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Análisis de Dragon Ball Z: Kakarot para Xbox One, PS4 y PC

Análisis de Dragon Ball Z: Kakarot para Xbox One, PS4 y PC

La nueva aventura de Son Goku está a punto de llegar a nuestras consolas y satisfacer a nuestro fan interior. Raditz, Vegeta, Freezer, Célula, Buu... Todos los enemigos de Dragon Ball Z se preparan para plantarnos cara. ¿Suficiente para ofrecernos un buen juego?

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Uno de los memes recurrentes o "memes plantilla" que más solemos ver por las redes sociales es el "no has tenido infancia si no has hecho esto" acompañado de una fotografía. Recuerdos de la niñez y la adolescencia que nos hacen esbozar una sonrisa desde nuestra atalaya de adultos con más preocupaciones que saber de quién era el balón de esa pachanga.

Como todos los memes, están sometidos al ciclo de uso, abuso y desuso, que acaban por mandarlos al olvido. Sin embargo, me vais a permitir una pequeña licencia al principio de este texto para decir que "no has tenido infancia si no has hecho un kame de niño o gritar pensando que te convertirías en un Super Saiyan".

Dragon Ball Z terminó su emisión en 1996, pero sigue siendo un pilar dentro de los animes, las historias de superhéroes y la imaginación de los jóvenes (y ya no tanto). Goku y compañía siguen siendo una de las licencias más exitosas del planeta y muestra de ello es que cada cierto tiempo llega un nuevo videojuego para hacer las delicias de los fans. Hablemos de Dragon Ball Z: Kakarot.

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Multitud de estudios han tenido la oportunidad de trabajar con la jugosa licencia de Goku y compañía. Tras satisfacer los deseos de los fans de los videojuegos de peleas con el genial Dragon Ball FighterZ a cargo de Arc System Works, Bandai Namco permitió al fin a CyberConnect2, padres de la notable saga Naruto Ultimate Ninja Storm, realizar una aventura con tintes RPG que abarcara la totalidad de la etapa Z de Dragon Ball.

CyberConnect2 demostró durante estos últimos años entender a la perfección cómo llevar un Shonen al videojuego con Naruto. En la piel del ninja de Konoha pudimos visitar las distintas aldeas de su mundo, luchar contra enemigos temibles y realizar misiones como cualquier otro ninja. Más allá de la espectacularidad de los combates y la fidelidad en el Cell-Shading, lo verdaderamente meritorio era la sensación de ponerse en el rol de Naruto y la inmersión de su historia.

Por ello, los seguidores de Dragon Ball, huérfanos de este tipo de experiencias tras la conclusión de la saga Tenkaichi hace ya unos cuantos años, soñaban con que CyberConnect2 se pusiera a trabajar con su licencia favorita. Un matrimonio casi inevitable entre el estudio y Goku que acabó por darse y engendrar Dragon Ball Z: Kakarot.

La primera visita a la Kame House es increíble

Las primeras sensaciones con Kakarot son increíbles. Sensación de libertad, un mundo por recorrer y muchas tareas por realizar, como evidencia que lo primero que hacemos es ir a pescar con Gohan. Ver a Goku sacar un pez del río con una cola hecha por Bulma y acabar con el de una patada, nos recuerda a los capítulos de impás entre sagas de Dragon Ball Z. Por si eso fuera poco, llevamos el pescado a Chi-Chi para que nos prepare un menú que subirá nuestras estadísticas.

Además de mostrarnos la capacidad de volar y las mecánicas de pesca, caza y cocina, se nos presenta un menú llamado Comunidad, en el que se enlaza a los diversos personajes de la historia en varias categorías como Guerreros Z, Cocina o Ingeniería, proporcionando ventajas en todos los apartados de la historia como la lucha, la recolección o la creación de vehículos.

Como sucede en varios RPG de mundo abierto, en un abrir y cerrar de ojos se nos presentan tantas opciones, mecánicas y menús que ponen a prueba nuestro aprendizaje. Algo que ya explota del todo cuando se muestran los árboles de habilidades y paletas de técnicas. Para desbloquear nuevas "magias", harán falta unos orbes de colores que se consiguen en las peleas, pero también volando por el mapa.

