Enfrentarse a Code Vein es, a estas alturas, algo que podría no sorprender. No hablamos del tiempo que ha pasado desde su lanzamiento, ni mucho menos, sino de que los títulos que parecen basarse en la saga Dark Souls están tan en boga que lo que más llama al jugador a la hora de darle una oportunidad es el uso que hacen del cel shading y el modo tan anime en el que se ha enfocado una aventura que goza de una jugabilidad, a todas luces, excelente, pero también de una historia que nos incitaría a decir, sencillamente, que está bien. Sí, era de esperar.
Alma de Souls, valga la redundancia
Este enunciado es un error en sí mismo. A día de hoy parece que todo juego con base de rol y con cierta dificultad está basado en Dark Souls, pero es que la saga ha resultado tan exitosa que ya lo tenemos prácticamente asumido. En Code Vein, la cosa no es diferente, o al menos no demasiado. Estamos ante un título que nos hará morir en un puñado de ocasiones mientras nos enfrentamos a enemigos enormes y difíciles, ambientado todo en escenarios absolutamente espectaculares. Sí.
Y con la barra de aguante de por medio, claro, que nos hace tener que ser tácticos hasta un nivel que supera la paciencia de más de un usuario. ¿Sabéis lo sorprendente? Que esta vez no estamos obligados a sufrir tanto como en otras ocasiones. Por supuesto que Code Vein es exigente, pero no al nivel de otros juegos que han querido sacar de quicio al usuario. Es, por llamarlo de alguna manera, “abarcable”.
Visualmente es delicioso
Podemos decirlo sin tapujos: Code Vein es una absoluta delicia a nivel visual. No sorprende, porque el cel shading ya lo conocemos. No es tampoco la primera vez que se emplea el estilo anime. ¿Pero sabéis qué? El “rollo duro” del juego, mezclado con los personajes (que en todas sus clases gozan de un detalle exquisito) la iluminación y los escenarios apocalípticos pero a la vez coloridos hacen de Code Vein una absoluta brutalidad a nivel visual que resulta difícil de borrar de la retina. De hecho, ha sido uno de sus reclamos desde el momento de su anuncio. Estamos ante un juego que ha sido capaz de mantenerse entre los grandes. Un gustazo de título capaz de encandilar, aún cuando no crea nada nuevo.
La suavidad con la que el juego se mueve (en todas las plataformas, aunque en PC sus requisitos son algo elevados para tener una experiencia máxima) hace que en conjunto, disfrutemos aunque sea para que un enemigo de grandes dimensiones nos zumbe un castañazo y nos deje hechos polvo.
Vamos a la jugabilidad
La historia es la siguiente: contamos con un personaje cuya evolución va a depender durante toda la aventura de los códigos de sangre. Sí, la cosa va de sangre una vez más, para deleite de los Lovecraftianos. Pero ahora no se trata de lo mismo: somos vampiros y necesitamos una cura, o bien beber sangre. La otra opción sería acabar como unos bicharracos inmundos que ya han perdido el control, y no queremos llegar a eso, ¿verdad? Pues bien, en la búsqueda de esa cura, vamos a hacer uso de los dones de sangre, lo que nos hará emplear una serie de roles. Da igual que seamos Caballeros, Montaraces o Hechiceros. Las habilidades (dones) van a hacernos mejorar en parámetros tanto activos como pasivos en combate. Eso sí, necesitamos icor, que es la “carga” necesaria para ejecutar estas habilidades.
La acción puede encararse en solitario o bien formando equipos (los otros personajes adoptarán un rol que determinamos nosotros mismos). Y a disfrutar, porque os esperan más de una veintena de horas con esta dinámica, a menos que alguien ya se sepa el camino y los combates de memoria, claro.
Code Vein no defrauda, y tampoco sorprende en absoluto. Es exactamente lo que cabía esperar del título, pero su dificultad ha sido una sorpresa para todos. Es duro, pero asequible. Es muy anime, pero con un extraño toque occidental de dureza propia de las sagas que ya hemos nombrado mil veces; es un producto que parece destinado a los fans del estilo pero con inclinación por el anime más cerrado. Lo que no podemos desdeñar es el hecho de que argumentalmente, hace aguas por todas partes. Pero tampoco nos importa, desde el principio queda claro que estamos ante el típico juego en el que la historia no buscaba conquistarnos, sino emplearse como telón de fondo para dar background a la jugabilidad.