Cuphead, el que ha sido uno de los exclusivos más laureados de la actual generación de Microsoft da el salto a la sobremesa de Sony tras su periplo por Nintendo Switch hace algo más de un año. Los usuarios de PlayStation pueden estar satisfechos, es la hora de hacer un trato con el Diablo.
Mucho nos han enseñado los canadienses de StudioMDHR con este Cuphead. Desde su anuncio, la ópera prima de los hermanos Moldenhauer generó una gran expectativa gracias a su llamativa dirección artística que lo hace sumamente fácil de identificar. Un apartado artístico como pocas veces se ha visto en un videojuego, utilizando un recurso tan familiar como el visto en las películas más clásicas de Walt Disney o Fleischer Studios. De hecho, Cuphead ya borra totalmente la línea visual que permitiría identificar que sería videojuego de lo que sería la película de animación. Desde los escenarios, los personajes, pasando por sus animaciones tienen un cuidado sublime por no decir insuperable. Ese ADN típico de los años 30 es acompañado de una BSO al mismo nivel. Es la comparsa perfecta en todo momento para crear un elemento sonoro y visual que fluctúa nivel tras nivel en una harmonía excelente.
Y si hemos empezado a hablar de su apartado artístico es porque resulta el primer elemento que nos llamará la atención. Lo bueno es que no será (únicamente) aquello que nos hará quedarnos hora tras hora pegados a los mandos controlando nuestra taza.
A estas alturas ya a nadie le sorprenderá saber que Cuphead resulta un juego peculiar. Lo que inicialmente se entreveía como un prometedor juego de plataformas se acabó convirtiendo en un sub género al que cada vez estamos más familiarizados, el boss rush. En resumen, el planteamiento jugable de Cuphead se traduce en un seguido de encuentros contra diferentes jefes. Cada uno de estos jefes cuenta con sus propias estrategias, fases y mecánicas. De nosotros dependerá abordarlo con mayor o menor fortuna. A lo largo de estos años esta dificultad ha sido uno de los elementos que la comunidad más a valorado y que ha llevado a la obra de StudioMDHR a vender más de 6 millones de copias.
Pero no entendamos dificultad como la triquiñuela que nos espera tras esa oscura esquina. Lo importante a tener en cuenta al enfrentarse a Cuphead es que es un juego justo, sumamente justo. Salir victorioso o derrotado dependerá a partes iguales de nuestros reflejos así como de nuestra capacidad de concentración, y creednos, el binomio funciona. Enfrentarse totalmente enfocado en el juego y ver como los bosses caen derrotados es de una profunda satisfacción que os mantendrá pegados a los mandos durante buenas sesiones. De nuevo, esta satisfacción tiene una relación directa con lo justa que es la obra.
Si hemos de ponerle un pero a Cuphead este sería una cierta inestabilidad o irregularidad en su curva de dificultad. No todos los bosses supondrán el mismo reto, sin embargo, si que en ciertos momentos de la obra nos encontraremos con muros que costará algo más de salvar. Una vez doblegados esto no implicará un nuevo nivel de dificultad para los enemigos venideros sino que veremos una cierta fluctuación que puede -en esta ocasión si- frustrar con razón al jugador. La fórmula para superarlo el la ya conocida. Concentración y paciencia, es la única manera para poder salir airoso de todas las situaciones que Cuphead nos presenta.
Para hacer la faena algo más amena, Cuphead cuenta con un modo cooperativo local donde podremos jugar un player con Cuphead y otro con Mugman. Cada personaje cuenta con ataques normales, ataques especiales o ataques evasivos que hacen de las mecánicas jugables otro paraíso visual sin igual. Si el juego ya es divertido en solitario, en compañía es una auténtica maravilla. Es de agradecer que los estudios sigan apostando por el cooperativo local, una manera de compartir el videojuego que desgraciadamente se está perdiendo.
Este cooperativo local también nos permite expandir nuestras estrategias ya que podremos recuperar a nuestro personaje y devolverlo a la vida con un punto de energía. Para ello el otro jugador deberá engancharnos antes de que nuestro espíritu haya partido hacía los altos cielos. Pero cuidado, si caemos en el frenetismo de la acción es probable que nuestra concentración desaparezca por lo que estaremos prácticamente vendidos.
Para aquellos que queráis disfrutar de un enfoque más tranquilo es recomendable enfrentarse a los bosses en modo fácil y, una vez se tengan habilidades más poderosas, volver a enfrentarse a ellos en el modo normal. Superar los enfrentamientos en este nivel de dificultad es la única manera de poder hacerse con los contratos.
Más allá de los momentos boss rush, también hay espacio para momentos de plataformas más clásicos. Estas fases llamadas "run and gun" nos premiarán con momentos ligeramente más descafeinados pero no por ello menos divertidos. Estas fases no son estrictamente necesarias para superar el juego pero si para hacerse con una buena colección de monedas que podremos canjear por nuevas habilidades que serán bastante necesarias para poder afrontar los enfrentamientos más exigentes con garantías.
Esta versión de PlayStation 4 llega con todo el contenido a la fecha. Sin embargo, los usuarios de Xbox contarán con una actualización gratuita, aún sin fecha, que incluirá un making of, una banda sonora jugable así como una galería de arte digital. Al margen de ello, el estudio canadiense sigue trabajando en el nuevo DLC, Delicious Last Course, que contará con una expansión de la historia principal y que llegará a todas las plataformas donde Cuphead esté disponible.
Al margen de los ríos de tinta que puede derramar que un exclusivo de este calibre aterrice en la competencia, Cuphead sigue siendo una obra soberbia y a la que todos los jugadores, sin discriminación, deberían tener acceso. Una obra dulce pero ácida, accesible pero terriblemente exigente, dura pero justa. Cuando uno hace un pacto con el Diablo se ha de atener a las consecuencias. Los jugadores de PlayStation 4 han de sentirse muy afortunados de poder disfrutar de uno de los arcades más divertidos, frenéticos, hermosos, peculiares y singulares de la generación. No lo olvidéis, la concentración es la clave.