El recorrido de Dawn of Man, desarrollado por Madruga Works, viene de lejos. Este juego de estrategia, gestión de recursos, construcción y supervivencia fue lanzado en PC el pasado mes de Marzo. Ahora le toca el turno a Xbox One -plataforma sobre la que lo hemos analizado- y PS4. El género que hoy nos ocupa ha sido, tradicionalmente, terreno abonado para el PC; no obstante, en los últimos años, sobretodo a raíz de que las consolas permitieran conectar teclado y ratón, la estrategia ha ido aflorando cada vez más en los sistema domésticos. Y por eso estamos aquí, para contaros qué tal se nos ha dado el lograr sacar adelante a varias comunidades de humanos.
Desde la Edad de Piedra en la que la caza y la recolección eran las mayores preocupaciones para lograr sobrevivir hasta alcanzar el Neolítico y conseguir domesticar plantas y animales. Estos avances servirán para que las pequeñas comunidades se conviertan en enclaves lo suficientemente estables y prósperos para crear asentamientos que formarían los cimientos sobre los que se asentarían los primeros poblados. Dawn of Man nos invita, como su propio nombre indica, a vivir de lleno el amanecer de La Humanidad. A evolucionar, a crear, a construir, a crear lazos entre comunidades y, en definitiva a sobrevivir y garantizar el futuro de la especie.
Dawn of Man es un completo, complejo, veraz y desafiante juego en el que a través de varias Eras de la Prehistoria -viviremos a lo largo del Paleolítico, Mesolítico, Neolítico, Edad del Cobre, Edad del Bronce y Edad del Hierro- abarcando, de esta manera, más de 10.000 años. En todas estas Eras, nuestro deber primordial será la supervivencia de los miembros de nuestra tribu, pues sólo así lograremos seguir adelante y evolucionar tanto a nivel de especie como a nivel social.
Nuestros primeros pasos serán dentro de una pequeña tribu paleolítica. El asentamiento consta de varias parejas adultas, un par de críos, una fogata en el centro y dos chozas realizadas con pieles y situadas a pocos metros de distancia del lecho de un río. Las primeras tareas consistirán en empezar a recolectar materiales de madera y piedra para así poder crear herramientas que nos permitan pescar, cazar o recolectar frutos.
En los inicios sólo vamos a poder cazar pequeños y medianos animales como cabras o burros. Estas “sencillas” tareas de caza y recolección servirán para ir abriendo nuevas habilidades y permitirán acceder a mayor conocimiento, un proceso que culmina con el aprendizaje de nuevas tecnologías.
De este modo iremos pasando de simples palos de madera con la punta afilada a sofisticadas lanzas de metal o de la débil flecha manual a potentes arcos tensados. Esto son sólo un par de ejemplos pero podemos seguir así con las chozas que se convertirán en cabañas y luego en casas de adobe. Y al igual pasará con nuestro asentamiento, cada vez irá creciendo conforme nuestra tecnología avance.
Del asentamiento de dos chozas pasaremos a pequeños poblados de unas decenas de habitantes y de ahí a florecientes ciudades con centenares de personas viviendo en ellas. Dawn of Man, en ese aspecto, es muy veraz y un realista gestor de recursos. Cuanto más esfuerzo, trabajo y dedicación tengan tus pobladores, mayores serán los avances.
Unos avances que, conforme vayamos descubriendo nuevas tecnologías, irán abriendo un completísimo y complejo árbol de habilidades en las que iremos viendo una gran evolución. A pesar de ser complejo -hay pestañas dedicadas expresamente para todo tipo de actividad, desde la construcción de habitajes, pasando por la forja de armas, la creación de herramientas para la caza o la agricultura, la confección de prendas de vestir, etc-.
Todo en Dawn of Man adquiere una enorme escala que puede llegar a abrumar, ciertamente. Para los apasionados en la gestión de recursos y la construcción, el juego de Madruga Works es desde luego una perita en dulce, maná caído del cielo o, directamente, el mismísimo paraíso. Para el resto de los mortales, tal cantidad de opciones puede ser un escollo enorme y hacer de la experiencia un suplicio. Avisados estáis.
Pese a ello, los menús del juego son bastante amigables y muy intuitivos. Hacen que las tareas a asignar sean sencillas y rápidas. Con un par de pulsaciones ya estaremos enviando a nuestros pobladores a cazar, recolectar o pescar. Además, si somos algo impacientes, siempre tendremos la opción de acelerar las acciones para completarlas en un santiamén. Este hecho es un muy buen punto a favor ya que la sensación abrumadora anteriormente citada se mitiga en parte.