Un asalto de conceptos y mecánicas que te hace pensar que es el juego definitivo de Son Goku. Pero nada más lejos de la realidad.

Peleas muy vistosas, pero poco profundas

Vayamos a una parte central del juego como son las peleas. Vale que no esperábamos algo tan profundo como Dragon Ball FighterZ y que esta forma de hacer un DBZ, heredera de los Tenkaichi, es un aprietabotones palomitero; pero el sistema de combate se hace repetitivo tras tantas horas de luchas. A través de un botón para golpes melé, otro para bolas de energía, un esquive y una paleta de técnicas, se desarrolla la totalidad de este sistema.

Hay algunas cosas algo más avanzadas como la posibilidad de reventar ataques de energía y la presencia de personajes de apoyo, pero más allá de conseguir nuevas técnicas, mediante la compra en el árbol de habilidades o el entrenamiento, es lo que hay. Y esto es un problema cuando se trata de un juego que puede alcanzar las 100 horas si nos ponemos completistas, siendo gran parte de ese minutaje destinado a las peleas.

Por último, donde más se echa en falta ese gen CyberConnect2 es en las peleas más épicas. Con Naruto, Sasuke y compañía teníamos varias fases dentro de un mismo jefe y cinemáticas interactivas con QTE que te pegaban a la pantalla; algo que por desgracia, aquí no existe.

No estamos haciendo una defensa de los Quick Time Events, no nos entendáis mal. Pero sí que hay momentos en los que parece que estamos frente a un Kojima de PS2 con cinemáticas de varios minutos durante las que no hacemos nada. Algo particularmente peligroso, porque se le resta epicidad a los mejores momentos de la historia, como el duelo de Kamehames entre Célula y Gohan.

West City es preciosa.

Dejemos las cosas claras. Kakarot es un juego denso, con muchas cosas que hacer y que demuestra un cariño al anime casi enfermizo, capaz de contentar a todos y cada uno de los fans de Goku. Pero también es hijo de los errores que hemos visto en esta generación en el que los mundos abiertos han demostrado ser el género de moda, que se limitan a crear un basto terreno de juego para posteriormente dejarlo vacío.

Pasado el fervor inicial durante el que descubriremos objetos ocultos en la casa del abuelo de Goku, viajaremos por primera ocasión a la Kame House o la impresionante West City, viajar por el mundo se limita a volar a ras de suelo para conseguir objetos básicos, detenerse para coger los más importantes y hacerlo a varios metros del suelo para conseguir orbes. Toda esta experiencia está aderezada por peleas contra masillas del Red Ribbon, guerreros de Freezer, Saibaman o demás.

Durante el primer arco argumental, esto se sostiene, apoyado también en el viaje a Namek y el obligado cambio de entorno. Sin embargo, pronto se constata que volar de un lado a otro es un trámite entre ciertos períodos de la trama y, lo que es peor, que no da una sensación de ser un superguerrero. Está algún que otro escalón por detrás de la sensación de ser Spiderman en el último videojuego del arácnido héroe de Marvel. Cuestión de feeling, como diría Guardiola.

Tampoco ayuda la extrema "estanciación" del mundo. Para viajar de la Torre de Kami hasta el suelo donde vive Upa, no podremos hacerlo descendiendo a toda velocidad, si no que hará falta pasar por un menú y una engorrosa pantalla de carga. Un ejemplo de lo que no es ser Goku; Goku no necesita pantallas de carga entre más de una docena de zonas, porque vuela a toda velocidad.

Por cierto, nuestros personajes pueden progresar gracias a acciones del modo aventura como la cocina, que mejora las estadísticas de manera permanente o la recolección de orbes Z para aprender técnicas. Sin embargo, subir un nivel nos da varias decenas de miles de puntos de vida y una pelea otorga cientos o miles de orbes, convirtiendo en puro completismo algo que podría ser una mecánica interesante.

