IllFonic le ha cogido el gusto a la hora de adaptar filmes al mundo de los títulos multijugador. Tras Friday The 13th, llega el turno de una propuesta similar con Predator: Hunting Grounds.
Todo debería sonar muy bien; el telón de fondo es una de las mejores sagas de acción –aunque ya un poco defenestrada con su película de 2018-, pero lo cierto es que la ejecución de esta propuesta es un quiero y no puedo que, salvo giro radical, pasará tan desapercibida como un depredador utilizando el camuflaje óptico.
Involve
La premisa de Predator: Hunting Grounds es muy similar a la que vimos en 2015 con Evolve. Un multijugador asimétrico en el que un escuadrón de cuatro soldados que deben dar caza a un quinto jugador que, en este caso, toma el rol del predator. En aquel momento, el juego de 2K se adelantó a su tiempo y la propuesta no terminó de cuajar; siendo unos defectos el no ser free-to-play, ya que el contenido que ofrecía no justificaba el desembolso. Aquí, observamos un error semejante.
En una era en la que los juegos free-to-play están en pleno auge y han demostrado ser un modelo de mercado perfecto en los videojuegos, siendo luego de los que más beneficios generan por sus compras dentro de la propia aplicación, Predator: Hunting Grounds sale a la venta a un precio de 39,95 €. Sí, un precio reducido, pero excesivo para lo poco que ofrece; al menos, de partida.
Desde IllFonic han tratado de aportar un enfoque diferente, por medio de un desarrollo de misiones, en las que el escuadrón debe cumplir una serie de requisitos. Las operaciones de combate que tenemos que llevar a cabo son, ciertamente, muy variadas. Tenemos que cumplir una serie de objetivos, como destrozar un laboratorio de drogas, destruir antenas o servidores enemigos o acabar con algún soldado de alto rango.
Las misiones a cumplir son realmente la excusa; la partida se acaba una vez derrotamos al depredador y este explota asolando el escenario a su alrededor. Hecho que demuestra que son simple relleno y que no importan absolutamente nada. Aunque, si conseguimos los objetivos que nos proponen y llegamos al punto de extracción, venceremos aunque no hayamos acabado con el "bicho".
Pero son una buena excusa para meternos en liza, aunque al final todo se trata en ir del punto A al punto B, marcados claramente en el mapa, para hacer lo que se nos pide. Por el camino, diversos centinelas enemigos que sirven de cebo, ejerciendo de minions, sirviendo de excusa para que apretemos el gatillo. Estorban, más que aportan. Su nula IA hace que no supongan ningún reto y, al final, acaban restando mordiente a la refriega. Son simple atrezzo del feo.
La verdadera esencia de Predator: Hunting Grounds reside en la omnisciente presencia del depredador, controlado por un quinto jugador. El predator es tremendamente poderoso, y tiene la capacidad de trepar por los árboles, utilizar la visión térmica, disparar rayos láser -y otras armas a distancia que iremos desbloqueando- o aniquilar con sus devastadoras cuchillas. Y, por supuesto, pudiendo utilizar el icónico camuflaje óptico. Aunque en las primeras partidas cuesta dominar su poder, si se aprende a utilizar como es debido puede llegar a ser muy difícil derrotar.
En el lado del pelotón, aquí resulta más vital que nunca mantenerse unidos, lo más cerca posible. Vencer al depredador en solitario es algo que solo puede hacer Schwarzenegger. Y ninguno lo somos. El título consigue transmitir muy bien esa sensación opresiva de hacer frente a un enemigo invisible, que puede estar acechándonos desde el primer momento y no lo sabemos. Sabiendo transmitir el miedo cuando un aliado nos comunica, atemorizado, que está siendo atacado por la bestia. Es el aspecto más positivo, sin duda, de Predator: Hunting Grounds; jugarlo con amigos, comunicándose en todo momento, es otra cosa.
Aun así, lo cierto es que no aporta demasiado, ni en formas ni en fondo. Ni en formas porque sigue la fórmula del mencionado Evolve, el cuál fue un fracaso en su día. Una maniobra arriesgada. Aquí se tiene el beneplácito de estar sostenido sobre una obra cinematográfica con millones de fans. Y se ha recreado fantásticamente su ambientación en medio de las frondosas selvas. Pero no es suficiente.
No hay más modos de juego que el 4vs1 y, por ahora, solo contamos con tres mapas. Es aquí donde decimos que hubiera sido más justificable que su lanzamiento fuera bajo el formato free-to-play. Analizándolo por cómo ha salido, se queda muy escaso en cuanto a oferta y alicientes para jugar de forma asidua; especialmente en un mercado tan concurrido. Desde IllFonic han asegurado que van a ofrecer soporte alargado en el tiempo para el juego, quizás sea tarde.
Por supuesto, dentro del juego hay microtransacciones con las que engancharnos a continuar. No revoluciona en nada, tampoco; con nuestras actuaciones obtendremos recompensas que nos harán subir de nivel y, alcanzando determinada cifra, se nos desbloquearán vestimentas, accesorios, armas o ventajas con las que equiparnos, tanto con los soldados como con el depredador. Para canjearlas tendremos que hacer uso del dinero virtual que obtenemos en cada misión; aunque si queremos que esto sea más rápido, podemos pasar por caja.
Esperemos que, el tiempo, sirva también para que se minimicen los largos periodos de espera para encontrar partida. Es llamativo que cueste encontrar jugadores en el fin de semana del lanzamiento; cierto es que han sacado un parche (el 1.06) que minimiza un poco el tiempo en el lobby, pero sigue siendo demasiado. Han tenido diversas betas en el desarrollo para que esto no ocurriera. Ahora, la media está en alrededor de dos minutos. En las partidas también nos hemos topado con algún glitch molesto, pero nada excesivamente frecuente.