Todo en los menús queda perfectamente aclarado y, por si fuera poco, contamos con un completo y esclarecedor tutorial que merece mucho la pena completar. En él y en pocos minutos nos familiarizaremos con los controles y todas -o prácticamente- las tareas iniciales. Así los inicios serán menos duros.
Y hablando de los inicios, Dawn of Man no tiene una narrativa propiamente dicha y aunque sería un buen añadido no la necesita del todo. De esta forma queda claro cual es el objetivo sin estar pendientes de un hilo conductor. Nos dedicaremos a dirigir la vida de nuestros pobladores y sacarlos adelante haciendo que cada vez puedan vivir mejor. Pero, obviamente, encontraremos grandes obstáculos por el camino. Nuestro mayor enemigo en las primeras horas de partida, que coincide cuando nuestros pobladores son más vulnerables, será un clima implacable para con nuestros antepasados.
Las estaciones, sobretodo el invierno, serán muy duras por lo que tenemos que aprovechar los meses de bonanza climática para avanzar todo lo posible en cuanto a la caza, la recolección y la creación de elementos que nos permitan sobrevivir a la época invernal. Como decimos, el juego adopta un cariz muy realista y veraz en este tipo de situaciones y llega a simular el cómo debió ser la vida hace más de 10.000 años.
Esta dura prueba climática no será la única ya que conforme vayamos ampliando nuestra poblado y nos vayamos sintiendo más capaces de ampliar los límites territoriales de caza y recolección nos iremos encontrando con mayores animales e incluso con otras comunidades. Si bien, los grandes mamuts serán una de las piezas más codiciadas pero también de las más difíciles de conseguir. Cazarlo o morir en el intento puede suponer la diferencia entre la supervivencia del asentamiento o la desaparición del mismo.
También, conforme vayamos avanzando hacia las Edad de los Metales, despertaremos los recelos de comunidades vecinas. No vendrán a atacarnos, pues el juego no pretende ser un simulador de guerra, sino que más bien intentarán saquear nuestros más preciados bienes como el grano, la carne o algunas herramientas. Es por ese motivo que, llegados a cierto grado de sofistificación en el poblado se harán necesarias las construcciones de torres de vigilancia, pequeños muros dando así la sensación de que estamos creando una pequeña ciudad.
Si bien el juego está muy bien logrado en todos estos aspectos -sobretodo en la gestión de recursos y cómo ello nos lleva a evolucionar-, Dawn of Man tiene un par de detalles que hacen que la experiencia no acabe de ser del todo redonda. Y es que la IA del juego es bastante limitada, tanto en lo referente a los enemigos o animales como a nuestros propios humanos. La IA comete errores bastante tontos y de bulto que no se han pulido. No estropean en absoluto la experiencia pero ahí están y nuestro deber es comentarlos.
Por otro lado echamos en falta una mayor comunicación entre asentamientos. Es decir, sólo sabemos de la existencia de otros grupúsculos humanos porque vienen a saquearnos. No establecemos con ellos otro tipo de contacto como, por ejemplo, abrir vías de comercio. No estamos pidiendo conformar las primeras Ligas de Comercio de la Antigüedad pero habría sido la guinda del pastel. Comerciar con carnes, pescados, frutos, legumbres… hubiese sido un auténtico puntazo.
Para ir cerrando este análisis queremos destacar el notable trabajo técnico del que Dawn of Man hace gala. Los modelados de los humanos, cómo cambian de aspecto y ropajes conforme adquirimos nuevas tecnologías y conocimientos, cómo van cambiando los diferentes tipos de habitajes, los animales, plantas y árboles. Todo en conjunto tiene un notable realismo que hace que nos sumerjamos más en esta enorme aventura.
Además es realmente satisfactorio ver como nuestro esfuerzo en dar órdenes tiene sus frutos, al igual que ser creadores y a la vez espectadores de la evolución nos ha hecho sentir orgullosos de lo logrado con nuestros humanos. Sin embargo, la nota menos acorde del conjunto técnico lo pone un apartado de sonido algo flojo. Efectos de sonido escasos y la típica musiquita de ascensor que sonará sin cesar y del que acabaremos un tanto hartos pasadas las horas.