Superliminal llega a consolas, y lo hace para hacer que la cabeza nos de un vuelco. Porque todo es cuestión de perspectiva, como en la vida. Bienvenidos a uno de los juegos de puzles más especiales que hemos tenido oportunidad de jugar recientemente. Una locura basada en la visión, el tamaño, la proporción y una herencia de Portal y The Stanley Parable con algunas pinceladas de Monument Valley. Aquí va a tocar pensar, sobre todo para ponernos al tajo y solucionar todo lo que se nos viene encima. Olvidaos de la acción por un momento, y vamos a enfrentarnos a los desafíos más curiosos que podáis imaginar y que explotarán el motor del juego. No esperéis una barrabasada gráfica, ni una aplastante dosis de efectos especiales. Vais a estar ocupados un buen puñado de horas, ya veréis, y ni vais a pensar en eso.
La narrativa de Superliminal es un elemento que no llegamos a encajar del todo. Su propuesta gira en torno a distintas pruebas mentales, en las que juega un papel importante el raciocinio del jugador. Estamos ante un estilo de relato más difuso que el de Portal, donde el argumento se intensifica por momentos. Aquí, en cambio, podríamos sentir en una primera instancia que la locura se ha apoderado de nuestra mente, venciendo los límites materiales. Sin ánimo de spoilear, os animamos a avanzar en el mismo por la propia curiosidad, y realizando las conexiones mentales que veáis. Ahora bien, ¿y cómo se juega a esto? Lo vais a entender en seguida. A menos que ya lo hayáis catado en PC. En ese caso os podéis centrar en las características de la adaptación en sí, que tampoco pasa nada. Aunque tal como cabe esperar, se trata más que nada de llevar al mando un sistema de control pensado originalmente para funcionar de forma óptima con teclado y ratón.
Antes hemos nombrado a Monument Valley, pero podríamos hacer lo propio también con Super Mario 3D Land o incluso The Legend of Zelda: A Link Between Worlds. ¿Por qué? Por el uso de la perspectiva. El paso de la profundidad al plano tiene mucho efecto y según esto, podremos o no avanzar. En esta ocasión estamos ante una aventura en primera persona en la que podemos “toquetear” elementos del escenario y hacerlos reaccionar según el punto desde el que lo vemos. Podremos, de esta manera, avanzar en los puzzles, jugando “la realidad”. Pero no solo eso: el elemento que os va a volar la cabeza es el de las proporciones, una de las cualidades del juego es que según lo lejos o cerca que estemos del entorno podremos modificar el tamaño de los objetos que cogemos para “jugar” con el entorno. Una pasada y a la vez una locura, pero una manera diferente de enfocar la realidad que os va a encantar. Repetimos: si no lo habéis probado ya antes. Nos explicamos sobre la mecánica:
Imaginad que necesitamos construir una plataforma o bloquear un paso, pero tenemos cerca un tablero de ajedrez con una pieza pequeña. Sin embargo, si la cogemos (sí, típico movimiento de todo motor gráfico Unreal) y movemos la cámara, la pieza frente a nosotros todo el tiempo tendrá el mismo tamaño: grande. Pero si el fondo va estando más lejos, se ve más pequeño… y la pieza sigue igual de grande. Ergo, si lo soltamos ahí, tendrá justo ese tamaño. Es como hacemos que todo varíe y nos divertimos con las físicas. Pero ojo, que esto significa que tendremos que dar muchas vueltas y plantearnos de otra manera las cosas varias veces. Son unas mecánicas sorprendentes, pero (y ahora viene el pero, sí), llega un momento en el que todo se repite bastante. Sí, es un título que engancha, pero en el que, tras unos cuantos compases, las novedades ya no lo son tanto y vamos a reutilizar ideas para los puzzles que no nos impulsarán a seguir jugando necesariamente, aunque al final, lo hagamos.
La falta de variedad en mecánica de puzzle es algo que hace estragos en el jugador, que parece sentir que ya domina la técnica y que solo se trata de enlazar las diferentes dinámicas en el orden correcto en cada habitación. Esto es algo que, por ejemplo, en Portal no pasaba. La sensación de desafío sube, sí, pero también sentimos que no perdemos el control sobre lo que ocurre. Y esto no hace que lo veamos menos curioso o interesante, pero sí le resta intensidad y sorpresa, algo que no sienta nada bien. Esto nos conduce a algo inevitable: hay que situar este producto en un registro que tal vez no es el que disfrutarán todos los jugadores. Sí, eso va de pensar y de casi pillar un colocón pensando y probando perspectivas.
¿Y cómo se juega en consola? Igual que en el PC, y lo cierto es que lo que varía no tiene nada que ver con lo gráfico, que se mantiene idéntico (no era tampoco ningún titán en PC): es un título con un colorido algo pastel en ocasiones, vistoso y que centra su esfuerzo en las físicas y las variaciones en función de la perspectiva. En el tema del control: pues sí, hay quien podría sentirse más cómodo con un ratón y un teclado, pero la verdad es que el mando le sienta igual de bien. De hecho, la mecánica se controla a la perfección con dos sticks analógicos y unos cuantos botones y la curva de aprendizaje es bastante sencilla (tampoco vamos a rompernos la cabeza con apretar botones). Ergo estamos ante una parte muy positiva en lo que a adaptaciones se refiere.
