La fórmula pokémon funciona, como demuestran sus múltiples entregas a lo largo de los años. Mucho ha llovido desde aquel Azul y Rojo que nos encandiló a los niños de los 80-90, y Pikachu y sus amigos siguen siendo tremendamente relevantes. Su fórmula, a diferencia de la de la Coca-Cola, no se guarda celosamente en una cámara acorazada... Pero sí que comparte algo con esta bebida: se actualiza y mejora con el tiempo.
Aunque se acuse a la saga Pokémon de ser demasiado conformista, la realidad es que si miramos unas cuantas generaciones al pasado, los juegos son bastante distintos. Sí, hay peleas pokémon, las tablas de tipos son más o menos las mismas y los gimnasios son nuestro objetivo hasta llegar a la Liga Pokémon. Pero las sensaciones que se crean en los jugadores van cambiando con el tiempo.
Esto se hace en base a varios cambios que se introducen en los juegos. Tenemos los cambios jugables más o menos únicos de cada entrega como las Megaevoluciones o los Dinamax, los cambios permanentes como los nuevos tipos como Hada, o la simple y llana adición de nuevo contenido en forma de nuevos Pokémon. Pero también tenemos ajustes creativos y de calidad de vida, como el repartir experiencia, los retoques de ritmo y orden de exploración de la región, o incluso la Zona Salvaje de Espada y Escudo.
Tan importante es para la supervivencia de la marca Pokémon su inestimable y rocosa fórmula usada desde Azul y Rojo, como estos pequeños cambios que nos hacen sentir las entregas tanto distintas, como mejores. Y eso se evidencia con los periódicos remakes que se han ido realizando de las generaciones más antiguas.
Se producen las necesarias y obligatorias mejoras gráficas propias del tiempo que ha pasado desde entonces, se mejoran problemas evidentes que no se pudieron solucionar en ese momento, se le añade nuevo contenido para que se sienta fresco y, finalmente, se les proporciona los añadidos de calidad de vida que hemos tenido hasta ahora para que problemas de diseño superados no vuelvan a nosotros para convertir un ejercicio de nostalgia en una hemeroteca dolorosa. Porque al igual que Pokémon ha evolucionado, también lo hemos hecho nosotros como jugadores.
Pues bien, eso es lo que había pasado hasta ahora. Pokémon Diamante Brillante y Perla Reluciente, es el cuarto ejercicio de actualización de este tipo (quinto si contamos Let's Go, que yo lo haría), y es el que menos hace de todas estas cosas. La clave para que la nostalgia siga funcionando en el presente necesita que tenga lo suficiente del pasado para recordárnoslo, y lo necesario del presente para que no parezca que el pasado es lo único que tiene.
Pokémon Diamante no es que no lo haga; porque sí que tiene un trabajo evidente de puesta al día visual usando la estética "Pin y Pon" que tanto celebramos en el remake de The Legend of Zelda: Link's Awakening. También se añaden mejoras de calidad de vida como la posibilidad de usar las cajas durante nuestras aventuras y no sólo en los Centros Pokémon, o el uso de las MO en el mapa sin necesidad de hacérselas aprender a uno de nuestros monstruos de bolsillo.
Pero el problema es que también hay otras mejoras de este tipo que, o bien se usan sin el consecuente ejercicio de balance para ajustarlo a un juego de hace tantos años, o bien se han omitido sin alternativa evidente.
El primer caso es el repartir experiencia automático y sin posibilidad de anularlo en opciones. Este añadido permite que desde hace algunas ediciones, todos los pokémon de tu equipo logren experiencia aún sin haber participado en los combates o en las capturas. Esto se hizo para animar a que los jugadores usasen cuantos más pokémon mejor, redundando en una mayor diversión por el incentivo que tenía para la experimentación.
Sin embargo, en Pokémon Diamante Brillante y Perla Reluciente, se ha añadido sin un trabajo óptimo de balance. Esto hace que el juego sea un paseo salvo algunas peleas finales, pero también que se lleguen a momentos directamente negativos, como que tus pokémon estén por encima del nivel máximo que puedes controlar. Mi caso personal: intercambié un Machop por un Abra en una de las primeras ciudades y, con el extra añadido de experiencia que tienen los pokémon intercambiados, apenas pude usarlo hasta la recta final de la aventura.
El segundo es la vuelta de los combates aleatorios en la hierba alta. Este hecho es problemático porque va en contra del repartir experiencia obligatorio. Dicho sistema te incita a conseguir nuevos pokémon y probar nuevos equipos, mientras los encuentros aleatorios provocan lo contrario: que no entres en esa hierva por si te sale un Bibarrel por octava vez. Los combates aleatorios son parte del Pokémon Perla y Diamante original, sí, pero no algo que sea básico en su experiencia o necesario en su diseño. Nadie tiene nostalgia del colegio por los exámenes, sino por los recreos, los amigos y los momentos memorables.
No es que no tengamos añadidos interesantes, como el contenido adicional en el endgame o la posibilidad de capturar pokémon en las Grutas del Subsuelo, lugar donde sí podemos ver a los monstruos con su modelo 3D. Pero, de nuevo, vuelve a estar desbalanceado hasta el punto de que yo he capturado pokémon al nivel 29 cuando el máximo que podía entrenar era el 30, y mi pokémon más fuerte estaba en el 24. Por ello, aquí tenemos una sensación de ñapa que no mejora sustancialmente el juego.
Claro que los combates funcionan y los monstruos y personajes están cargados de carisma; y de hecho me lo he pasado relativamente bien recordando lo bien que funciona el avance tan metroidvania y cargado de backtracking que tenía Perla y Diamante. Pero este remake no juega fuerte donde debería hacerlo: mejorando los puntos fuertes y retocando las cosas más negativas.
La ficha completa
- Título: Pokémon Diamante Brillante / Perla Reluciente
- Desarrolla: ILCA
- Distribuye: Nintendo
- Idioma: Textos en español
- Fecha de lanzamiento: 19 de noviembre de 2021
- Plataformas: Nintendo Switch
- Precio: 59.99€
