma de altares, que potenciarán en un porcentaje la estadística que elijamos entre: vida y daño cac, daño de armas y, por último, daño y recarga de habilidades. Explorar las zonas en busca de altares es primordial si queremos avanzar lo máximo posible.
Estás muerto, tienes tiempo
Disponemos de hueco para dos armas y dos habilidades. Las habilidades pueden ser tanto ofensivas como defensivas y las armas podemos elegir entre escopetas, rifles o pistolas, las clásicas del oeste. Cada una de ellas con una fortaleza y una debilidad, para las diferentes situaciones que se nos presenten. Además, las que desbloqueemos mediante pecados tienen habilidades especiales que generan efectos diversos, como daños por críticos, en el tiempo o efectos adversos. Esto le da a West of Dead una dimensión amplia de posibilidades para enfrentarse a la variedad de desafíos y escenarios, dimensión que de otra manera sería muy difícil de obtener por la simpleza de su gameplay en general. Cosa que no es mala, tiene poquitos controles por lo que es más fácil centrarse en lo importante, analizar la situación, al enemigo e intentar la mejor manera de seguir vivo con las herramientas que nos dan.
Aún así tiene sus mecánicas, muy necesarias para esta tarea, el sistema de esquiva y la cobertura proporcionan toda nuestra defensa ante los tiroteos. Al igual que hay enemigos que no harán que sea tarea fácil ni que nos sintamos cómodos, sacándonos de la cobertura o disparando ráfagas. La calma, sin duda, es el mejor arma que se puede esgrimir en este título.
Un detalle que afecta a West of Dead por completo es la oscuridad. El estilo gráfico recuerda mucho al usado por Darkest Dungeon, un estilo oscuro lleno de sombras totalmente negras, opacas por completo. La diferencia, por supuesto, está en la calidad Darkest Dungeon estaba mucho mejor definido, el estilo de juego también ayuda. Al fin y al cabo estamos en el Purgatorio, los laberintos y los pasillos oscuros son buenos métodos para atormentar a las almas condenadas. Pero el exceso de esta oscuridad hace que nos sea verdaderamente difícil disfrutar del juego, visualmente, dando la sensación de no estar acabado. Esto, como ya hemos comentado, afecta a todo el juego, incluida la jugabilidad.
Tenemos una cabeza llameante y somos un pistolero curtido, pero si no vemos al objetivo es muy difícil poder apuntarle y darle de manera efectiva, la cámara tampoco ayuda a poder disparar de forma cómoda por el ángulo. Por lo que la oscuridad cumple el objetivo de hacernos aún más difícil y peligroso adentrarnos en salas llenas de enemigos que no vemos, también es una oportunidad si encendemos los faroles que hay esparcidos por las salas, que aturden a los enemigos al encenderlos. Este ensombrecimiento total, no deja disfrutar del mundo inspirado en el Viejo Oeste. Los enemigos son los que más acusan este problema pues sus ropas y sombreros los tapan aún más, en los escenarios se nota algo menos gracias a las susodichas lámparas.
Eso sí, si tenemos que adentrarnos en el infierno, aparte de la cabeza en llamas, necesitamos algo de ayuda, alguien que lo conozca al dedillo. No hablamos de los NPCs que nos encontraremos por ahí, son bastante inútiles en general, hablamos de una voz que nos acompañará toda la aventura. La voz de nuestro protagonista William Mason, que actuará de voz en off, compartiendo sus propios pensamientos. En España puede que no nos sea reconocible, por el doblaje a español, pero el actor de Hellboy (el bueno, el que tenía a Santiago Segura haciendo un cameo) Ron Perlman es el encargado de prestarle su voz. Es un detalle que está ahí, que acerca aún más a West of Dead a cierto indie nombrado antes, puesto que un señor de voz grave te anuncie de forma obvia que has vuelto a morir o que te queda poca vida con frases resonantes siempre es de agradecer.