Los jugadores, al igual que los lectores, somos personas que elegimos vivir miles de vidas -llegando a ser inmortales si contamos con las reapariciones- aparte de la vida que, por fortuna, nos ha tocado disfrutar. El hecho de poder encarnarnos virtualmente en otros humanos, extraterrestres varios, seres fantásticos o, incluso, animales es uno de los grandes alicientes de este nuestro hobby. Y si, nos hemos metido en el pellejo de incontables seres pero nunca nos habíamos enfundado en el traje de una abeja. Y eso es, precisamente, de lo que va Bee Simulator. Si, un simulador de ser abeja. Pero la cosa es más divertida, educativa y variada de lo que puede parecer en un primer momento.
Bee Simulator ha sido desarrollado por Varsav Games Studios y su publicación y distribución corre a cargo de Big Ben Interactive. Su propuesta aparte de original es muy interesante y educativa. Tras una bella secuencia animada en la que se nos relata lo importantes que son las abejas para el ecosistema, nacemos como una nueva abeja obrera de una colmena situada en Honeypark. En nuestro hábitat, inspirado en el Central Park de Nueva York, daremos nuestros primeros aleteos en busca de polen para hacernos con los controles y emprender las misiones iniciales como abeja melífera.
Y es que las abejas melíferas son parte indispensable de nuestros ecosistemas. Estos pequeños y laboriosos insectos realizan una función tan importante que a veces nos olvidamos por completo de ella y las consecuencias que acarrearía si las perdiéramos. Y es que con el cambio climático, la deforestación, el consumo sin control de los recursos naturales, el uso de pesticidas y demás actividades humanas que, sean intencionadas o no, dañan sin remedio los ecosistemas y, con ellos, nos llevamos por delante a un elemento esencial como son las abejas. Las responsables de la polinización -las plantas no se reproducen solas, necesitan de alguien que transporte sus esporas y las deposite- están desapareciendo y eso nos llevaría prácticamente al colapso. Sin polinización no hay miel -y eso para los golosos ya es algo dramático- pero, bromas aparte, el verdadero drama sería perder miles de especies vegetales por ello.
La flora se vería seriamente mermada, prácticamente abocada a la desaparición, y con ella toda una serie de extinciones en cadena -otras especies vegetales, insectos, anfibios, reptiles, aves, mamíferos- que afectarían al ser humano de una manera catastrófica. No es por ser alarmistas, tampoco es la tribuna adecuada para ello, pero cada pequeño gesto cuenta para intentar salvar el Planeta. Ya sabéis, de momento es el único hogar que tenemos en todo el Universo. Y esa es la intención de Bee Simulator al meternos en el papel de una abeja melífera. Crear conciencia en los jugadores, ya sean niños o adultos, e intentar dar un mensaje educativo muy potente y efectivo. Quizás, más allá del terreno jugable o técnico, ese sea la mayor virtud de este juego.
El caso es que una vez abramos los ojos y nos pongamos nombre, las abejas más veteranas de la colmena empezarán a asignarnos tareas para así colaborar a que nuestro hogar siga funcionando con precisión.
Porque en una colmena todas las abejas realizan sus tareas sin discusión, por el bien común. La Reina, dirige el cotarro amén de ser la madre de todos los miembros de la colmena, están las guardianas, exploradoras y recolectoras. El último caso es el papel que nos tocará desempeñar desde un buen principio pero, como somos algo rebeldes, por el camino iremos haciendo la función de otras abejas intentando que la Reina no se entere. Para ello, se nos irán asignando progresivamente pequeñas misiones conforme vamos avanzando en la corta historia. Estas misiones, en un principio, corresponden a ir recogiendo polen por zonas acotadas -tranquilos todos, más tarde podemos volar con un poco más de libertad-. Cada flor tiene su polen y, a mayor rareza, el color del mismo irá cambiando. Para ver el color del polen tenemos que activar la llamada “vista de abeja” en la que la pantalla se tornará azul e iremos viendo diferentes manchas de colores que representan el polen en suspensión. Las flores más comunes están marcadas en color blanco, las menos comunes en verde, las raras en amarillo y las épicas en rojo. A mayor calidad del polen más rápido se llenarán nuestras reservas internas y más pronto tendremos que volver a la colmena para depositarlo y empezar a crear miel.
Pero también nos vamos a encontrar con pequeños desafíos en las ubicaciones del mapeado. Por ejemplo, vamos a poder echar unas carreras con otras abejas -recorridos en los que tenemos que alcanzar puntos de control, atravesar rachas de aire e impulsadores que harán que tomemos ventaja-; o, incluso, pelear contra peligrosas avispas en secciones de combate muy interesantes y divertidas en las que tendremos que pulsar X o Y según aparezca en pantalla para completar con éxito -o no- una secuencia e ir debilitando al rival. También tendremos ocasión de ayudar a otras abejas de la colmena que se encuentren en situaciones de peligro o colaborar con ellas para así ir ganando prestigio dentro de la comunidad. Estas misiones se van repartiendo a lo largo de los 8 capítulos que dura la aventura. Y pese a que se hace algo corta, las tareas se antojan repetitivas ya que siempre nos vamos a encontrar con el mismo esquema.
Cabe decir que conforme vayamos viendo nuevas plantas y animales así como cuando completemos tareas, retos, misiones y recojamos polen y lo depositemos en la colmena iremos ganando los llamados “Puntos de Conocimiento”. Con estos puntos podemos comprar artículos en el Museo de la Colmena, un pequeño muestrario de modelados en 3D de las abejas, avispas y otros insectos. Además, tenemos una pequeña Enciclopedia en la que irán apareciendo las características de las flores que veamos mientras recolectamos polen. Como decimos, el contenido educativo de Bee Simulator es realmente su punto fuerte y detalles como estos lo demuestran.
Bee Simulator, al menos en Nintendo Switch -plataforma sobre la que hemos realizado este análisis-, es algo flojo técnicamente. El juego consigue llegar a muy poca resolución en la consola híbrida de Nintendo tanto conectada al dock como en modo portátil. Y eso que tampoco los modelados ni las texturas sean muy exigentes. Al igual pasa con los entornos. Eso sí, lo que son las abejas y las flores sí que se ven bien dentro de lo discreto que resulta el resto del conjunto. Siguiendo con los pequeños fallos, a veces la cámara se vuelve un tanto loca a la hora de seguirnos. Por lo demás el juego funciona de forma correcta y no hemos detectado fallos graves ni problemas de rendimiento.
Por último el sonido del juego también es discreto, las melodías son alegres y crean cierto ambiente. Pero lo más destacable es el sonido de la naturaleza. El zumbido de nuestras alas, el sonido de las plantas al pasar por su lado, las charlas de los seres humanos y los ruiditos de los animales que campan por Honey Park.