Cuando alguien decide entrar en el mundo de los esports de forma profesional, suele tener en cuenta aspectos como la búsqueda de patrocinios, la viabilidad económica del proyecto o la necesidad de contratar trabajadores, pero siempre hay un aspecto que se suele dejar descuidado: el ámbito legal.
Es una realidad que el aspecto legal suele quedar en un segundo plano, pero ¿cómo vas a saber la viabilidad de tu proyecto si no sabes si tienes que constituir una sociedad o una asociación? ¿Cómo vas a saber si te compensa jugar para un club si no sabes si el contrato que te están ofreciendo es legal o no? ¿Cómo vas a invertir en un club si no sabes si están haciendo las cosas legalmente?
El mundo de los esports es un sector nuevo, que carece de regulación específica, por lo que tenemos que estar a las normas generales y aplicarlas de manera que se adapten todo lo posible a las necesidades propias de los esports. Este aspecto es realmente importante dado que, como agentes del sector, tenemos que tratar de evitar que surjan problemas como los que han existido en otros sectores, donde una actividad novedosa no ha sabido interpretar y aplicar correctamente las leyes. Esto ha ocurrido, por ejemplo, con los “riders” y la discusión acerca de si son autónomos o trabajadores por cuenta ajena, y donde ni siquiera los juzgados a día de hoy se han puesto de acuerdo. Pero, ¿qué podemos hacer para evitar problemas legales?
Al tratarse los esports de una actividad tan nueva, a la hora de analizar si se está actuando conforme a derecho, existen dos grandes corrientes de pensamiento, que en ocasiones son compatibles entre sí.
- Autorregulación
- Aplicar las normas generales
Autorregulación
La autorregulación consiste en que los propios agentes del sector lleguen a acuerdos que regulen sus relaciones dentro del mismo. Estos pactos podrán ser lícitos o ilícitos en la medida en la que encajen o no dentro de la normativa existente.
Un ejemplo de autorregulación licita pueden ser los pactos de los derechos de retransmisión entre los clubes y la liga.
Por contra, sería ilícita la cesión de jugadores de un club a otro club. Esta figura está recogida específicamente para los deportistas profesionales, pero es cierto que todos sabemos que entre clubes de esports se ceden jugadores. ¿Permite la norma general ceder cualquier trabajador a otra empresa? La respuesta es “no” (salvo las empresas de trabajo temporal), pero en esta autorregulación del sector los clubes y jugadores buscan fórmulas legales -a veces muy imaginativas- para conseguir que un jugador pase a otro club de forma similar a como ocurre con los deportistas profesionales.
¿Qué implicaciones puede tener esto?
Como ha ocurrido con los “riders” lo que puede suceder es que esta autorregulación funcione durante un tiempo, gracias a un “pacto de caballeros” no escrito entre los distintos agentes intervinientes. Sin embargo, es probable que, más tarde o más temprano, alguien no esté conforme, y decida acudir a los tribunales. En el ejemplo de la cesión de un jugador, éste podría demandar, y el juez podría dictaminar que se está cometiendo una irregularidad, suponiendo un coste económico para el club.
La segunda corriente, tal y como se avanzaba, es aplicar las normas generales de nuestro ordenamiento jurídico. Esta opción permite cumplir con la normativa actual, pero no permite llevar a cabo ciertas actuaciones que son de interés en el ámbito de los esports -como la cesión de jugadores-. Esta imposibilidad, genera problemas a los distintos agentes que intervienen, y en muchas ocasiones si se desea cumplir la ley ésta no se adapta a las necesidades del sector.
Por tanto, jurídicamente hablando se estaría “más protegido”, pero desde un punto de vista de gestión y organización no da una respuesta a las necesidades reales, lo que acaba generando un conflicto.
¿Qué se puede hacer para solucionar este problema?
Una posible solución a este problema podría pasar por la regulación específica. Si todos los actores del sector de los esports se unieran, se podría hacer presión para que los esports pasasen a ser regulados de manera específica. Esta regulación propia no es sinónimo de una sobrerregulación de manera que se podría dejar un amplio margen a la autonomía de la voluntad, tal y como ocurre con los deportistas profesionales o los artistas
Con esta regulación, se podrían respaldar de manera jurídica las concretas necesidades del sector. Así, encontrarían apoyo legal situaciones como los traspasos, las cesiones, etc. Además, la seguridad jurídica es una herramienta contra la incertidumbre de una actividad aún en desarrollo, lo que permitiría atraer a más marcas que actúen como patrocinadores, pues al existir una mayor estabilidad, las empresas estarían más proclives a invertir en los esports.
Lo que está claro es que los esports están avanzando por el buen camino, se están haciendo verdaderos esfuerzos por profesionalizar el sector y poco a poco se irán encontrando soluciones a los problemas actuales.