Esto y la Enciclopedia Z, harán esbozar más de una sonrisa a los fans.

La promesa realizada a través de la campaña de promoción era que íbamos a poder ponernos en la piel de los guerreros Z para combatir contra todas las amenazas de la serie, pero también disfrutar del rico universo en el que sucede la historia. Podríamos pescar, volar por todo el mapa, realizar misiones secundarias o encontrarnos con personajes ya míticos como Tao Pai Pai o el Androide Nº8.

Y eso lo encontramos en los Intermedios y en las misiones secundarias. Entre cada arco argumental, mucho más directo narrativamente y con limitaciones en nuestras acciones, podremos realizar todo tipo de tareas complementarias que cambian el tono grandilocuente y épico de las batallas contra Buu y compañía.

Ayudar a Pilaf y sus secuaces, buscar una receta para un cocinero renegado del ejército de Freezer o realizar una serie de trueques para conseguir agua y comida para el pueblo de Nam, un viejo conocido de Goku de cuando competía en el Torneo Mundial de Artes Marciales, son varios ejemplos que harán sonreír a quienes devoraron los cientos de capítulos de Dragon Ball y Dragon Ball Z.

Detengámonos un momento aquí, porque Dragon Ball, la serie que seguía las andanzas de Goku cuando este era un niño, recibe mucho cariño en este Kakarot. Además de dar vida al mundo con multitud de personajes, también hay unas pequeñas postales que rememoran varios instantes de esa primera serie. Un detalle precioso que recompensa a quienes se recorren el planeta volando mucho más que los orbes Z.

Sí, hay una misión en la que Piccolo y Goku se sacan el carnet de conducir.

Y además de eso, hay momentos completamente locos extraídos de "capítulos de relleno". Como cuando Goku y Piccolo son aleccionados por Chi-Chi para sacarse el carnet de conducir y acaban con una carrera que casi mata de un infarto a los dos instructores.

En el videojuego se resuelve esto con unas carreras simples, pero que permiten incluso disfrutar de una visión en primera persona al más puro estilo Gran Turismo. Un despliegue que continúa al poder subir de nivel nuestro coche gracias a Bulma, y del que ojalá hubiera muchos más ejemplos.

Pues sí, hay mucho recadeo.

Muchos esperaban que se siguiera el modelo realizado con Naruto, e ir contando las distintas sagas de Dragon Ball a través de diversos videojuegos. Sin embargo, pronto se dio a conocer que no habría Kakarot 2, y que el juego no se acabaría tras matar a Freezer, si no que seguiría con Célula y Buu. Aunque esta noticia fue acogida con celebración entre los fans, quizás al juego le hubiera hecho falta un poco más tiempo para centrar los esfuerzos.

Dragon Ball Z: Kakarot no es el videojuego RPG definitivo de Goku, a pesar de ser el más detallista en mucho tiempo y el que más cariño guarda a la primera etapa de la serie. Quiere hacer muchas cosas, algo que se agradece porque Dragon Ball siempre ha ido demasiado de pelear y poco de ser un superguerrero, pero que no acaba de despuntar. Hubiera sido más que digna primera parte de una saga como los Ultimate Ninja Storm, con deberes para la próxima entrega. Sin embargo, esto es todo lo que tenemos.

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Un balance de grises es el poso que deja Dragon Ball Z: Kakarot. Un juego largo, con muchas cosas que hacer, pero quizás no tantas que importen. Cumple el tópico de encantar a los fans de la saga, pero quedarse un poco pobre como videojuego en sí.

Es enorme: las tres grandes sagas de Z y mucho contenido adicional
Dominio del cell-shading
Las secundarias e historias paralelas
La enciclopedia Z
El sistema de combate se hace repetitivo
La extrema compartimentización del mundo
Quiere hacer mucho y no profundiza demasiado
Comentario
José Ángel Mateo Albuerne
Razablan  - Director

Desde que tengo uso de razón, me apasionan los videojuegos. Tan importante como esa Game Boy Pocket con el Pokémon Azul fueron todas las Hobby Consolas y Nintendo Acción que leí de pequeño.

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