aAnunciado sin previo aviso y a pocos días de la fecha de estreno, XCOM: Chimera Squad ha llegado al mercado del PC a un precio reducido y ofreciendo cierta frescura que trata de reinventar a la saga original. Lo malo es que no está a la altura de los títulos que viene a suceder, lo bueno es que el estándar de calidad es alto y la vuelta de XCOM siempre es una noticia de agradecer.
XCOM: Chimera Squad reinterpreta los turnos
En cuanto comienzas con XCOM: Chimera Squad, hay un cambio que destaca por encima de todos los demás: las entradas. La aparición en el escenario es algo más orgánica y contaremos con diferentes opciones para comenzar la misión en función de nuestros personajes y objetos. Se torna algo caótico y no acaba de cuadrar con el resto del juego, pero funciona bien como contraste de acción y sigue permitiendo cierta profundidad estratégica.
Otro de los cambios a destacar es del sistema de turnos. En lugar de los grandes tiempos de acción en los que podemos armar todo nuestro escuadrón y decidir los pasos que cada uno de todos los personajes seguiran un orden que nos encontramos en la línea temporal. Cada personaje, sea controlable o enemigo, tendrá su propio orden en función a ciertas características.
Este cambio transforma radicalmente la forma de jugar. El hecho de que los enemigos puedan intercalar sus acciones entre las de nuestros agentes genera una sensación de constante peligro y hace que nunca podamos estar tan preparados como nos gustaría para enfrentar las diferentes situaciones a las que el juego decide enfrentarnos.
Esta barra de turnos es maleable mediante el uso de diferentes habilidades, sin embargo, se antojan algo escasas y poco rentables durante buena parte de la historia. Si funciona a la hora de condicionar los objetivos a atacar: siempre será mejor acabar con un rival que tiene turno justo después de que perdamos el control de nuestros agentes.
Hay belleza en esta imprecisión. La pérdida del total control de la situación hace que tengamos que adaptarnos y variar nuestra estrategia, pero en ocasiones la inoperancia de los enemigos acaba con un sistema que termina por quedarse a medio camino. La diferencia entre lo brillante y lo aceptable está a solo un par de malas decisiones.
XCOM, Hearthstone y Magic
Los juegos de estrategia por turnos siempre corren el riesgo de convertirse en algo demasiado bidimensional. Quizás ese es el aspecto que más lastró a Hearthstone. El juego de cartas de Blizzard tiene una estética perfecta, una personalidad única y la particularidad de hacer que puedas aburrirte uno de cada dos minutos que juegas.
No es ninguna novedad que en la taberna siempre se han echado de menos las oportunidades que da Magic o el más reciente Legends of Runeterra de responder las agresiones rivales. Un sistema de turnos dinámico donde se evalúa tanto tu estrategia establecida a largo plazo como la capacidad de improvisar o de castigar inmediatamente un error rival.
Esa sensación de neutralizar instantáneamente lo que el contrincante podía considerar brillante pero tu sabías que podía suceder es maravillosa. Las entregas originales de XCOM eran capaces de solventar ciertas carencias con otras mecánicas, pero en Chimera Squad no contamos con la temida muerte permanente ni soldados maleables de los que nos debamos preocupar a cada instante. Por eso hubiera sido tan importante poder anular a los rivales de forma dinámica.
La falta de incentivos por hacerlo bien merece una contraprestación. Como jugador es complicado sentirse satisfecho tras realizar una misión bien intentándola por cuarta vez y consiguiéndola a base de repetir. De hecho, otra de las bases de la satisfacción personal en un juego de turnos es la fluidez. Cuando ya tienes la acción en la cabeza ejecutarla más rápido de lo que van las animaciones del propio juego y, simplemente, disfrutar el espectáculo.
Ahí reside el otro gran problema de XCOM: Chimera Squad. El juego no mantiene un ritmo fluido y lo más probable es que los personajes se vuelvan completamente locos cuando se les ordena las acciones más rápido de lo que son capaces de ejecutarlas. El disgusto está asegurado y quizás tras curar a tu compañero trates de lanzar a una granada y, en cambio, acabes disparando a un enemigo al que no tienes ninguna opción de impactar.
Aun así, funciona
De momento, casi todo ha sido malo. Sin embargo, XCOM: Chimera Squad es capaz de funcionar. El juego planea una serie de escenarios bien trabajados y las habilidades únicas de los personajes hacen el gameplay sea interesante y divertido. Los desafíos no son difíciles de superar con las decisiones adecuadas y, al final, terminan siendo satisfactorios una vez nos hemos dado cuenta de que esto no es exactamente el XCOM que esperábamos.
Los agentes se pueden ir mejorando y el sistema de cicatrices que los debilitará si salen heridos de una misión hace que infunda cierto respeto el hecho de recibir disparos. A cambio, no hay demasiados motivos para apartarte de tu cuarteto titular a la hora de hacer las misiones salvo para realizar unos entrenamientos concretos. Durante toda mi aventura uno de los agentes que quedó herido fue relegado a la posición de recadero como un triste NPC solo por no perder tiempo haciendo que se recuperase.
Aun así, este no es un compromiso excesivo ni inasumible. De hecho, es probablemente el único gran incentivo para darle una segunda vuelta al título una vez superadas las aproximadamente 20 horas que tardaremos en completar una historia que, aunque interesante, no está contada de la mejor manera y termina por perder la atención del jugador.
En lo jugable si brillan las múltiples opciones disponibles para objetos, equipamiento y mejoras. Al comienzo los menús son algo engorrosos y difíciles de manejar, pero la oportunidad de personalizar a nuestros soldados se agradece teniendo en cuenta que estamos jugando con personajes predefinidos como el juego.
Se mezclan conceptos hasta conseguir una suma interesante de mecánicas y opciones jugables que están bien trabajadas pero que no llegan a ser brillantes en ningún aspecto. La atención al detalle se echa de menos en esta vuelta a la saga, que aun así sabe hacerse valer por méritos propios como una opción económica para seguir disfrutando de un universo siempre interesante.